Desde su fundación, el PLD ha carecido de una cultura sustancialmente democrática. En esencia, en sus procesos de elecciones internas y nacionales, los puestos de dirección y de representación eran impuestos por el caudillo fundador, Bosch. Con su desaparición, ese tema lo resolvía su cúpula de dirigentes, con pactos entre ellos en un contexto de un significativo predominio de un jefe facción.
Ahora, sin la existencia de reglas ni referencia cultural sustancialmente democráticas y con un cambio en la correlación de fuerzas entre las facciones, ese partido debe resolver los temas de la candidaturas electorales, en que en otros tiempos resolvía sin mayores problemas. En esa circunstancia, se debate ahora si el partido continua en el poder a través de la reelección de Medina o nuevamente con la candidatura de Leonel Fernández.
Conscientes de de que una eventual candidatura de este último no solamente supondría el final del proyecto de poder del danilismo, sino que dado el grado de cuestionamiento, los escándalos de corrupción y el factor Quirino aún no claramente despejado, la presentación de Fernández como candidato presidencial constituye un alto riesgo para el partido todo. El dilema es cómo detenerlo sin que al hacerlo no se agriete irremediablemente el sostenido monolitismo partidario .
Con cuáles artes lo detendrán? filtrando datos que den pie a escándalos de corrupción que podrían afectar a Fernández o dando una batalla institucional, que dado la trayectoria de ese partido no puede ser realmente democrática ni muchos menos limpia, debido a su degeneración, provocada por un dilatado ejercicio de poder esencialmente corrupto?.
En esas circunstancias, de repente el PLD, se ha sumergido en un proceso de necesaria alternancia en poder sin cultura democrática para hacerlo e incluso con intenciones de uno de sus sectores, el danilista, de mantener su poder cambiando las reglas constitucionales que le sirvieron de marco legal para alcanzalo.
Algunos afirman que el partido, en tanto institución/corporación está por encima de Danilo y de Leonel, que no existen reales diferencias entre ellos y que al final tendrán que pactar. Esa afirmación puede ser formalmente lógica, pero la lógica a veces poco tiene que ver con la política. Esa afirmación se basa en la observación de la manera en que el antiguo PLD resolvía sus problemas. La lucha que tiene ante sí apunta hacia un desenlace, donde el vencedor deberá pactar con el vencido la aceptación de su derrota porque la misma podría significar el final de la vida política de este y junto a su hueste.
Generalmente, las personalidades juegan un papel determinante en las instituciones, a tal punto que a veces el funcionamiento de estas depende de los humores y veleidades del principal dirigente, sobre todo cuando en ellas no existe democracia interna. En el PLD de Bosch este imponía su voluntad., en el interregno de Leonel, "aplastaba el Estado": él, Leonel.
No existen indicadores de que si Danilo se quita del camino no se repetirá la esencia de ese interregno. Eso él debe saberlo mejor que nadie, por lo cual, cualquier pacto que abra el camino a Leonel tiene todas las posibilidades que sea para que Danilo transite esa misma vía, que lo conduciría al mundo del nunca jamás. Algunos piensan que podrían pactar de cara al 2020, pero a cambio de qué, el danilismo contando con qué, apostando a la existencia de una oposición si bien es inútil, nada dice que permanecerá así por 5 años más?.
Esta vez, el espíritu de cuerpo peledeista no es suficientemente fuerte para imponer una transacción que determine la conveniencia de otro interregno de Leonel, ni tampoco para decidir que sea Danilo, a través de su reelección quien será el próximo candidato presidencial y, por vía de consecuencia, la máxima figura del PLD. Lo uno o lo otro difícilmente se decidiría de manera amigable, pues lo que está en juego es el futuro político de los dos líderes.
En tal sentido todo apunta a que sea una feroz batalla política la que lo decida, para la cual el danilismo tiene mayores márgenes de maniobras. Danilo, en caso de que no pueda reelegirse, puede poner uno de los suyos y con los recursos del poder, su ascendencia en el partido y la imagen que tiene su gobierno podría seguir la hegemonía de facción. Leonel no cuenta con nadie en quien delegar, carece de los recursos de su adversario y sólo cuenta con su figura, la cual está bastante desdibujada ante un amplio espectro de sociedad dominicana.
Ambos pagan el déficit de democracia dentro del PLD, sobre todo Leonel que ha sido el más beneficiado de esa circunstancia….