No puede descartarse la posibilidad de que contabilizados los votos de las elecciones del próximo 2016, los miembros del PRD Institucional tengan que salir, casa por casa, a recolectar firmas para lograr su reconocimiento por haber perdido la organización su personería jurídica a raíz de una pobre participación en los comicios.

Podría considerarse un pronóstico un tanto absurdo y descabellado, si se toma en cuenta que se trata de una de las dos principales fuerzas políticas del país, cuya proeza de compilar de manera individual el mayor número de boletas electorales en las pasadas elecciones la sitúa en un lugar preferencial, aún no haya alcanzado el poder por la estrategia peledeísta de concertar alianzas con partidos minoritarios que le permitieron alzarse con el triunfo.

Pero tal augurio es de difícil materialización si pensáramos que en el próximo certamen, además del presidente y vicepresidente, van a escogerse autoridades congresuales y municipales, por lo que resultaría paradójico que el Partido Blanco en un escenario de esa naturaleza no alcanzara una posición electiva que le garantizara su actual estatus jurídico.

La tendencia del PRD Institucional va en franco declive de conformidad con  los sondeos de opinión que se han publicado en los últimos días, lo que contrasta abismalmente con el repunte ascendente de la llamada Convergencia, que es la nueva fuerza política que aglutina a los líderes tradicionales del Partido Blanco, que se han visto forzados a  trillar otra vía de acceso al poder al ver cerrada las posibilidades conciliatorias con el grupo de Miguel Vargas, que por lo visto quiere el santo y también la limosna.

Según las mediciones de opinión publicadas, La Convergencia compila alrededor de un 42 por ciento de las preferencias de los consultados, lo que podría llevarnos a colegir que los perredeístas se están tomando unas vacaciones para reagruparse con sus líderes tradicionales, obviando así el discurso institucionalista, que ha resumida cuenta, como cree la mayoría, no es más que una forma muy peculiar de interpretar la democracia partidaria.

Es innegable el desplazamiento progresivo de perredeístas que se han estado mudando hacia La Convergencia, dándoles un espaldarazo a los líderes tradicionales del Partido Blanco, entre ellos Hipólito Mejía y Luís Abinader, esta escisión trae consigo aparejada una sensible pérdida de votos  del PRD Institucional, que incluso podría llevarlo a perder su personería jurídica si no alcanzara el 5 por ciento de las votaciones como lo establece la ley.

Aquí estaría la paradoja política: El Partido Revolucionario Dominicano que en las últimas elecciones presidenciales fue la fuerza política que compiló la mayor cantidad de votos, ahora tendría que andar como el rey Edipo, casa por casa, implorando firmas para su reconocimiento. Para suerte del doctor José Francisco Peña Gómez, Dios lo libró de ser espectador de este deprimente espectáculo.