“Política es la búsqueda común del bien común (sentido general) o la actividad que busca el poder del Estado para administrar a partir de él la sociedad (sentido específico)” (Leonardo boff).

El hombre es un animal político, lo insinuó Platón. Nada le es ajeno al hombre. El hombre es parte del todo, un ser que debe ser holístico como la historia nos lo ha demostrado. Ninguna institución humana escapa a la política por muy sacralizada que se considere o por llegar asumir una actitud escéptica frente al mundo. La huida también es una forma de asumir la política.

Todo el accionar de la iglesia es política (mundana, inmanente) aunque no se limite a eso (trascendente, que la sobrepasa); así como Jesús, cuyas acciones eran religiosas y también políticas. Pues una influía en la otra. Lo mataron por subversivo, porque su accionar tenía impactos en la sociedad, las visiones y las relaciones entre los hombres y mujeres de entonces.

Su modus vivendi, marcó un estilo de pensar y actuar. La iglesia por igual, enseña más con lo que hace que con lo que dice, porque un principio teológico nos enseña que lo que no se asume, no se salva. Es un deber evangélico demandar la participación del pueblo, la democracia en la sociedad, evitar los gobiernos dictatoriales y sobre todo, lo aprendido en macabra experiencia de participación en la santificación o el voto de silencio cómplice que tuvo la iglesia en las tiranías de América Latina (Dominicana, Haití, Honduras, Guatemala, El Salvador, Paraguay, Brasil Argentina, Bolivia, Nicaragua etc.), dónde masacraron millones de sus hijos laicos, curas, religiosas y hasta obispos como Romero.

Las iglesias son instituciones religiosas con funciones políticas dentro del poder factico (religión, empresarios, medios de comunicación, cuerpos castrenses, la banca): “Los poderes fácticos, son actores estratégicos que actúan en la sociedad, con suficiente poder para alterar el orden público, impulsar o detener el desarrollo económico o, en general, afectar la marcha de la sociedad, ya sea porque poseen bienes de producción determinantes, mueven organizaciones de masas, tienen influencia sobre la maquinaria administrativa del Estado, manejan las armas o poseen la capacidad de diseminar con fuerza ideas e informaciones sobre la sociedad,  imponen sus agendas a los gobiernos, y pueden controlar en gran medida el funcionamiento del Estado…” (Paulina Andrade A.)

Los pastores y guías espirituales ejercen una función religiosa y política dentro de la comunidad, la cual también tiene una vida política que no se agota en el ámbito religioso. La neutralidad religiosa es un cuento de hada, una quimera. Las intervenciones de la iglesia tienen motivaciones ulteriores. ¿Cuál será la de ahora?. El escritor Omar Mesón, nos dice en las redes sociales: “sabes mijo, cuando la iglesia católica truena en contra de un gobierno, no es anunciando lluvia sino cobro compulsivos”.

De ser cierto lo que algunos como Messón afirman, me pregunto, cuál será la deuda que la iglesia reclama del gobierno de turno? Supongo que la iglesia no tiene problemas con la reelección, ya que en el interior de la institución no se elige a nadie sino se sigue el método del emperador que designa a sus representantes en todos los estamentos hasta ponerse viejos o la muerte los separe del cargo.

La iglesia debe encarnar el evangelio en el tiempo (Chenu). Jesús critico el sistema imperante de su tiempo, pero no asumió los antivalores de entonces. Su vida, sus amigos, su compromiso y renuncia eran propuestas contra el sistema basado en el poder y el tener. El compromiso político no lo da el discurso, el discurso debe partir de una práctica política, de un acampamiento real del pueblo sufriente en sus luchas y frustraciones.