El bloque político que controla los principales poderes del Estado y la oposición, en su amplio abanico, tienen ante sí el problema de definir sus candidaturas para las próximas elecciones. El primero debe decidir con cuál de sus dos principales facciones seguirá gobernando y la segunda se debate sobre cómo y a quién y quienes escoger para encabezar un proyecto de poder y de sociedad alternativo. La solución de esos dilemas será determinante para el futuro inmediato del país.
El partido de gobierno, una poderosa corporación económico/política, tiene clara su vocación continuista en tanto corporación, tiene claro su proyecto de poder y a pesar de estar inmerso en el dilema de cómo echar adelante ese proyecto y cuál de las dos facciones principales será hegemónica en ese andar, las posibilidades de resolver sus problemas lucen más claras que las de la oposición.
El presidente Medina tiene poco tiempo para resolver ese dilema y miembros de su grupo, junto a prominentes allegados, le conminan a que se reelija para mantener su facción al frente de la cosa pública y alejar el amenazante fantasma del ex presidente Fernández. Ellos y analistas independientes plantean que la única manera de conjurar ese fantasma es a través de la reelección de Medina. Sin embargo, necesariamente, esa no es la única salida.
Este puede mantener su grupo en el poder, apostando a una figura de su entorno, puede vencer a Fernández sin que, desdiciéndose, asuma el evitable trauma de la aventura reeleccionista, hipotecando con ella los casi dos años que les quedan de poder. El hecho de tener el control de los recursos del gobierno y la mayoría en las instancias partidarias determinantes hacen que en última instancia pueda derrotar a un Fernández que sabe que no podrá ser gobierno con la oposición de Medina, lo sabe mejor que nadie pues para hacer presidente a este último tuvo que desfondar la economía del país.
Fernández no puede ser presidente sin el apoyo de Medina y este puede mantener su facción en el poder sin un Leonel que relativamente debilitado como está, difícilmente puede enfrentarlo. Además, si a Medina le costó tanto sufrimiento y humillación alcanzar el gobierno y el control del partido, porque devolvérselo a su adversario?, que además de eso, dado sus problemas de imagen, no constituye una vía segura para mantener la corporación en el poder. El desenlace del proceso que se le sigue al Secretario de Organización/delfín leonelista, despejará el dilema de cómo y con quién podría mantenerse ese poder.
La madeja de ese proceso no termina su ligadura, sus hilos los tejen gente de aquí (del gobierno) y de fuera… igualmente, hasta ahora resulta difícil saber cómo podrá desmontarse ese proceso y más difícil aún: que se haga sin que eso no constituya otro agravio para el Ministerio Público y sobre todo para Medina; asimismo para quienes desde fuera han sido reiterativos en declaraciones de apoya al Ministerio Público, la presión que desde diversos sectores de poder nacional e internacional se le hace a esta institución para que se conozca el expediente, del aludido delfín: Félix Bautista son ostensibles e insostenibles por largo tiempo.
A eso apuestan quienes dentro de la facción de Medina expresan públicamente su oposición a la reelección. Lo hacen no solamente porque de una u otra manera está definidamente en contra de un regreso de Leonel al poder, ni porque con ello quieren apoyar uno de los de Danilo e incluso sin ser de este, como el caso de Temo Montás, sino porque están convencidos de que pueden mantener su partido en el poder sin recurrir a Leonel, algunos de quienes así piensan se cuentan entre los peledeistas más competentes.
Igualmente, y quizás precisamente por eso, habrán leído el difícil estado de situación de la oposición. En tal sentido, dado las dificultades que acarrea un cambio de la Constitución para hacer pasar el proyecto reeleccionista, cobra sentido de pertinencia una opción del danilismo para mantener el poder peledeista, sin que necesariamente eso dependa de las inciertas posibilidades de Fernández ni de una traumática reelección de Medina.
Naturalmente, eso dentro de la lógica del análisis político. El folklor de la política dominicana no siempre se rige por esa lógica. Aquí el absurdo es tan recurrente que se ha convertido en lo realmente posible, en lo que realmente se impone. Puede que esta vez así no sea.