La estafa educativa dominicana tiene muchos cómplices. Las estafas no se dan al azar. Son planificadas y diseñadas por inteligencias perversas con objetivos perversos. Tienen un antes, un durante y un después que dejan rastros. También dejan muchas víctimas. La perversidad causante de los tantos saqueos y estafas en el sector educativo  en el  país han causado  un atraso de 30 años en la educación dominicana. Tres décadas perdidas con sus visibles y lamentables consecuencias económicas, políticas, sociales, morales y culturales.

Con la expansión del presupuesto en términos acelerados a partir del 2013, cuando el sector educativo comienza a recibir el 4% del PIB, comienzan a registrarse también estafas y saqueos mayores de la nueva mina educativa para engrosar el botín que sería distribuido en empleos políticos clientelares, nominillas, construcciones favorecidas y subsidios discriminados con su previsto diezmo. Y también con la perversa dualidad de simular revoluciones educativas a lo interno para justificar inversiones invisibles, y pobreza educativa a lo externo para generar compasiones que atraen préstamos y donaciones que terminan siendo escondidas en la bolsa del gobierno. Esta doble jugada es una estafa doble.

El 4%  destinado a la educación permitirá que más niños asistan a la escuela. Pero no se trata de que los niños no puedan ir a la escuela; es que allí no aprenden. En este sentido, el Banco Mundial enfatiza estos dos mensajes: uno es que la escolarización sin aprendizaje no es solo una oportunidad perdida, sino también una gran injusticia. Los más pobres son quienes más sufren las consecuencias de la baja eficacia del sistema educativo.

El 4% pone en evidencia que hay mucho dinero pero pocas ideas. Sin embargo, Tanto dinero tan mal aprovechado no puede ser producto de un “descuido”. El 4%  asignado a la educación desde hace 6 años, equivalente a unos 3,000 millones de dólares anuales se ha “gastado”  alegremente, no creo que torpemente, sino perversamente, en propósitos y proyectos que en muy poco promuevan el logro la calidad del sistema educativo nacional.

El reciente reporte de PISA 2019 (Programme for International Student Assessment, PISA), que coloca al país en un vergonzante  último lugar de una lista de 79 países, es una prueba fehaciente de esta estafa, basados en evidencias que demuestran que el aumento de la inversión no ha generado calidad en el sistema educativo nacional. Pero no es una estafa anónima. Tiene el nombre de los estafadores como la estafa de Bernard Madoff.

Constituyen también  una estafa las medidas anunciadas por el ministro actual y ex ministros y ministras de Educación, beneficiados del 4%   mientras disfrutaron de las mieles del poder,  que extrañamente agradecen los resultados de PISA porque “servirán para despertar y buscar fórmulas adecuadas para lograr la calidad de la educación en el futuro”. En ese sentido, llama la atención  el caso de una exministra, con vocación de vidente,  que propone  más horas de docencia e improvisadas teorizaciones insufladas de ignorancia  para mejorar la calidad de la educación dominicana y superar el estigma de la prueba PISA.

Pero no solamente son los resultados de PISA. En todo caso, sólo constituyen una vergüenza y una afrenta nacional e internacional que se deja ver cada tres años y que se olvida en un día. Hay otras estafas más cotidianas y permanentes pero igual de aberrantes e inmorales por ser pruebas visibles de “corrupciones” que debilitan el  impacto educativo y ético del destino del 4% para una educación de calidad que no está resultando así.

Durante cinco años consecutivos las escuelas públicas no tienen libros,  tal como anunciara el representante de la Iniciativa Dominicana por una Educación de Calidad, IDEC, en fecha 13 de noviembre de este mismo año. Omisión doblemente perversa. Primero porque priva a los estudiantes de recursos de aprendizaje determinantes de la calidad de su rendimiento;  y segundo, porque deja en manos de alguien los recursos previstos en el 4% para comprar libros.

Para el periodo de gestión 2016-2018 se establecieron 10 metas “presidenciales”, que pretenden dar respuesta a los compromisos nacionales asumidos y a pactos internacionales que incluye compromisos de mediano y largo plazo para ampliar y mejorar la educación. El logro de dichas metas es todavía una tarea pendiente y por tanto la inversión en las mismas, proveniente del 4%, no presenta niveles de logros exitosos, situación que queda reflejada en los pobres resultados del informe PISA 2019.

Otra estafa  repetida cada año escolar y que atenta contra la calidad de la educación es la falta de maestros. Al inicio de este año escolar la situación era la siguiente: La falta de 1,126 maestros en escuelas públicas mantiene en peligro el desarrollo normal del año escolar en Boca Chica, Montecristi y Santiago. Sólo en Boca Chica, la falta de 400 maestros ha creado un caos en 18 planteles escolares en Montecristi hacen faltaban 382 maestros. En la Regional 13-01 faltaban 90 educadores, en la 13-02 faltaban unos 200 maestros y en la 13-03 la cantidad de profesores en las aulas es de 92. En Santiago faltaban 344. En el caso del Distrito Educativo 12-05 se estaban requiriendo alrededor de 800 maestros. Sin libros y sin maestros sólo queda el desencanto escolar, el caos y el fracaso escolar.

Frente a esta situación cabe preguntarse si acaso lo que se quiere es empujar la “importación de  profesores”. Ya a finales del 2012, el presidente Danilo Medina anunció la posibilidad de contratar profesores extranjeros para formar a los profesores dominicanos en las áreas de Ciencias, Matemáticas y Lenguaje, como una respuesta a los pobres resultados exhibidos por los estudiantes dominicanos en las evaluaciones  PISA. En aquel entonces, la idea también fue respaldada por Acción Empresarial por la Educación, EDUCA.

Ante la situación de caos que supone para las autoridades educativas  el sintonizar el 4% con el  mejoramiento de la calidad de la educación en el país, cabe preguntarse: “¿Cómo manejar tantos recursos sin una cadena logística bien estructurada, profesionales idóneos, pulcros, honestos e interesados en que realmente la calidad de ese gasto sea la mejor?”.

Se puede afirmar que el 4%  dedicado a una educación de calidad en el país no está ni en las mejores manos ni en los mejores cerebros. Cambiemos la situación. Pongámoslo en mejores manos y en  mejores cerebros.  Esperar a que la situación cambie sin una acción colectiva que la impulse es también una estafa que debe evitarse. Exijamos una administración distinta del 4%.

Los datos deprimentes de PISA, desde el 2014 hasta hoy,  son una muestra de que hasta ahora el 4%  como vía para una  educación de calidad tiene mucho de caos y de estafa. ¡No esperemos tres años para visitar de nuevo el muro de las lamentaciones!