La euforia triunfalista del litoral de gobierno en los días que lograron la repostulación del Presidente, de repente se ha transformado en incertidumbre y nerviosismo por el giro que ha tomado el clima político, luego de los escándalos de corrupción de varios signos que acogotan al Presidente/candidato, entre los que se destaca el de la OISOE. Además, por la inusitada y extendida insubordinación de muchos militantes del PLD contra los recientes pactos suscritos por la alta dirigencia de ese partido, los cuales coartan sus derechos a ser democráticamente elegidos.

Medina ha logrado una gestión que ha discurrido sin mayores sobresaltos, a pesar de que la misma en esencia ha sido igual a la de Leonel. Sin embargo, en este último año de gobierno se han conjugado una serie de factores que han determinado el actual mal momento del Presidente/candidato. Entre esos factores, a parte del natural desgastes que sufren los gobiernos, quizás el más importante es que el principal sector de la oposición finalmente ha logrado ser más eficiente y eficaz por su capacidad de sustentar sus denuncias con datos contundentes, más sistemáticas y claramente dirigidas.

Ante esa circunstancia, los voceros y "bocinas" del gobierno hablan de un "complot" (palabra muy del gusto de los regímenes totalitarios) mediático contra la figura y honra del Presidente para desdibujar su imagen. A ellos hay que recordarles que el principal factor que desdibuja la imagen de un gobierno son las malas acciones de quienes lo encabezan. La compra de su repostulación y los pactos indignos por él suscritos han generado repulsas y cuestionamiento a la figura del Presidente/candidato dentro y fuera de su partido.

Pero, el mayor cuestionamiento a la honra y decoro del Presidente lo hizo el presidente de su propio partido, Leonel Fernández en su discurso del 24 de mayo del año en curso contra el intento de reforma constitucional para reintroducir la reelección, cuando citando a Martí y aludiendo a Medina, dijo: "Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado". Ese lapidario cuestionamiento, más el destape de diversos escándalos de corrupción, de violación a la institucionalidad democrática en general y el particular a los principios y reglas de funcionamiento interno del propio PLD, de parte del Presidente/candidato y sus principales seguidores constituyen las principales causas de su mal momento. No buscarlas en un imaginario "complot" mediático.

Las denuncias contra los diversos tipos de corrupción en que ha discurrido el gobierno de Medina nunca se han detenido y en eso han sido sistemáticos sectores de la sociedad civil que tienen en las redes sociales y las calles como sus principales armas, junto a importantes líderes de opinión. Ahora, con el impacto de los datos en que se sustentan las denuncias se han creado las condiciones para un salto cualitativo en las acciones de protestas y de una mayor amplitud de las mismas. Nada más.

La coordinación de las acciones de protestas, sustentando las denuncias con datos serios, debe ser la respuesta de toda la oposición ante las amenazas del gobierno, evitando las distracciones, pujas y descalificaciones a cualquiera de sus componentes. Sólo así se lograría que el mal momento del Presidente/candidato se mantenga y amplíe durante todo el proceso electoral. Esa debe ser la posición de la oposición para ser eficaz en ese proceso, unirse en los diversos escenarios para golpear eficazmente un gobierno y un Presidente, que a pesar del mal momento que atraviesan tienen una extraordinaria cantidad de medios para mantenerse en el poder.

Nadie está obligado a renunciar a su legítimo derecho de trillar el camino que su organización considere más idóneo para potenciar sus particulares objetivos, pero quien piense sólo en esos particulares objetivos está política y moralmente descalificado para decir que realmente desea que este país salga definitivamente de un gobierno y un presidente que compra y prostituye todo, tanto a particulares individuos como a enteras colectividades.