No cabe duda de que las próximas elecciones serán las más complejas en muchos años al elegirse el mismo día alrededor de 4,200  funcionarios a nivel presidencial, legislativo y municipal, concentrándose la mayor dificultad en el momento del conteo de los votos en cada colegio electoral (mesa de votación), lo que pretende resolverse automatizando dicho escrutinio.

Habrá un poco menos de 16,000 colegios electorales en las próximas elecciones, distribuidos en 4,275 centros de votación,  y se utilizarían tres boletas por cada votante, para cubrir los tres niveles, por lo que si utilizáramos el método de conteo manual de los votos que siempre hemos utilizado, no hay duda de que enfrentaríamos serias dilaciones en el escrutinio de los votos, además del aumento de errores en las actas de votación debido al número de candidaturas involucradas y por lo tanto de cálculos a realizar.

Es claro que automatizar el escrutinio de los votos en cada colegio electoral resolvería el principal reto que enfrentan las próximas elecciones y sería un paso más de avance en la modernización del proceso electoral dominicano.

Sin embargo, no entiendo por qué siempre tenemos que hacer las cosas al revés y al margen de la institucionalidad en la República Dominicana. Un proyecto de esta naturaleza debió haberse planificado como lo manda la Constitución e incluirse en el presupuesto del año en que se va a ejecutar, como lo exigen las leyes. Pero ocurre que el presupuesto de la JCE aprobado por el Congreso para este año no contempla este proyecto, que sobrepasará los US$30 millones de dólares, alrededor de RD$1,350 millones de pesos.

Pero además no entiendo por qué razón se separa el voto electrónico del escrutinio automatizado de los votos, debiendo ser ambos partes de un mismo proyecto. Cuando en un futuro, espero que cercano, se quiera pasar al voto electrónico, que es la tendencia a nivel mundial, muy probablemente los equipos que ahora se adquirirán no podrán ser utilizados y habrá que hacer nuevas inversiones en un país de recursos escasos y mal administrados.

Ya ha pasado lo mismo en un par de ocasiones. Primero cuando se capturaron las huellas de más de tres millones de personas al margen de un proceso de cedulación, y esa base de huellas capturadas, con una inversión importante, hubo que tirarla al zafacón cuando poco tiempo después la JCE inicio un proceso de cedulación que incluía nuevamente la captura de las huellas. Luego con el mismo proceso de cedulación, se utilizó una cédula que no es inteligente, que no tiene un chip integrado con todos los datos biométricos del cedulado, y en un futuro cercano el país tendrá que cambiarla a una cedula inteligente si desea hacer realidad el concepto de gobierno inteligente (Smart Goverment).

De todas formas, al margen de la forma ineficiente y apresurada en que se pretende ejecutar este nuevo proyecto, que según el calendario electoral de la JCE debió estar en ejecución en febrero pasado pero se ha dilatado por el tema de los fondos, sabemos que la mano de hierro del presidente de la JCE se impondrá, que el gobierno terminará aportando los fondos,  por lo que lo importante ahora es que se ejecute con transparencia y con niveles de seguridad apropiados.

El nuevo proceso en las mesas de votación comenzará con tres boletas, una para cada uno de los niveles (presidencial, legislativo y municipal). Cada votante marcará al candidato de su preferencia en cada una de las tres boletas en la misma forma en que se ha hecho en las elecciones pasadas. Luego de marcarlas, el votante se acercará a un escáner y en un ambiente de confidencialidad, pues el voto es secreto, colocará cada boleta en el equipo, que escaneará las boletas y registrará electrónicamente a favor de quiénes fue el voto. El mismo escáner o el votante se encargaría de depositar luego las boletas en la urna correspondiente para tener la evidencia física del voto. Cuando se haya cerrado la mesa y completado el proceso de votación, habrá una impresora que imprimirá: a) el listado de concurrentes (quiénes votaron) y b) el acta de la mesa con los resultados de la votación. Esa acta será firmada por el presidente y secretario de cada mesa y los delegados de los partidos, que recibirán una copia, y esperamos que siga la tradición de publicar una copia en la puerta de cada mesa. Finalmente el equipo se encargará de transmitir,  utilizando la red móvil, el resultado de la votación de la mesa a la JCE, que los consolidará y divulgará.

Con este sistema la JCE deberá estar en condiciones de divulgar los resultados de las elecciones antes de las 8 PM del mismo día de la votación, pues tan pronto se produzca el cierre de la votación, tomará minutos imprimir el acta, firmarla y enviar los resultados vía electrónica a la JCE.

Los equipos y programas que finalmente se escojan deben ofrecer los sistemas de seguridad que permitan eliminar o por lo menos reducir considerablemente los riesgos de manipulación automatizada de los resultados de la votación porque el escrutinio de los votos será un proceso que nadie podrá observar visualmente y que ocurrirá al interior de los equipos a través de programas que pueden ser manipulados.  Es difícil que un fraude pueda ocurrir a partir del momento en que se envían los resultados a la JCE y se divulguen por ésta última, pues los partidos tendrán copia del acta que imprimirá el equipo y podrían probar fácilmente cualquier discrepancia. Por lo tanto, la parte más sensible es la que ocurre antes de la impresión del acta.

En caso de discrepancia o impugnación siempre se podrá recurrir a los votos marcados manualmente para compararlos con los resultados del acta producida por los equipos. Sin embargo, la experiencia nos indica que en la mayoría de los casos en que, en el pasado, se ha solicitado la verificación física de los votos marcados manualmente para compararlos con las actas, los órganos encargados de dirimir tales conflictos han terminado rechazando estas peticiones, algunas veces es forma escandalosamente incomprensible.

Esperamos que todos los partidos políticos hayan dado seguimiento a este concurso público desde sus inicios,  para que a través de sus expertos en tecnología informática puedan asegurarse que el sistema es confiable, pues a los veedores les será realmente difícil cumplir este rol.

He revisado el Pliego de Condiciones Específicas (LPI-01-2015) del concurso que lleva a cabo la JCE y me ha preocupado que los parámetros para la calificación de los proponentes dejan un amplio espacio a la discrecionalidad del órgano contratante. Por ejemplo, 5% de la puntuación “será de la exclusiva consideración de la Comisión de Compras y Licitaciones, que mediante informe justificará su otorgamiento”.  Cuarenta por ciento se concentra en la demostración y prueba de los equipos, tomando en cuenta criterios que por no estar acompañados de elementos objetivos verificables, se tornan muy subjetivos.

Un detalle también preocupante es que la experiencia del proponente solo vale 10% y basta tener “experiencia en implementación de proyectos tecnológicos, lo que es muy general y debió decir en proyectos tecnológicos relacionados con el objeto del concurso, es decir con el escrutinio de los votos.

La JCE ha nombrado una Comisión de Veedores cuando ya el concurso público está en su etapa final, pues comenzó en abril. Es importante que esos veedores conozcan todos los detalles del concurso, y por ser un tema muy especializado con aplicaciones tecnológicas sofisticadas, entiendan lo que cada concursante está ofreciendo. Para esos fines lo ideal es que se provea a los veedores de fondos para que estos puedan contratar a expertos independientes que los asesoren adecuadamente. No sería correcto que los asesores de los veedores sean provistos por la propia JCE, que es la observada, como ha ocurrido en el pasado, ni por uno o varios partidos políticos, por un tema de conflicto de intereses.

Debo aclarar que no estoy asesorando a ninguna empresa de las que participan en la licitación y no aceptaré representar a ninguna de ellas en el futuro, pues he decidido que en lo relativo a los temas electorales concentraré mi actividad como voluntario de Participación Ciudadana, que, como siempre, se está preparando para observar las próximas elecciones.