El gasto público es una herramienta importante en cuanto a lo que a política económica se refiere para países de todos los niveles de ingreso. En relación con otros países, los países de bajos ingresos como la República Dominicana tienen características y necesidades específicas que pueden dar forma a los efectos macroeconómicos de esa política fiscal de una manera particular. Por ejemplo, el financiamiento externo, algo que es de suma importancia para los países de bajos ingresos, puede aumentar el flujo de recursos hacía la economía, pero también puede inducir a una apreciación del tipo de cambio real, desalentando a la producción comercializada de calidad.
Las apremiantes necesidades de desarrollo que experimentan los países de ingresos bajos le otorgan un rol determinante a la inversión pública como eje central para apuntalar el crecimiento económico, así lo explica el destacado economista estadounidense Jeffrey Sachs en su ensayo “El fin de la pobreza: Posibilidades Económicas para nuestro tiempo.” Sin embargo, la baja eficiencia del gasto —la relación entre el cambio en el capital público y un aumento en el gasto— puede disminuir su efecto en el crecimiento económico. Además, el gasto público de capital en los países de ingresos bajos a menudo tiene una alta intensidad de importación, lo que sugiere que la inversión pública puede no aumentar mucho la demanda de bienes producidos en el país, como sucede en la República Dominicana. Estas características específicas de los países de bajos ingresos potencialmente ofrecen una imagen diferente de la visión general de que los efectos de la inversión pública pueden servir como un estímulo de la demanda a corto plazo, así como un motor del crecimiento económico a largo plazo.
De acuerdo con investigaciones recientes realizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), indican que proyectos de inversión pública financiados por fuentes de financiamientos oficiales en países de bajos ingresos, tienden a tener en promedio multiplicador de producción por debajo de 0.5. Esa misma investigación encontró una correlación positiva pero débil entre los auges de la inversión pública y el rendimiento posterior de la producción.
Existen dos características relevantes del gasto de capital que están asociadas con la inversión pública en los países de bajos ingresos: una es la baja eficiencia marginal de la inversión y el bajo nivel de consumo de insumos interno. Obviamente, sin agregar los problemas de mala planificación, ejecución y gestión de proyectos de inversión. Eso trae como consecuencia una mala calidad de la inversión, como lo demuestra el índice público de gestión de inversiones (PIMI), por sus siglas en inglés. Este índice muestra que un dólar de inversión pública genera 0.47 centavos de dólar en acumulación de capital en promedio en los países de bajos ingresos, lo que es una clara señal de la falta de eficiencia en la inversión pública.
Además de la ineficiencia de la inversión, el gasto de capital en los países de ingresos bajos posee un alto componente de importación que incluye: maquinarias, materias primas y mano de obra calificada (en caso de ser necesario). Aunque no existen datos concretos que muestren la intensidad de los niveles de importación en el gasto de capital de los países en desarrollo de bajos ingresos, pero datos empíricos arrojan que ese porcentaje puede ser tan alto como un 75%.
La restricción en la movilidad del capital en los países de ingresos bajos, el financiamiento externo aumenta la disponibilidad de capital, por ende, mitiga los efectos del desplazamiento del gasto público. En contraste con los efectos negativos del financiamiento interno, los cambios en el consumo privado y la inversión con financiamiento externo es menos negativo o incluso pueden volverse positivo.
Sin embargo, las entradas de capital derivadas de la deuda externa o la ayuda pueden apreciar el tipo de cambio real, reduciendo la competitividad de los bienes comercializados en los mercados mundiales y, por lo tanto, la producción comercializada. Modelos econométricos neokeynesianos muestran que el financiamiento externo generalmente produce mayores multiplicadores de producción que el financiamiento interno.
La importancia del financiamiento externo disminuye cuando la movilidad del capital internacional es alta. La apreciación del tipo de cambio real resultante del aumento del endeudamiento externo del Gobierno reduce los beneficios del endeudamiento externo del sector privado. Dado que los hogares pueden ajustar su cartera con costos relativamente bajos, bajo una cuenta de capital bastante abierta, pueden contrarrestar un aumento de la deuda pública externa al reducir el endeudamiento externo. En equilibrio, la cantidad total disponible de recursos externos puede no aumentar mucho en relación con la situación de un aumento del gasto financiado a nivel nacional. Por lo tanto, el beneficio de las entradas de capital extranjero para mitigar el efecto del desplazamiento es pequeño en economías con una cuenta de capital bastante abierta, como ocurre en la mayoría de los países desarrollados, mientras que es importante en economías con acceso limitado a los mercados internacionales de capital, como en los países de bajos ingresos.
Conclusiones
La República Dominicana necesita eficientizar el gasto de capital en la inversión pública, no sólo mejorando la eficiencia de este, sino reduciendo la alta incidencia de las importaciones en dicho gasto, para de esta forma aumentar el efecto multiplicador de la producción generado por la inversión pública, que es el garante del crecimiento económico sostenido a largo plazo. Las pequeñas y medianas empresas juegan un rol determinante en la oferta de materias primas que se necesitan en la inversión pública. El gasto de capital bien orientado es esencial para generar recursos frescos, que han de ser destinados a saldar el fuerte endeudamiento que enfrenta el país en estos momentos. En la próxima entrega abordaremos el rol que juegan las PYMES en el desarrollo económico del país.