En su discurso del pasado 27-f ante el Congreso Nacional, dio una excelente demostración de su muy conocido dominio de la palabra. Pero desafortunadamente, el contenido de ese discurso fue también una reiteración de su tendencia a hablar de un país virtual, no del país dominicano actual, el que la mayoría de la población dominicana realmente  tiene en su cabeza.

Si entendemos que la política, más que una simple forma de mantener el poder, constituye una actividad que tiene como finalidad servir a la comunidad y además, educarle en torno a este valor, el balance del análisis de contenido de ese discurso es que fue una pieza huera. No educa, desinforma, no promueve la reflexión, es un arma para justificarse en el poder  Y lo que es peor, fue una reiteración de una tendencia hacia el menosprecio e intolerancia hacia las opiniones contrarias a las suyas. Una actitud desafiante que no debe ser tolerada por nadie que se respete.

No entraré en detalles sobre la manipulación y su pobre lectura de informaciones, las cifras y datos sobre el crecimiento económico, de la ciudad de Santo Domingo, de su parque vehicular, así como torcer y usar fuera de contexto informes de un autor  como Jacques Attali, para justificar su injustificable violación a la ley del 4% a la educación, etc. Me interesa significado de un inusual discurso ante el Congreso Nacional que no da cuenta de la posición del gobierno ante hechos políticos insoslayables.

En efecto,  el Presidente no rindió cuenta de las posiciones y acciones de gobierno sobre temas político/institucional de suma relavancia : la integración del Consejo Nacional de la Magistratura, de la edad de los miembros del Tribunal Constitucional, sobre si es con mayoría cualificada o simple como se decidirán las decisiones en este tribunal; sobre su definición  sobre si optará o no por otro mandato presidencial, que exigen muchos sectores políticos, sociales, empresariales, eclesiales y simples ciudadanos. Un tema que mantiene en vilo a su propio partido.

No creo que la no referencia a estos temas constituyauna mera omisión, fue una expresión de soberbia política, de una lamentable actitud de sobrevaloración de su poder, de un desprecio al clamor de un amplio abanico de expresiones políticas y sociales. De un silencio que se constituye en un innecesario desafío a quienes claman porque se zanjen muchas discusiones que estancan el normal discurrir del sistema político.

También, una nueva manifestación de una concepción del poder fuera de época, atrasada, que no se corresponde con los nuevos tiempos de la política, donde la transparencia, la libre discusión de los temas políticos sobrepasan los marcos de las instituciones del sistema, convirtiéndose enamplios debatesen diversas redes sociales, las cuales se están convirtiendo en nuevos actores políticos/sociales. Ejemplos sobran.

Todo presidente, al rendir sus memorias ante el Congreso Nacional, tiene pleno derecho y deber de defender su obra de gobierno, es su mejor momento y espacio para hacerlo, por eso fueron pertinentes algunas las felicitaciones a uno que otro funcionario que durante el año ha realizado un encomiable desempeño. No obstante, lo que es inexcusable, preocupante, penoso y hasta peligroso es que ese presidente dé una palmaria demostración de que flota en una burbuja, en la burbuja del mundo ideal e idealizado en que flota todo aquel que se pretende indiscutible e insustituible. Algo que sucede cuando ese poder se ha pretendido dilatar más de lo prudente y legal, un peligro que muchos deseamos que se despeje  a más tardar al inicio de la próxima primera que pronto habrá de iniciarse.