La verdad absoluta, con todo y expresarse así, pueda que no sea más que un enigma. En el periodismo sin compromisos no se puede ceder ni un ápice. Todo tiene que ser según el color del cristal con que se mire.
Dudar siempre es lo que ha de acompañar a todo investigador o escrutador de cosas, hechos o acontecimientos. De lo contrario, se expone a ceder a complacencias e intereses, y su trabajo queda incompleto.
“La verdad, solamente la verdad”, o “Sin temor ni favor”. Estas frases, que en otras épocas acogieron para sí algunos medios, suenan cual si fueran excelentes lemas, o como un par de consignas que en determinado momento han sido usadas en el periodismo para agenciarse la adherencia del público.
Lamentable es decirlo: en la práctica cotidiana esas frases no siempre se aproximan a llenar su cometido. El libre ejercicio del periodismo en República Dominicana, digamos con especial mención el diarismo, está supeditado a decisiones del gran capital, entre otros tipos de conciliábulos.
Un periodista honesto debe dudar siempre, porque en toda acción hay intereses de por medio, sean pocos o en cantidades.
Hay medios que envían a sus reporteros a cubrir ruedas de prensa donde no les permiten preguntas, y los responsables de esas actividades imponen el monólogo como única conversación. ¿Y entonces? Eso nos indica que ahí hay temores por algo que no quieren que trascienda. Y que no se practica con la verdad.
Sencillamente, como mandaderos van los reporteros a esos encuentros. Y eso, hay que erradicarlo de raíz.
Aparecen ejecutivos en los medios que retuercen verdades, por conveniencia. De esa manera se la ponen especialmente difícil a los periodistas que están en el duro trajín de buscar las noticias. Ejemplos hay de sobra al respecto. Siempre los ha habido.
No pocos reporteros defienden su oficio y sus fuentes, hasta con su propia vida, de ser posible. Pero en las redacciones que representan, o no los valoran dándoles apoyo, o dejan que el tiempo se encargue de olvidar cosas que pasan.
Por todo eso y más, no podemos proclamar a los cuatro vientos que tenemos una prensa de libertades y de que es soberana, dentro de lo que es el libre juego de la democracia representativa.
El ejercicio del periodismo tiene sus mieles en cuanto a satisfacciones. Pero también sus momentos de pura hiel.
Los periodistas siempre deben tener bien presente las limitantes que imponen las disposiciones legales que rigen el oficio en República Dominicana. De poco han valido los intentos por modernizar y democratizar la controversial y ya obsoleta Ley 6132, sobre expresión y difusión del pensamiento, que data del año 1962.
En este nuestro país, los intentos por ejercer un periodismo de investigación, contestatario y de manera frontal, que vaya dirigido a defender los intereses de los sectores más sensatos de la sociedad, en la mayoría de los casos encuentran barreras infranqueables para llegar a conclusiones satisfactorias y en defensa de las mejores causas.
Duele decirlo, pero los bajos salarios atentan contra la integridad moral del periodista, para expresarlo en sentido genérico. El pluriempleo conspira contra una sana preparación y mejor formación de nuestros reporteros. Demostrado está, hasta en demasía.
Un periodista debe ser un libro abierto, pero por encima de todo, poseer amplios conocimientos acerca de la sociedad en que se desenvuelve, que es lo mismo que conocer a fondo la ciudad, su región y país en que vive, sus delimitaciones, su gente, su folklor, sus alegrías, en fin, su cultura como pueblo y como país.
Más aún, debe tener un universo de conceptos a nivel global. Y eso no siempre se consigue.
Y un tema sumamente controversial es que, aunque traten de satanizarlo, un periodista está en su libre derecho de tener simpatías políticas. Pero de ahí a ser militante en pleno ejercicio del oficio es algo que va contra natura.
Estas ideas puestas en ristre me hacen pensar que por esto y mucho más es que las redacciones de los medios llamados independientes se quedan vacías de periodistas con larga data en el oficio y que pasan a un tipo de “periodismo light”, en las oficinas de prensa y relaciones públicas de los sectores público y privado.