En su obra “Teoría de la verdad y ética del discurso”, el filósofo alemán Karl-Otto Apel indica que: “Quien afirma algo (¡en un discurso argumentativo!) se compromete también a fundamentarlo si se le pide”. Eso pretendo hacer: pedirle al presidente Medina que fundamente muchas de las cosas que dijo en su discurso de lanzamiento de su candidatura presidencial el 31 de enero pasado.

Ojalá que lo hiciera, en nombre de la democracia y de su propia palabra comprometida: “Soy un presidente que dialoga con el pueblo todos los días… para resolver pequeños y grandes problemas”. Cumpla la solicitud de un simple ciudadano y la del pueblo dominicano. Le sugiero con respeto que vuelva a leer su discurso y, por favor, dénos sus argumentos y escuche los nuestros.

Al leer el citado discurso encontré muestras de un reiterado estrabismo moral. Recordando que en el lenguaje de la salud, el estrabismo es un defecto de los ojos, llamado también “mirada torcida”, que se caracteriza porque cada uno de los ojos está mirando a un lugar diferente. El estrabismo moral, entonces, significaría que dicho discurso tiene una doble moral. Que no coincide con la realidad que vive el país. Que contiene verdades torcidas. Que el país no está como lo pinta el discurso del presidente Medina.

Fue dicho en el discurso: “Las palabras son bellas, son hermosas para hacer poemas, son importantes para formular ideas y para comunicarse pero por si solas no tienen la capacidad mágica de hacer”. Quizá porque usted cree que las suyas si tienen la capacidad mágica de hacernos creer todo lo que dijo en su alocución, nos regaló un discurso de 14 páginas y 4,934 palabras. 

De “estrabismo moral” , de “verdades torcidas” encontré muchas muestras en sus palabras leídas. No creo que su proclamación fuera una “fiesta de la justicia”. La justicia dominicana es un “merengue triste”, “huele a tiburón podrido”. Dijo también que quería “discutir” el presente y el futuro del país pero sólo habló usted o sólo lo discute con los suyos. Falso anuncio de un diálogo plural y democrático, que supone el disenso, la denuncia y la protesta.

Debilitada y maltrecha la denominada “revolución educativa”, el discurso pretende “hacernos soñar con una verdadera “revolución ética moralizadora y libertadora”.  Víctimas de la revolución educativa, hay en la Vega más de cuarenta ingenieros en quiebra porque ya construyeron escuelas y no han recibido sus pagos. En Santiago y otras provincias la situación es peor. Estrabismo moral y verdades torcidas.

No creemos que haya sido un “lapsus linguae”, pero se habló en el discurso de la “lucha implacable por la transparencia”, de que “la corrupción existe en todos los países del mundo, y de que la diferencia es la forma en que cada país lidia con ella. Hay países que son tolerantes y por eso no tienen el respeto del mundo”. En esto el discurso acierta.  Aunque no se dijo en el mismo, lamentablemente estamos entre esos que no tienen el respeto del mundo.  Verdad torcida, estrabismo moral es propagar “que como país hemos luchado para lograr este respeto”.

El amplio menú de escándalos de corrupción del partido en el gobierno le resta fuerza moral a la intención (¿manipuladora?) del discurso. La duda, más no la confianza, que genera el discurso sobre esta “mágica revolución ética” se basa en los desaciertos éticos de un gobierno poco virtuoso. Precisamente la corrupción aparece cuando hay una crisis de valores en los gobernantes, funcionarios y demás servidores del gobierno. No es suficiente que el gobierno diga de sí mismo que es “bueno”, es necesario someter esta valoración al escrutinio de los ciudadanos. Hay que incluir otras miradas, más “veedores”.

La osada promesa de una cruzada por la moralidad, traída por el discurso electorero del presidente Medina, nos obliga a cuestionar profundamente las simulaciones o intentos fallidos de su gobierno que apuestan a crear un “gobierno ético y transparente”. Primero fue la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción, creada por el expresidente Leonel Fernández mediante el Decreto 101-05. Letra muerta, “show off” del gobierno peledeísta de aquel momento, imitado por éste.

Igual suerte corrió el “Código de Pautas Éticas”, anunciadas por el Presidente Medina, en el marco de un Consejo de Gobierno, al inicio de sugestión de gobierno en el 2012, para prevenir y perseguir la corrupción. Con un número mayor al de los Diez Mandamientos, el “Código de Pautas Éticas”, unos 18 “deberes-compromisos-mandatos”, “mandamientos morales desoídos e incumplidos”, componen el Código de Pautas Éticas, que hoy también descansa en el olvido. Discursos huecos, aquel y éste.  No es cierto que este gobierno, que busca repetirse, ha “actuado por la línea”, a menos que la línea haya sido mal percibida por el padecimiento de estrabismo moral.

Y el discurso del presidente trajo a colación a Ghandi. A propósito de esto, ¿no habrá cometido este gobierno los siete pecados capitales señalados por el mismo Ghandi: Riqueza sin trabajo, /Disfrute sin conciencia, /Conocimientos sin carácter, /Negocios sin moral, /Ciencia sin humanidad, /Religión sin sacrificio/Política sin principios?

Quedan en el discurso del presidente Medina abundantes muestras de “estrabismo moral” y de “verdades torcidas”. Búsquelas. Las encontrará. Denúncielas en nombre de la democracia y de la justicia que el mismo discurso del presidente no nos garantiza y que deberemos conquistar en las elecciones que se avecinan.