La escuela no puede seguir sosteniendo un proceso de enseñanza-aprendizaje basado solo en el esquema de que uno es el portador del conocimiento y el otro quien debe aprenderlo de él.
El devenir es lo permanente. Todo cambia nos cantaba Mercedes Sosa con esa quejumbrosa voz que nos sigue cautivando. Los seres humanos a lo largo de la historia y de nuestra vida particular experimentamos muchos cambios en todos los órdenes: físico, mental, espiritual, etc.
¿Y cómo no entender que la escuela tiene que cambiar? Pensar distinto sería un contrasentido y un absurdo total.
La razón histórica de la escuela ha estado muy clara. Para el desarrollo de las sociedades era necesario que esa enorme cantidad de personas analfabetas pudieran desarrollar competencias y así contribuir con el cambio social que era inminente. En ese contexto, la organización de la escuela se hizo sobre la base de que unos, portadores del conocimiento y otras habilidades enseñarán, mientras que la gran mayoría de las personas, sobre todo los niños, niñas y jóvenes, aprendieran. Los primeros, portadores del conocimiento, los segundos, los que tenían que aprenderlo. La escuela se organizó bajo ese principio donde un sujeto, el maestro, era el centro de ese proceso, y los demás, en filas organizadas eran el objeto de la transferencia de ese conocimiento. Todo parecía lógico desde esa perspectiva.
No se puede negar que la escuela, aún con ese esquema, nos ha permitido “aprender muchas cosas, guiadas por alguien que ya la sabe”. Leer con entonación, haciendo las pausas y énfasis necesarios, lo aprendí en la escuela, de la misma manera que aprendí a comprender un texto, a escribir una composición sobre las vacaciones, a leer poesías, cuentos, historias, operaciones aritméticas, etc., alguien, que ya sabía sobre eso, guio ese proceso. Y, en cierto sentido, lo debe seguir haciendo.
Así ha funcionado la escuela y aún sigue funcionando actualmente. Pero cómo decíamos, muchas cosas han cambiado entonces.
Un aspecto fundamental de ese cambio lo constituye el conocimiento, su producción y su disposición. Sobre todo, esto último. Por mucho tiempo el conocimiento fue un bien privado. Unos pocos los poseían y podían hacer uso de él, incluso enseñarlo. En el presente un cambio significativo ha tenido lugar, el conocimiento es público y es posible acceder a él de múltiples maneras. La web, esa herramienta que nació con otros propósitos más vinculados a la seguridad y las cuestiones militares, se ha encargado de ello. Múltiples maneras se han desarrollado en este gran espacio que es la www y que nos brinda también múltiples posibilidades. Google es posiblemente la herramienta más universal y empleada para la búsqueda de información. Basta con escribir la palabra, el concepto, la idea de interés y se les despliegan muchas posibilidades de información. Sabemos que la calidad de esta información no siempre en muy segura y varía dependiendo de la fuente que la provee. En la web hay de todo. Una de las competencias más complicadas hoy, ante tanta información disponible, es discernir y decidir sobre lo que puede ser relevante, pertinente o incluso válido. Quien se expone al gran cúmulo de información extraída, debe contar unos criterios mínimos para hacer ese discernimiento. Lo que no se puede negar, es que el conocimiento se ha hecho público.
En ese sentido, la escuela no puede seguir sosteniendo un proceso de enseñanza – aprendizaje basado solo en el esquema anterior, de que uno es el portador del conocimiento y el otro quien debe aprenderlo de él.
Por lo demás, el mismo “espíritu de la época” nos ha convertido en seres más activos en todos los órdenes. El desarrollo de los medios de comunicación nos ha impactado de tal manera, que ya desde muy pequeños estamos constantemente expuestos a múltiples estímulos que, precisamente, cumplen con esa función de estimular la curiosidad. Por esas razones y, posiblemente muchas otras, la escuela se ve compelida a organizar todos sus procesos de manera distinta. Hay un conocimiento profesional, del cual se supone portador el maestro, la didáctica, esa herramienta que él debe manejar para que el proceso de enseñanza – aprendizaje acontezca según determinados propósitos y fines, siguiendo determinadas estrategias. El dominio de la didáctica es una competencia fundamental que debe dominar todo profesional de la educación. Aunque no basta por sí sola.
El desarrollo del conocimiento científico, histórico, filosófico, religioso, etc., han ido sufriendo grandes cambios porque muchos hombres y mujeres en el mundo entero siguen indagando, planteándose múltiples preguntas y encontrando no menos respuestas. Las consecuencias, el conocimiento crece exponencialmente. Los cambios paradigmáticos en el nivel del conocimiento podían tardar siglos, hoy esos tiempos se han acortado significativamente.
En ese contexto, la escuela tiene que ser repensada y reorganizada. Hay que discernir entre aquellas cosas que seguirán requiriendo de un maestro que la domina, de aquella en que ese mismo docente, jugará un rol distinto de guía, de provocador, de mediador.
En ese nuevo proceso que debe ser asumido desde la escuela, el acceso a la internet juega un papel fundamental. Como una biblioteca abierta “al público”, la escuela debe propiciar que todos los estudiantes se expongan a la búsqueda del conocimiento, y con ello, posibilitar nuevas recreaciones de este.
Seguir impartiendo clase, “dando clase” es un contrasentido con la época y con todo cuanto está aconteciendo respecto a la producción del conocimiento. He presenciado, a través de los medios de comunicación la impartición de clase. Se mantiene el mismo esquema, uno que sabe y otro que aprende. A mi manera de pensar se trata de un uso muy limitado de esos medios para la enseñanza y el aprendizaje. Hay que ser más creativo. Los estudiantes de hoy no son los estudiantes de ayer. La realidad ha cambiado, lo que debe asegurar el Ministerio de Educación es, primero, maestros con dominio de la didáctica general y específica de las áreas, segundo, que la disponibilidad del uso de la web sea real para todos ellos, principalmente, los más pobres.