Ratificar la importancia del libro de texto y la necesidad de que el Ministerio de Educación de la República Dominicana ponga en acción la política nacional de libros de textos para los niños dominicanos de educación primaria es tarea prioritaria en este tiempo pandémico. Por la relevancia del libro de texto, es necesario tomar conciencia de sus posibilidades y riesgos. Su utilización en el aula no puede ser ingenua; ha de estar direccionada por criterios comprensibles por docentes y estudiantes. Si se establecen criterios, el uso del libro de texto deja de ser arbitrario. Algunos criterios que pueden validar la pertinencia de su uso en el aula y fuera de ella, son:

  • El libro de texto como dispositivo de investigación: Se ha de incentivar la actitud investigativa de los niños. El libro, más que uniformar su manera de pensar y de actuar, ha de elevar su capacidad de exploración, de búsqueda de explicaciones nuevas a lo que acontece en su entorno, ya sea en el aula, en el centro, en la familia o en su espacio territorial.
  • El libro de texto como cauce de información pertinente y veraz: Este recurso educativo no puede ofrecer informaciones falsas. Ha de ser información actualizada, completa y fundamentada.; ha de estar vertebrada por la ética.
  • El libro de texto como generador de preguntas, activador de motivaciones y de talentos dormidos: Ha de potenciar la habilidad de los niños para identificar lo que plantea la información y lo que puede estar oculto. Los niños han de desarrollar competencias para el uso crítico y creativo del libro de texto.
  • La articulación del contenido del libro de texto con el currículo vigente: Si tiene un contenido que consolida y amplía las directrices curriculares, el impacto positivo en el aprendizaje de los estudiantes no tarda en manifestarse. El uso del libro de texto es para aprender con significado lo que en cada grado, ciclo y nivel establece el currículo nacional.

El currículo no es camisa de fuerza; es la propuesta que posibilita un aprendizaje conforme al proceso evolutivo de los estudiantes y a las necesidades del contexto. Se ha de trabajar para que el uso del libro de texto sea posible. Y hay que preguntarse qué libro, qué o cuáles enfoques, cuáles contenidos, qué dimensión ética, qué sentido estético, qué actualidad, qué fundamento científico; qué relación con la edad del niño, con la realidad, etc.  En este marco, si se aplican los criterios antes señalados, las posibilidades y los riesgos de los textos pueden ser gestionados con mayor efectividad. El libro de texto tiene múltiples posibilidades. Las más relevantes se relacionan con el desarrollo de una actitud favorable a la lectura; a la elevación del deseo y del disfrute de la lectura; al refuerzo de la motivación de los estudiantes; y a la potenciación de la imaginación de los niños y de su capacidad creativa. Asimismo, el libro de texto favorece la organización del estudiante y de los docentes; activa el pensamiento lógico-analítico y crítico; contribuye a un mayor nivel de productividad de los estudiantes y al desarrollo de una visión más amplia, al ponerlos en contacto con el conocimiento específico de diferentes disciplinas. Los niños van descubriendo la importancia del conocimiento interdisciplinario; y de establecer relación entre el contexto social y familiar con el proceso formativo que se impulsa desde el aula y el centro educativo. De igual manera, el libro de texto contribuye al desarrollo del léxico de estudiantes y docentes; aporta referentes para que ambos actores puedan contrastar sus enfoques; las posiciones que asumen ante los hechos que ocurren en el aula, en el centro educativo y en su comunidad. Además, aprenden a dar pasos en el ámbito de la observación, de la comparación, del análisis y de la discusión con los autores. El libro de texto puede aportar para que el estudiante avance en el desarrollo del sentido estético y del pensamiento crítico; y para que aprenda a valorar diferentes expresiones de las artes. De esta manera, refuerza la humanización del aula, de los niños, de los docentes y del centro educativo.

Plantear los riesgos del uso del libro de texto no invalida su importancia ni, mucho menos, su utilización. Pero requiere cuidado y la puesta en acción de estrategias y procedimientos que garanticen la intencionalidad educativa, y aprendizajes pertinentes y cualificados. Uno de los riesgos   es el uso del libro de texto como la fuente de los saberes y no como un recurso más en el conjunto de medios de apoyo para el aprendizaje. Esta forma de utilizarlo lo convierte en un recetario que instrumentaliza al libro de texto como tal y a las experiencias de aprendizaje.  También está el uso del libro de texto como sustituto del currículo vigente. Este riesgo tiene una repercusión relevante en la formación de los estudiantes; su visión de la educación, del aprendizaje y de las ciencias se reduce. Además, la integralidad de la educación de los estudiantes se paraliza.  De otra parte, el libro de texto con enfoques curriculares, contenidos y metodologías ambiguos crean confusión, afectan el desarrollo del pensamiento y de mentalidad lúcidos. Este problema tiene un costo alto en la formación del pensamiento crítico y de una visión integral de los hechos.  El uso del libro como sustituto de las aportaciones cognoscitivas, valorativas, psicoafectivas y sociales, con las que ha de contribuir cada maestro, constituye un alto riesgo. Convierte a los docentes en reproductores, en entes pasivos que bloquean la construcción de conocimientos, la innovación y la creatividad.  Si los maestros no asumen el compromiso de enriquecer con sus análisis, reflexiones y propuestas cada situación de aprendizaje, su rol se desvirtúa y al mismo tiempo se empobrece el desarrollo curricular.

Se ha de prevenir el uso del libro de texto que explícita o sutilmente induzca a la discriminación, a la desigualdad y a la violación de derechos humanos. Por ello la evaluación del libro de texto es fundamental, así como la evaluación de las instituciones que los editan y de los evaluadores de libros.