Para analizar el discurso de rendición de cuentas del presidente ante el Congreso lo primero que hay que señalar es que independientemente de lo bien escrito que haya estado o de la valoración de la gestión del año anterior o de los planes anunciados, lo primero que debemos destacar es que el mismo no cumple estrictamente con las características establecidas en la Constitución.

Y es que el discurso ante el Congreso en la fecha de independencia que marca el inicio de la primera legislatura sigue siendo visto como una ocasión de promocionar la obra de gobierno ejecutada, y no como una real explicación a los gobernados de cuáles son las proyecciones, los resultados esperados y las principales prioridades que ejecutarán dentro de la ley de presupuesto.

Esa promoción fue precisamente el combustible de toda la maquinaria comunicacional montada para la ocasión, desde las publicaciones de las obras ejecutadas en todos los diarios por dos días consecutivos por la presidencia, así como otras del ministerio ejecutor de las mismas.

Detrás de todo eso luce haber una estrategia que aparenta perseguir objetivos ulteriores, desde las evidentemente programadas manifestaciones de apoyo al presidente por  personas apostadas en el trayecto hasta el Palacio del Congreso con afiches impresos bajo una misma línea gráfica contentivos de mensajes no solo de respaldo, sino alusivos a continuidad en el poder bajo el lema de que el soberano, es decir el pueblo, decide; hasta la inclusión de algunos mensajes en el discurso del presidente de la Asamblea Nacional.

El discurso del presidente de la Asamblea no solo deja ver la falta de conciencia con el rol de fiscalizador y de contrapeso que tiene el poder legislativo sobre el ejecutivo, dado que  se vuelca en elogios sobre  la obra de gestión cuyas memorias le están sometiendo para su revisión en un ejercicio de rendición de cuentas, sino que fue más allá al exponer criterios personales sobre el tema de la forma de realización de las primarias, el cual ha suscitado un gran debate entre los que propugnan porque sean abiertas y los que entienden deben ser cerradas por razones constitucionales y de otros órdenes, posición que suscribe la  mayoría de los partidos de oposición y que ha generado una división  dentro del mismo partido oficial.

Estas expresiones del discurso del presidente de la Asamblea, el cual generalmente no es objeto de atención puesto que el foco siempre es el discurso del presidente de la República, han provocado que respetadas instituciones de la sociedad civil declaren que sus conclusiones “no están apegadas a la Constitución y las leyes”.

Y no solo fueron sus confusas conclusiones sobre la forma de elección de los candidatos a puestos electivos sino la afirmación de que una comisión del Senado conocerá el proyecto de ley de partidos con la promesa  de que el próximo  mes estaría  aprobado, dejando así detrás la comisión bicameral que avanzó en la discusión del proyecto de ley hasta que suspendió sus trabajos por el tranque de las primarias, probablemente porque  entienden que en ese Senado pueden aprobar la modalidad del agrado de la facción del presidente y enviarla así a los Diputados aunque no se logre aprobar la ley.

Por todo eso más que al contenido del discurso debemos prestar atención al hilo invisible con el que se están dando las puntadas para con promociones de obras públicas, manifestaciones populares o con la intención de imponer un método conveniente para direccionar las selecciones de candidaturas en los distintos partidos, tratar de impulsar la retención del poder directamente por quien lo ocupa o por un no tan invisible designado delfín.