No sé por qué este papa tan instruido mete tanto su santa pata.

Y es que ahora, con motivo de la conmemoración de la caída del Muro de Berlín, el papa ha que ha pedido derribar “todos los muros que aún dividen el mundo”, derribar los símbolos de la “división ideológica”. ¡Qué gracioso!

Y habla como acostumbra, ignorando la viga de su ojo, la viga que ciega a su Iglesia, llamando a destruir los muros como si su Iglesia de Roma no fuese la gran edificadora de muros, la mayor propiciadora de la división y de la discriminación que registra la historia del mundo.

Pero, más que muros físicos la Iglesia se dedica a levantar muros ideológicos, “a evangelizar”, a levantar los muros más duros y tenebrosos posibles, porque la ideología y no las piedras, suele levantar sus muros en la mente y los corazones humanos.

No queremos abundar mucho, solo dejaremos como ejemplo esta máxima eclesial que el propio papa sigue y profesa:

“FUERA DE LA IGLESIA DE ROMA NO HAY SALVACION, que es lo mismo decir “SOLO LA IGLESIA CATOLICA SALVA”.

Don papa ¿acaso este enunciado no es un símbolo de división ideológica? ¿Le parece poco? ¿Acaso no es mayor que el Muro de Berlín?

Sin embargo, como este papa es un hombre serio nos quedamos en la espera que la próxima semana, a más tardar, dé el ejemplo y lance un edicto anunciando que ha derribado este insólito muro de la “salvación exclusiva’ y la “discriminación” y que desde ahora en adelante su Iglesia no tendrá más el “monopolio de la salvación”.

Quedamos, pues, en espera que derribe este muro de más de 2 mil años de existencia que divide al mundo entre elegidos y condenados, entre herejes y ortodoxos, entre bendecidos y maldecidos, entre hijos de Dios e hijos del Diablo, entre comunistas y cristianos, entre cristianos y musulmanes y otras tantas estupideces que han traído el odio, la división y la guerra al mundo, incluyendo al mismo comunismo que con su ideología levantó el muro de Berlín afirmando la religión era el opio de los pueblos.

Ahora bien, si vamos a calificar al papa entre “cínico o despistado” , creo que podemos darle los dos calificativos al mismo tiempo; y lo decimos basados en que sabemos que el propio papa conoce muy bien la historia de su Iglesia, la historia del engaño.