Y no sólo en HBO. También está llegando (y rápidamente) hacia el hemisferio norte. Y a pesar de que los dominicanos parecen estar siempre muy entusiasmados por las decoraciones navideñas, que, seamos sinceros, ponen demasiado pronto y mantienen por demasiado tiempo, estoy segura de que no estarían tan entusiasmados por el invierno verdadero con todos sus encantos (también conocidos como los horrores de la congelación ártica).

He oído a gente de climas cálidos quejarse de las condiciones meteorológicas. Y mucho. Pero créanme, no han oído el verdadero maratón de quejas climáticas al menos que hayan sobrevivido a un invierno con nieve. Sí, lo peor de los inviernos del norte es que, la única cosa de la cual se habla es qué tan frío dicho invierno es. Sí, he oído decir que lo peor del invierno es… el invierno.

Pero también, el cielo. No se puede ver. En ningún lado. Lo abrumadoramente grisáceo te persigue a cada paso (paso que a regañadientes intentamos tomar, a través de la sucia nieve).

Y entonces, la depresión. Es un hecho comprobado, la falta de luz incrementa la probabilidad de sentirse triste y, además, nos provoca llorar sin ninguna razón en particular (a menos que vivir en un refrigerador sea  razón suficiente, y yo diría que sí).

Después, llega el problema relacionado con el extravagante aumento de peso. La falta de luz – frío – suéteres holgados – tristeza – chocolate – aburrirse en casa. Todo aquello tiene resultados muy entrelazados y muy visibles.

Además, hay que llevar toda la ropa a la vez. Imagínense la diversión al entrar en cualquier establecimiento (con calefacción encendida full, obviamente) y tener que sacárselo todo (bueno, casi todo) para no morir de un golpe de calor, tan distinto del aura de afuera.

El frío duele en la cara. Literalmente, ya que la cara es la única parte de la piel dejada al descubierto, entonces el frío pica con una crueldad particular.

No hay manera de llegar a cualquier lugar a tiempo (el tráfico, la velocidad y el hielo no se mezclan bien).

Es imposible verse elegante. La nariz que moquea, la cara de color rojo, con demasiada ropa puesta, y el pelo muy seco debido a toda la calefacción central de la casa y cada vez que nos ponemos una gorra, el pelo se electrifica y se pone aun peor. Además, la ropa de invierno, seamos sinceros, no hace mucha justicia a nuestras figuras divinas.

Y casi todas las actividades al aire libre son limitadas. Tan limitadas como nuestra voluntad de incluso salir fuera de casa.

Y la voluntad de escapar lejos es directamente proporcional. Así que eso es lo que pasa. El invierno está llegando a Europa, por lo cual yo obviamente me voy a la República Dominicana, la tierra donde el sol nunca deja de brillar.

Entonces, a la Temporada de Navidad sin nieve pero, tan sobrecargada con decoraciones invernales, aquí vámos.

Y me pregunto ¿cuánto tiempo me tomará para comenzar a quejarme del calor