El año escolar 2020-2021 está llegando a su fin. El Ministro de Educación de la República Dominicana ha anunciado que será clausurado el 29 de julio. Antes de realizar esta actividad, el Consejo Nacional de Educación ha determinado que se realice la evaluación de los estudiantes, excepto los de Educación Inicial. La evaluación es un proceso muy importante que generalmente despierta la atención, no solo del sector educativo, sino también de la familia y de la sociedad en general. Un aspecto importante es que la promoción de los estudiantes que van a ser evaluados no dependerá de la calificación que obtengan en la prueba que se les aplique; sino que se tendrán en cuenta los trabajos que hayan realizado en el desarrollo del curso. Este hecho es interesante y constituye una oportunidad para que estudiantes y docentes constaten qué tan significativas y efectivas han sido sus experiencias de aprendizajes. Tendrán la ocasión de identificar qué factores contribuyeron efectivamente a la construcción de conocimientos y a la adquisición de aprendizajes con significados para los actores involucrados.
El Consejo Nacional de Educación ha de avanzar hacia una evaluación más sistémica. En un contexto de pandemia, además de los contenidos disciplinares, se han de tener en cuenta
procesos, acciones y experiencias resilientes que han convertido a muchos estudiantes y docentes en sujetos más corresponsables, solidarios y comprometidos con el centro educativo y con sus comunidades. Los aprendizajes que derivan de las diferentes disciplinas son fundamentales, pero no excluyen otros que emergen de la interacción de los estudiantes y docentes con su entorno inmediato; y de su capacidad para enfrentar las situaciones difíciles generadas por el contexto pandémico que viven. En todo momento hemos nombrado de forma conjunta a estudiantes y a docentes. Y es que se considera necesario evaluar el trabajo realizado por los docentes y por los gestores de la educación. Hace varios años que se propugna por una evaluación más integral y cada vez menos parcial. Esta integralidad ha de tener en cuenta la diversidad de dimensiones que aportan las ciencias, la calidad del trabajo realizado por los docentes, las condiciones estructurales en las que se realiza el trabajo docente y la calidad de los recursos de apoyo al aprendizaje. Se debe superar la política de una evaluación centrada solo en lo que hace y aprende el estudiante. Sí. El estudiante es la prioridad, pero no el único sujeto que ha de ser sometido a evaluación.
Al clausurar el año escolar se ha de evaluar, también, el trabajo de docentes y gestores; y de los técnicos distritales y nacionales. Los administradores de la educación a nivel nacional han de ser evaluados. Si la evaluación incluye a los distintos actores y se toman en cuenta la multiplicidad de factores que intervienen en un proceso evaluativo, los resultados de aprendizaje también se pueden constatar de forma más global e integral.
Es tiempo de darle a la evaluación el sitial que merece y necesita. El proceso evaluativo se ha de asumir como una práctica sustantiva del trabajo docente y de los gestores. No tiene sentido huirle a este proceso. Sus aportaciones son imprescindibles para avanzar hacia una docencia y una gestión más innovadoras y transparentes. En este mismo sentido, se ha de realizar una evaluación exhaustiva del alcance, las implicaciones y los resultados de la educación virtual; y de la formación a través de la televisión y de la radio. Se han de evaluar, además, las aportaciones de las familias. Los cuadernillos requieren una evaluación especial. La calidad, la estética y la consistencia de estos materiales demandan una revisión con rigor y orientada a cambios significativos. Este proceso evaluativo general importa para que el curso escolar 2021-2022 tenga como cimiento buenas prácticas de los estudiantes, de los docentes y de los gestores de la educación.
El fin del año escolar 2020-2021 es desafiante, porque pone al Ministerio de Educación ante la necesidad de optar por un sistema de evaluación más integral, innovador y participativo; y de descartar una práctica que en los tiempos actuales ha de estar en desuso.