Al Horford ha dicho que no participará en la selección nacional de baloncesto que representará a nuestro país en el mundial de baloncesto a celebrarse en China en septiembre próximo, Karl-Anthony Towns parece que tomará igual decisión, ambos son los dos mejores basquetbolistas dominicanos. No es primera vez que ellos y otros atletas de alto rendimiento se niegan a representar el país en eventos deportivos de carácter regional o mundial y, como siempre, muchas voces condenan la posición de esos atletas con los más ácidos descalificativos. Esta situación, plantea la nunca acabada discusión sobre los conceptos patria, identidad y sobre la obligatoriedad o no de esos deportistas de representar a su país, y porqué los nuestros tienden a ser reiterativos en esa actitud
Manu Ginobili, los hermanos Gasol, argentino y españoles respectivamente y Giannis Antetokounmpo, griego y jugador más valioso de la NBA este año, además de Toni Parker, francés, entre otros igualmente estrellas y superestrellas presentarán sus países en el citado evento. De los mencionados, los Gasol se integran siempre a su selección nacional en eventos deportivos mundiales. ¿Es que aquellos se identifican más con su ¨patria¨ que los nuestros? si es así, habría que preguntarse la razón y para eso la reflexión sobre el concepto identidad es clave. Mientras más seguridad le ofrece un territorio a un individuo mayor es su sentido de pertenencia ese territorio, si de este poco o nada material y espiritualmente recibe o percibe, mayor será el apego o desapego a ese territorio.
Es conocido el abandono del Estado dominicano a sus atletas de alto rendimiento, no sólo cuando terminan sus carreras sino, en caso de algunos, cuando están en el tope de su rendimiento. Muchos de esos atletas se formaron en el exterior, algunos por circunstancias personales, y otros simplemente porque el estado invierte poquísimo en infraestructuras deportivas y en el personal que forman los atletas. Si se forman en el exterior, si son productos de sistemas deportivos y/o de otras sociedades, sus identidades son el resultado de diversas vivencias, no las forjan sólo en su territorio, por lo cual no se les puede exigir una identidad idealizada por quienes por fanatismo, ignorancia o intereses los condenan.
La generalizada corrupción en que discurren los gobiernos de este país, la inexistencia de un régimen de consecuencia, dado a que la justicia obedece al presidente del gobierno de turno, el desorden social e institucional, cuestiones que han llegado hasta la náusea en el actual gobierno de un presidente que miente, no honra su palabra, que corrompe individuos e instituciones, la inseguridad ciudadana etc., dan un contexto que debilita el sentimiento estimule el apego a un territorio a una comunidad, sobre todo cuando no ha sido en ese territorio donde se ha logrado la esencia de su formación como atleta. Un contexto totalmente diferente al de la generalidad de atletas de alto rendimiento de otros países que con orgullo los representan en eventos internacionales.
El sentimiento patrio que muchos demandan a los atletas, se forja cuando el territorio, la patria, incluye a todos sus ciudadanos, si estos se sienten excluidos, abandonados en los momentos cruciales de sus vidas difícilmente expresaran esa identidad que hace que determinados atletas representen en todo momento a su territorio, a su patria. No puede esperarse fuerte apego a su país a una mayoría de jóvenes que quieren emigrar, y prefieren un gobierno de fuerza que les dé seguridad en lugar de uno falsamente democrático que no le ofrece nada, que no le garantiza empleo y si los da es a aquellos que son familias de las mafias en el poder, excluyendo a quienes vinculan a alguien de la oposición, independientemente de la calidad del currículo que puede tener.
Una sociedad sometida a tantas lacras tiene que provocar que muchos atletas no sientan el estímulo suficiente de representarla en eventos deportivos mundiales o regionales, sobre todo en momentos como este donde diversos acontecimientos de la vida política y social que en lugar de orgullo motiva vergüenza. El historiador Marc Bloch decía que “los hombres son hijos de su tiempo que de sus padre” más que hijos de este país, en términos deportivos y culturales, Horford y Towns son hijos del país que los formó, no del que la madre de uno de ellos tuvo que emigrar porque no le ofrecía un futuro seguro.
Las voleibolistas, las Reinas del Caribe, son otro cantar, son hechuras del tesón de un exitoso proyecto deportivo privado que a muchas les garantiza su presente y su futuro y por eso representan al país en eventos regionales y mundiales. En ese contexto es que hay que ver las posiciones de los referidos atletas, a los que hay que entender y no simplemente condenar.