Hay un comercial de TV que dice una frase que me llamó la atención: “Creía que tener un hijo era lo más grande, hasta que lo más grande me dio un nieto.  Me dejé provocar y la tomé de excusa para hablar acerca de un vínculo familiar muy importante que son los abuelos y abuelas. Como etapa la llamaré abuelato y como todo en la vida hay muchas maneras de ejercerla.

Hay abuelas que asumen responsabilidades de madres, siendo sus hijas las proveedoras económicas de la casa. Son abuelas que trabajan mucho y luego de criar a sus hijos e hijas, muchas veces por condiciones económicas, abandono paterno y otras circunstancias, terminan asumiendo cargas muy pesadas y a veces interminables.

Otros abuelos se mantienen como centro de las familias de sus hijos e hijas aún luego de casados. Se trata de familias que han desarrollado un negocio familiar y la vida de todos gira alrededor del patrimonio de los padres que termina siendo el de los hijos. Pueden ser abuelos que manejan mucho poder, que generan lealtades muy fuertes y a los que muchas veces es difícil ponerles límites.

Los abuelos son un gran sistema de apoyo para las familias y  de una manera o de otra se cuenta con ellos. Pero además como vínculo afectivo para los niños es de gran primacía y desarrolla la posibilidad de aprender otro tipo de amor distinto al de papá y mamá.

Hay un tipo de abuelato que debido al aumento de la calidad de vida de la gente mayor, está muy de moda y produce mucho disfrute en una etapa de la vida en que sólo se está dispuesto a dar y recibir amor sin muchas reglas ni complicaciones.

Se trata de abuelas y abuelos entre 50 y 70 años aproximadamente que se han dado la libertad de vincularse con sus nietos poniendo ellos sus condiciones y se lo han expresado  claramente a sus hijos.

Recibí en la consulta a una pareja joven que tenía el disgusto con los abuelos maternos porque no estaban dispuestos a cuidar siempre a los nietos. Los disfruté mucho pues cayeron en cuenta de una manera muy sana que sus mentalidades eran más conservadoras que las de sus padres. Definitivamente no estaban listos para tener a unos padres que luego de terminar el trabajo de crianza con ellos, no estaban dispuestos a comenzar de nuevo con los nietos. Son padres que, contrario a lo que la cultura les quiere hacer creer,  entienden que con los hijos sí se termina en obligaciones aunque nunca en amor. Estos jóvenes abuelos tenían su plan particular de cómo querían vincularse con sus nietos.

Son abuelos que van al gimnasio, tienen un grupo de amigos y amigas coetáneos, salen de paseo, se van de vacaciones, tienen agenda y dentro de ella necesitan, con tiempo, colocar también a sus nietos y sus salidas con ellos.

Es un abuelato de gente activa, que produce intelectualmente, que lee, se documenta, está actualizada y al tanto de lo que ocurre.

Aman a sus nietos, los disfrutan, los integran en sus actividades, pero sabiendo que la responsabilidad primera es de sus hijos. Se dan la libertad de amar sin el compromiso de disciplinar, entregan afecto sin correcciones, sin sacar errores ni poner castigos. Observan a sus nietos, les escuchan, les miran, celebran sus logros, les acompañan y dan afecto cuando se enferman.

Hermoso legado que dejan, sólo amor, diversión, risa, canto y baile, qué mejor complemento para los súper ocupados padres y madres de hoy día.