Dicen la verdad quienes afirman que las autoridades haitianas manipulan el tema migratorio para consolidar un poder que los enriquece, al tiempo de mantener su pueblo en permanente estado de miseria y de ignorancia Pero, mienten con su silencio ante la evidencia de que, en esencia, es lo mismo que hacen las autoridades dominicanas con el nuestro. Ambos recurren al opio del nacionalismo nostálgico para enfrentar nuestros pueblos y de ese modo perpetuarse en el poder.
Violando sus leyes, las actuales autoridades haitianas, con su presidente Martelly a la cabeza, se mantienen en el poder posponiendo reiteradamente la celebración de las elecciones, donde de manera soberana, para decirlo de algún modo, el pueblo elija sus representantes en los poderes del Estado. Aquí, en la Constitucional del 2010, se introdujo un cambio para hacer coincidir los comicios congresuales y municipales con los presidenciales. Los congresistas y las autoridades municipales la aprovecharon para ampliar la duración de sus mandatos y en las elecciones de ese año se hicieron elegir por 6 años, no por cuatro, como siempre ha sido.
El presidente Medina compró la totalidad de los legisladores de dos "partidos" "opositores" y los de la facción de Leonel Fernández (menos uno) para modificar la Constitución y tratar de reelegirse. Como pago a esos legisladores y a la generalidad de las actuales autoridades municipales, se les garantiza llevarlos en sus boletas electorales del año próximo sin someterlos a la consideración de las bases sus organizaciones. Se auto reelegirían por 4 años, que sumados a los 6 que tienen en ejercicio serían diez años de poder de cuestionable origen.
El real ejercicio de soberanía, descansa en la libre elección de los representantes del pueblo en los lugares donde se toman las decisiones políticas de todo sistema político de un estado o nación. La soberanía de este país no está amenazada por ningún poder extranjero, sino por ese grupo que la tiene secuestrada. Por el que controla el poder de todas las instituciones del Estado de manera cuasi absoluta, el que se auto elige imponiéndole a sus partidos y al pueblo, la lista de quienes quiere en esas instituciones por el tiempo que estime necesario. Peor que en Haití.
Quien crea que quienes gobiernan aquí y allá defenderán la real soberanía de sus respectivos países es ingenuo, ignorante o estúpido. Pero, peor es la actitud de aquellos que a sabiendas callan, como esa oposición que mantiene un elocuente silencio o tibieza suicidas en situaciones en que el gobierno recurre a las mentiras para sostener su política migratoria. Sólo Max Puig, Minou Tavarez y algunos dirigentes de izquierda, han mantenido una irreductible posición sobre ese tema.
Vale advertir que sobre la migración, en Europa, importantes sectores socialdemócratas y de izquierdas han asumido parte del discurso o actitudes de la derecha. Por esa y otras razones, esta ha captado el voto de sectores populares que antes votaban por la izquierda. La derecha ha manipulado esos sectores, insuflándoles actitudes nacionalista/xenofóbica/racistas, un opio que les hace alucinar sobre la solución a los problemas que los acogotan. Esos sectores, víctimas del miedo al futuro, se acogen al discurso simple del populismo de derecha y se convierten en parte mayoritario del cuerpo electoral de la derecha, por lo cual hacer silencio para no enajenarse su voto constituye una política suicida en que incurrieron sectores de la social democracia europea y lo están pagando.
No creo que sea sólo por "prudencia" que algunos sectores de la oposición mantienen su silencio frente al nacionalismo xenofóbico, que le sirve de elemento de campaña a este gobierno, sino porque en sus filas hay gente que la comparte y hasta trata de fundamentarla desde el punto de vista de la historia que nos ha contado el conservadurismo del país. Una lástima.
El tema migratorio es el gran tema del presente, todos los países como el nuestro constituyen un polo de atracción para las migraciones. La nuestra no es sólo de origen haitiano, es de gente que vienen de varias naciones que lenta pero sostenidamente se están insertado en los sectores de la educación a todos los niveles, del comercio y del turismo. Por eso, es necesario una estricta política regulatoria, pero evitando que la misma sea manipulada por un pequeño grupo que controlando el Estado, ha secuestrado la soberanía nacional.
La tibieza o el silencio ante estas cuestiones conducen hacia el despeñadero de quienes lo practican en término particular y de la sociedad en general. El silencio se convierte en factor que contribuye a que el tema se haga cada vez más complejo y hasta casi inmanejable. Dejárselo a los sectores conservadores, asumiendo el silencio, no es justificable ni moral ni políticamente.