A cualquier estudioso de la política de esta región, este país es le resulta de difícil comprensión. Es dificultoso comprender el escandaloso desparpajo con que la generalidad de quienes ocupan puestos tanto electos como de libre designación exhiben unos niveles de vida, de consumo y de suntuosidad de la generalidad de las residencias que envidiarán sus pares en otros países de la región e incluso de países altamente desarrollados. Resulta difícil entender que por tanto tiempo haya discurrido esa desenfrenada vida de despilfarro y saqueo de lo público de parte de la generalidad esos altos funcionarios electos y de la burocracia estatal sin sanción alguna. Un análisis de cómo discurre la vida del partido oficial, el PLD, podría dar una pista sobre esta circunstancia.
En efecto, como entender un partido cuyo presidente esté prácticamente ausente del debate político y que cuando lo hace se enreda en generalizaciones vacuas para no tomar parte directamente sobre los temas claves de las coyunturas a las que alude. Quién puede concebir que un partido tenga como Secretario de Organización, quien fuera llevado a los tribunales acusado de corrupción por el entonces Procurador General del actual gobierno de ese partido, pero dejado libre porque según ese Procurador, “(…) hoy el sistema de justicia dominicano se ha convertido en escudo ideal para todo tipo de delincuencia y corrupción administrativa”; y difícilmente se entienda que los secretarios de finanzas y de asuntos internacionales de ese partido hoy día guarden prisión preventiva, acusados de actos de corrupción por el gobierno de esa organización.
¿Cómo puede operar un partido con tales anomalías?, para decirlo con las palabras del ex Procurador General arriba referido: porque ese partido se ha convertido en escudo ideal para todo tipo de delincuencia y corrupción administrativa. En tal sentido, si, como se dice, los gobiernos son el reflejo del partido que lo llevó al poder, podríamos entender porque el presente gobierno es el más corrupto de cuantos gobiernos hemos tenido en nuestra historia. El proceso de degeneración que sufre el PLD, es directamente proporcional a la extrema corrupción en que discurre su presente administración, la cual ha llegado a su máxima expresión con los escándalos de sobornos a legisladores, de financiamiento a las campañas presidenciales del PLD de parte de la Odebrecht, y las sobreevaluaciones de Punta Catalina.
Muchos observadores de la política de esta región se sorprendían de los niveles de estabilidad de nuestros sistemas político y de partidos, también del grado de tolerancia de los abusos de poder en que por mucho tiempo discurrido nuestra vida política. Sin embargo, subitamente el factor internacional, Odebrecht, ha jugado un papel fundamental para que se haya producido el Movimiento Verde, el fenómeno contestarlo de masas más importante de la historia reciente del país, el cual ha sacudido profundamente las estructuras del Partido/Estado, obligando a su facción mayoritaria llevar a la prisión a prominentes miembros de otras facciones acusándolos de corrupción, al tiempo de proteger a los suyos sindicados como los más beneficiarios de los sobornos.
El auge del movimiento de protesta ha coincidido con una sorda e inédita lucha entre las dos principales de facciones a lo interno del PLD, lo cual ha obligado a la facción mayoritaria a apoyarse en la insostenible táctica de protección de algunos de suyos evidentemente implicados no solamente en los casos de corrupción y soborno de parte de la Odebrecht sino de otros casos de dimensiones no más pequeñas que los actualmente en la palestra, dejando en estado de desprotección a algunos de los miembros de la fracción que, siendo minoritaria es muy importante. El otro factor que enrarece el panorama del Partido/Estado es que finalmente el proceso político dominicano parece ponerse a tono que la situación que vive el mundo, en el cual aparecen movimientos contestarlos que han puesto el jaque diversos sistemas políticos.
La suerte de hibernación en que por mucho tiempo ha vivido la sociedad dominicana parece haber iniciado su primavera; el Movimiento Verde se expande, por lo cual podría ser el final de unos gobiernos sostenidos por una maquinaria partidaria de monolítico espíritu de cuerpo, prácticamente sin oposición formal/institucional. El Movimiento Verde emerge como una esperanzadora oposición no institucional, con el significativo atributo de que muchos de sus integrantes conservan lo mejor de la memoria de lo que es ser oposición y de la insumisión política y social. Eso agudiza una crisis estructural dentro del PLD con tendencia a convertirse en irreversible.
Pero, para que esta tendencia se mantenga es necesario hacer sostenible el Movimiento Verde, dejando a un lado toda tendencia vanguardista o de particularismo que pueden presentarse, cohesionándolo en la diversidad, sin perder la perspectiva política y la lectura correcta y madura de la presente coyuntura. Es la única manera de evitar el absurdo/vergüenza de un partido cuyos gobiernos han corrompido ad nausea no solamente la práctica política, sino a gran parte de su tejido social.