Aprovechando el sentimiento cristiano de la Navidad, el gobierno “regala” millones de cajas con productos navideños a los pobres e indigentes dominicanos. El mal gusto de la generosidad aireada a todo color en la prensa y con letreros y consignas impresos en las cajas entregadas, se convierte en una parodia y simulación de la compasión y de la caridad cristiana y en un acto de meapilismo gubernamental.
Las dádivas entregadas por el gobierno a largas filas de los que representan a los más de cuatro millones de pobres del país presentan una diferencia abismal en cantidad y calidad con las abundantes y jugosas “canastas” que reciben del mismo gobierno otros muchos situados en “filas políticas y económicas” privilegiadas. Junto con la bondad, la burla. Falso desprendimiento con rostro de clientelismo descarado y perverso. Meapilismo gubernamental que ofende la igualdad del Mandamiento Nuevo.
La pobreza no se combate un día. No se asume una vez al año como expresión del fervor de la trulla navideña. Debe asumirse siempre en nombre de la solidaridad y la equidad como momentos concretos de la justicia distributiva de contenido social en el marco de una democracia sana.
No se trata de un gobierno compasivo que “regala a los pobres en Navidad”. Se trata más bien de otra Navidad más en que la pobreza, no asumida responsablemente por el gobierno, “se pone en fila” y muestra sus heridas en cada rostro humillado por una espera atropellante para recibir las migajas de los que hurtan el pan entero.
Los pobres no necesitan cajitas con publicidad clientelista que persigue a los que las reciben hasta el borde de las ollas. Necesitan trabajo digno y salario justo para comer en su mesa lo producido con el sudor honrado de su frente, pagado con justicia. No necesitan una precaria “dieta de tercera” calculada y entregada por los que esa Noche de Paz tendrán una “opípara dieta de primera”.
Esa “mirada navideña” del gobierno y de los políticos hacia los pobres” no es más que una farsa para desdibujar la pobreza y la exclusión social imperantes en el país, cuyo afrontamiento requiere de la incorporación de las normas que vinculan los derechos humanos con la pobreza y dotar de una dimensión social las políticas macroeconómicas. Hay que ir más allá del asistencialismo, hay que combatir la pobreza pluridimensional con políticas sociales transparentes.
Este gobierno no conoce el mérito espiritual del anonimato cuando se hace el bien, tal como lo expresa Mateo 6, 3: “No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”. Más bien, convierte en espectáculo y en “caridad facturada” las necesidades ignoradas y desatendidas de las comunidades. Anestesia de conciencias.
Esta expresión de profundo “meapilismo” toca también a otros muchos políticos que posan para “fotos navideñas con los pobres”, que piden para esos mismos pobres bendiciones salidas de labios de profetas falsos e hipócritas. “Meapilismo” que se da también en la Junta Central Electoral, que pide una tregua política por los motivos reverentes de la Navidad, siendo que trata de manera irreverente los derechos de miles de dominicanos descendientes de haitianos, incluidos – no excluidos- en la redención del Niño que nace en cada Navidad.
Es “meapilismo” el llamado a la “reflexión y al recogimiento” que funcionarios y políticos hacen a los ciudadanos con motivo de la Navidad. Son ellos, y no los ciudadanos, los que deben reflexionar seriamente sobre sus comportamientos demagógicos y sus poses redentoras que confunde el recogimiento con el conformismo, con la renuncia a la protesta, a la exigencia de justicia, a la lucha contra la pobreza y a la condena de la corrupción gubernamental, que ahora en Navidad llega envuelta en papel de regalo.