Apenas transcurridas 24 horas de ser empapado, después de que una violenta ráfaga de viento le voló el solideo de la cabeza en “Cuatro Vientos” de Madrid, el Santo Padre, preocupado por los pecados pederastas encubiertos por su Iglesia, ha abierto una investigación teológica para determinar si “el despojo violento de su gorro” fue obra de Dios o del Demonio.

Supersticioso al fin, no le pareció correcto que Dios le hiciera tan “mala jugada” y le volara el gorrito de un soplón delante de todos sus invitados de la JMJ ¿Encojonamiento de Dios? o ¿Travesura del Demonio? Veamos:

El símbolo: El solideo (a solo Dios) es el casquito que se ponen los obispos en la coronilla, el que, como señal respeto, deben quitarse ante la presencia de Dios; de manera que, dejárselo puesto, es una ofensa y una burla al Señor.

Los argumentos han sido sólidos y variados. Unos dicen que fue una manifestación de Dios, quien, en un momento de alegre arrebato por la fiesta, “se le soltó un vientecillo” que le arrancó el sombrerito al Papa. Otros dicen que no, que Dios es incapaz de semejante desvarío trasero, y que fue un celoso Satán que le voló la capotita.

Las especulaciones llovían. Si Dios lo puede todo: ¿Por qué no evitó que Satán lo despojara? ¿Por qué no evitó la lluvia? ¿Por qué no le avisó al Papa? ¿Por qué sabotear el acto que se efectuaba en su nombre?

Aunque para muchos, tomando en cuenta lo que simboliza el solideo, Dios se sintió burlado y le quitó el gorrito, tan violentamente, que el mismo narrador de la emisora Católica EWTN, Pepe Alonzo, metió la pata y, percibiendo la violencia del ataque, se apresuró a decir (para evitar el pánico) que no era una “maldición”, sino, una bendición de Dios que enviaba lluvia para refrescarlos a todos. (Sabe muy poco de comunicación ,quizás lo cancelen).

Ciertamente, ante el despojo violento, la palabra “maldición” invadió la mente de todos los católicos que, sintiéndose acosados por el mundo todo, pensaron que el mismo Dios se había unido a la protesta de los ateos masacrados en las calles de Madrid, enfrentados a la visita del Papa.

Sin embargo, el encuentro del Papa con los jóvenes, más que un éxito de los creyentes, lo fue para los laicos ateos, pues el Papa, en un arrebato típico de soberbia santa, terminó ratificando que “no se puede seguir a Jesús fuera de la Iglesia” y que “quien cede a la tentación de ir ’por su cuenta' o de vivir la fe según la mentalidad individualista corre el riesgo de no encontrar a Cristo”. Empapó y Encagó a Madrid. ¡Heil Hitler! al dictador romano.

Pero no os alarméis mi querido rebaño; es el típico mensaje ecuménico de amor que acostumbra lanzar nuestro simpático Papa, el mismo que dio su aprobación al feo espectáculo final que hizo asomar al “Santo Sagrario” desde el submundo de la tierra infernal, en vez de hacerlo descender glorioso desde el cielo.

 Oremus: ¡OH Dios, quítanos este Panzer Papa de arriba antes de que nos hunda lo poco que nos queda de la Iglesia, ¡llévatelo Cundo!, como te llevaste su gorrito! Amén.