La República Dominicana está inmersa en una etapa interesante de su historia. Es un período poselecciones presidenciales y congresuales caracterizado por una participación amplia con reducida confrontación entre los ciudadanos y entre los candidatos; y, sobre todo, una relación pacífica y educada entre los partidos. Los diferentes sectores de la sociedad han aceptado la voluntad popular que reflejaron las urnas. Finalizada esta fase, se ha iniciado la famosa transición gubernamental. Le colocamos el apellido de famosa porque la mayoría de los dominicanos tiene su mirada puesta en esta fase. El interés por el período de transición gubernamental no es propio solo de esta época, forma parte de la cultura política y ciudadana del país. Generalmente, la mirada y la atención se ponen en las personalidades. Este es el aspecto que más motivación despierta. Se le otorga un valor elevado a la persona que se debe designar; a la persona que se designa y a las que no se consideran para ningún cargo, aunque determinados sectores consideran que califican para ser designadas.
En el período que nos ocupa, no es poca la energía que se invierte sobre los aspectos que hemos destacado. En este Siglo XXI es necesario dar pasos orientados a superar el énfasis en las personalidades que van a ocupar los cargos principales del nuevo gobierno; y poner la atención en las necesidades reales que tiene el país; y en la conformación de equipos capaces de empeñarse de tal modo que vayan creando la cultura del trabajo en equipo, la cultura de un trabajo eficiente, desmarcado de la simulación y de la algarabía.
Las personalidades designadas para los cargos más representativos del nuevo gobierno no van a realizar nada si no hay equipos de trabajo con formación consistente, comportamiento ético probado e identificación con las necesidades que tiene la nación. No es tiempo de promover y exaltar figuras; es ocasión propicia para abrirle paso a la acción de comunidades científicas, al trabajo en red, a comunidades de aprendizaje y al trabajo compartido. El período de transición actual requiere la puesta en acción de una visión más holística que contribuya a la creación de las bases de una experiencia democrática y participativa más significativa en la sociedad dominicana. Este fundamento democrático ha de evidenciarse de forma particular en los tres ámbitos que se han declarado prioritarios en la sociedad dominicana: salud, educación y economía. Estos sectores requieren más y mejor democracia para que pueda aflorar su efectividad. Para avanzar hacia la democracia necesaria se requiere la acción de equipos que funcionen con una dirección común clara; y asumida integralmente para alejar la dispersión y la búsqueda de beneficios individuales.
Se espera que el período de transición gubernamental se corresponda con el impulso de liderazgos comprometidos con el desarrollo de la democracia, así como la inclusión social, política y económica. Se requiere, además, una acción eficiente para encontrarle solución a los problemas y la puesta en acción de un poder distribuido para que los equipos asuman su rol corresponsablemente. Hemos de impulsar un liderazgo que funcione desde una visión plural y una ejecución transparente. Esta manera de trabajar posibilitará la construcción compartida de conocimientos, el intercambio de saberes; y el reconocimiento de experiencias que enriquecen el trabajo con su diversidad y sus prácticas.
Los equipos responsables de poner en ejecución las políticas del nuevo gobierno han de fortalecer el diálogo con los diferentes sectores sociales, con las organizaciones y con las comunidades. Estos tienen capacidad para aportar a los planes y proyectos de mejoramiento de la sociedad. Reconocemos y respetamos las personalidades, pero no han de constituir el centro de nada; han de organizarse para trabajar en equipo con entusiasmo y tesón. Han de abrirse a nuevos aprendizajes y, por tanto, a nuevas formas de servir en el país.