"…..el artista esta fuera de sí mismo mientras produce, ¿dónde se encuentra? La contestación es muy simple. Está en su obra, mientras crea, no está en su mundo, en nuestro mundo, sino en el mundo de su obra…" (Zweig, Conf. El Misterio de la Creación Artística).

Una obra de arte es una página luminosa de la creación humana, Stefan Zweig nos cuenta que es un acto  sobrenatural de la condición humana para elevarse en lo divino; ella se traduce de lo material en Rembrandt , Beethoven, en Goya, Sheskepeare, Gogol, Guillo Pérez, Cándido Bido y tanto otros innumerables, en la inmortalidad encumbrada de fantasía por los creadores. Ante mi presencia observo

cuadros a mi alrededor que me cautivan con su lenguaje de colores y sincronías que plasmaron con su genio los artistas plásticos expresando misterios, que no puede interpretar del todo el espectador, y es ahí la grandeza mágica de estas piezas que conmueven a los prohijadores y espectadores. Cuando les solicitamos una interpretación de la obra suya, suelen quedar mudos y dejar la interrogante abierta al sentido de los dilectantes.

La obra tiene su propio lenguaje, que es polifacético e infinito." La concepción de un artista es un proceso interior"(Zweig ), de su cerebro brotan fantasías e imágenes que ni el mismo controla en el proceso de su creación que en principios no sabe hacia dónde culmina.

Algunos continuaron montados en  el misterio y habiendo dejado creaciones se esfumaron a temprana edad en el crepúsculo de la muerte y otro en la demencia paseándose en la Zona Colonial con sus trapos a cuestas

Cuando recibí Estética, como pudo haber sido Teoría del Arte, del poeta Pedro Mir, con los con-discípulos Enriquillo Sánchez, Miguel Alfonseca, Blanca Delgado Malagón y  Danilo Lasosé en las aulas universitarias, ese espacio era un despliegue de lenguaje y narración de figuras artísticas mostradas, donde volaba el tiempo insaciable, puesto que el salón se convertía en poesía por el maestro exponente y el talento novelesco y filosófico de los discípulos que asistían; en realidad los pasillos se llenaban de mirones, que presenciaban azorados aquello trasmutado en una obra de arte.

Algunos continuaron montados en  el misterio y habiendo dejado creaciones se esfumaron a temprana edad en el crepúsculo de la muerte y otro en la demencia paseándose en la Zona Colonial con sus trapos a cuestas, como aconteció con el fundador de California, al verse abandonado y despojado de la riqueza aurífera que poseía.

La inspiración de estas consideraciones vienen a mí al enfocarme en un cuadro del inmortal dominicano Guillo Pérez, colgado en mi sala, con el típico amarillo y dos gallos desplumándose, ya que el día anterior un gran amigo hijo suyo me confesó que no obstante la fama y notoriedad de los grandes artistas, como están obligados a vender sus obras, sin otra protección alguna, al dejar este mundo quedan sus obras en posesión de otros que la adquirieron como inversión.

Todo el mundo piensa que dejó riqueza, pero la fama le robó a la riqueza su pertenencia, que era temporal y aquella inmortal, entonces la familia sufre las consecuencias de la mezquindad y la falsa percepción que se tiene en comparar fama en relación con patrimonio. Pero si nos paseamos por la galería de los grandes, encontramos un real divorcio entre ambas situaciones, siendo su familia la que recibe las consecuencias económicas y sociales.

Generalmente los artistas radican su riqueza en la propia creación artística, la contemplan en cada paso del proceso fantástico con devoción y pasión inigualables,  son restringidos los que acumulan millones.

Tampoco revelan los pormenores del acto de creación. Se les dificulta ofrecer un informe, es diluir el misterio. En el caso de las Técnicas de Hacer Cuentos, del maestro Juan Bosch se presenta como hecho especial haber descrito esos pasos de la narrativa desarrollada por su genio; se unen dos condiciones excepcionales, la del Maestro y la del Cuentista. Y conste que la política le restó un precioso tiempo a su talento. No obstante, sus Técnicas responden a criterios narrativos y lingüísticos, no necesariamente artísticos, habida cuenta de su extensa y madura experiencia en ese campo, donde se sitúa como un verdadero maestro del género.