El debate sobre la calidad de la educación del país y la responsabilidad de los profesores requiere ser reenfocado. Pese a la importancia que tiene el profesor en el proceso de la educación formal de los ciudadanos, para la vida y para el trabajo, resulta extremadamente injusto culparlos del deterioro, limitaciones y déficits del sistema educativo nacional. ¡En todo caso somos muchos los culpables!
El mundo 4.0, traducido como “Cuarta Revolución Industrial, exigirá a los docentes enfrentarse con situaciones cada vez más complejas como es formar para una sociedad más justa y democrática, preparar a los estudiantes para desenvolverse en una sociedad que cambia y demanda acceso al empleo justo y decente, desarrollando las competencias necesarias para el trabajo, la creatividad y la innovación.
La educación 4.0 no vive al margen de la industria 4.0. Exigirá, por tanto, un Profesor 4.0, que asuma la educación como un espacio para el fomento de todo tipo de talento, incluido el Talento 4.0.
La Educación 4.0 y el Profesor 4.0, son la respuesta a las necesidades de la nueva revolución industrial y de la nueva revolución educativa donde la tecnología y las personas convergen para crear oportunidades nuevas, creativas e innovadoras.
En este sentido, resulta clave en la educación 4.0, la aplicación de la metodología del aprendizaje basado en proyectos y retos para el desarrollo del Talento 4.0 por medio del enfoque, despliegue y evaluación de programas específicos centrados en áreas claves para el Talento 4.0, y otros desafíos que deberán estar presentes en el proceso de “reseteo” del docente 4.0.
Para los países que han logrado establecer sistemas educativos centrados en el desarrollo del conocimiento riguroso y actualizado de sus ciudadanos, la irrupción de la Cuarta Revolución Industrial representa una gran oportunidad para continuar manteniendo sus buenas posiciones en los mercados globales.
En cambio, para aquellas sociedades en las que sus líderes políticos, empresariales, sociales y educativos, han mostrado poco o ningún interés por hacer de la educación su principal motor de desarrollo, es muy probable que la revolución tecnológica sólo aumente sus ansiedades y camine lento.
En los países como Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia, la Revolución 4.0 es una oportunidad, gracias a la calidad y pertinencia de sus robustos sistemas educativos.
En este sentido, debemos evaluar la educación dominicana con franca honestidad. Comencemos por preguntarnos si los profesores dominicanos están capacitados para formar ciudadanos con las debidas competencias para continuar una formación técnico profesional que les permita enfrentarse a los retos que se derivan de la Revolución 4.0.
En ese mismo sentido, habremos de examinar lo que se ha venido haciendo para mejorarlo o cambiarlo si fuera necesario. Sirva como ejemplo el Proyecto de Formación Docente para la Excelencia, que para el periodo 2016-2020 pretendía preparar unos 20,000 “maestros de excelencia”. Sin embargo, sólo ingresaron a la formación docente 5,000 personas, de los cuales terminaron egresando unos 370 maestros.
Pongamos la mirada en las competencias que debe dominar el profesor 4.0, tales como: Conciencia global. Alfabetización digital. Competencias financieras, económicas y de emprendimiento. Competencias cívicas. Competencias para el cuidado de la salud y el medio ambiente. Competencias para aprender e innovar.
Y también de estas otras: Creatividad; Innovación; Pensamiento crítico; Solución de problemas complejos; Comunicación; Colaboración; Razonamiento cuantitativo; Autonomía; Empatía Toma de decisiones; Productividad y ética; Liderazgo y responsabilidad; Autorregulación; Respeto por los demás y otras.
Se estima que el problema de la eficacia del perfeccionamiento para modificar la práctica pedagógica no reside solamente en el perfeccionamiento en sí como herramienta de cambio educativo, sino en las concepciones de aprendizaje, de sujeto y de saber en que se sustenta.
El magisterio dominicano también requiere “dignificación”. Desde la firme convicción de que se hace necesario dignificar la profesión docente en nuestro país para mejorar la calidad educativa, y que tal proceso se construye con la participación activa y comprometida del Estado, agentes del sistema educativo, medios de comunicación, gobiernos locales y desde los mismos maestros y estudiantes.
La dinámica de la “dignificación”, está centrada en condiciones salariales, seguridad social y condiciones de trabajo dignas y en prácticas educativas como la inclusión, la diversidad, la educación para la paz, la cooperación; ser ejercida como valor, como derecho o como identidad y dar como resultado, la generación de seres humanos activos en una sociedad dignificada y humanizada.
Sólo la Educación 4.0 podrá fomentar el Talento 4.0 que necesita la Industria 4.0. Sin embargo, no se ha dado en el país un debate amplio y abierto sobre perfeccionamiento docente de cara a la Cuarta Revolución Industrial. ¡De ahí la necesidad de impulsar una discusión amplia más allá de los límites de las universidades y centros de formación de profesores.
Los dominicanos nos merecemos una Educación 4.0. Con Escuelas 4.0. Con Profesores 4.0, para formar los Talentos 4.0 que necesita el país de cara a la Revolución 4.0. ¡Y desde ellos y con ellos construir una Democracia 4.0!