Los dominicanos somos materialistas. Nuestro materialismo se manifiesta de diversas maneras: Es materialista el asaltante que mata a un hombre solo por el placer de manejar su yipeta algunas horas hasta que lo aprese la policía. Es materialista el gobernante que pretende que el progreso son solo los metros y los elevados y los megapuertos. Es materialista el reformista que argumentaba con orgullo: “Esto lo hizo Balaguer” o “Balaguer construyó, los demás no hicieron nada”. Es materialista el que compuso hace más de cien años el merengue que decía:
“Ya Santiago tiene lo que no tenía
una planta eléctrica y agua en tuberías”
Los dominicanos somos materialistas porque damos mucha importancia al “tener” y poca al “ser”. Y poco nos importa las consecuencias. Poco le importa al asesino que le canten treinta años. Poco le importa al político que las obras sean innecesarias o que consuman fondos necesarios para otros fines más prioritarios o que provoquen un déficit en el presupuesto. Poco le importó, en fin, al compositor, que hubiera apagones o que el agua lleguara a ratos.
(Los dominicanos tenemos dificultades para mirar más allá del presente, para sopesar las consecuencias de nuestros actos de hoy. Pero este es tema para otro artículo.)
Como lo evidencia el ejemplo del compositor, esta fijación viene de lejos. A veces me he preguntado si no viene desde los tiempos de la colonia, cuando hasta los ricos nada tenían, cuando vivían en la miseria, cuando salían a las calles solo de noche para que no se notara que sus hábitos estaban rotos, cuando dependían del situado, del oro que, a modo de subvención, dejaban de paso los barcos que iban de la Nueva Granada – actualmente Méjico – hacia España.
Pero poco importa su origen, sino sus consecuencias. Porque la creencia que el desarrollo viene del “tener” no engendra sino subdesarrollo. Solo el “ser” genera desarrollo.
Todos comprendemos el concepto de desarrollo personal: Un estado en el que una persona utiliza al máximo sus capacidades en beneficio de su propio bienestar y el de los demás. Creo firmemente que pasa lo mismo con las sociedades ¿Cómo se manifiesta el desarrollo social? A través de instituciones estables y eficientes. A través de una justicia verdaderamente ciega a la hora de juzgar. A través de un estado compuesto de los mejores individuos y no de los que estén más pegados. A través de gobernantes que gobiernen teniendo en mente el bienestar general en lugar del bienestar propio o el de los suyos…
Las obras, las cosas son naturalmente importantes. Pero pensar que concentrándonos exclusivamente en ellas avanzaremos es una gran necedad.
Tan grande como pensar que el hábito hace al monje: Todos sabemos que no.
El hábito no hace ni al cardenal.