Lo más trascendente no es que Su Excelencia James “Wally” Brewster asuma con valentía su condición de homosexual; ni que haya contraído formal matrimonio con su novio o novia (nadie sabe); ni que ofrezca fomentar las mejores relaciones culturales y comerciales con este país, donde desde hace años tiene muchos amigos; ni que le importe un comino el que dirán los mojigatos de esta aldea medieval. Nada de eso. Lo más importante es que acaba de declarar que es escogidista, elevado mérito por el que merece la más alta consideración y respeto (y que me perdonen los liceístas).