Cuando ayer nos sorprendió la información sobre el escándalo del monumental fraude del plagio y falsificación de artículos y falsas intervenciones en conferencias científicas por parte de la casi totalidad de los cinco mil médicos aspirantes a subespecialidades, ignorábamos que este tipo de prácticas y otras aún peores vienen de muy atrás y casi son moneda corriente.
El destape del escándalo ha dado lugar a nuevas revelaciones por parte de prestigiosos galenos con amplio conocimiento de las realidades ocultas que encierra este sector profesional.
Así tenemos que el doctor Nelson Rodríguez Monegro, ex director del Servicio Nacional de Salud, saca a relucir que cuando ocupó el cargo se enteró que se hacían publicaciones para concursar cobrándose hasta 20 mil pesos a cambio de incluir a médicos en “trabajos científicos” en los que no habían tenido la menor participación.
Rodríguez Monegro se lamenta que existe una cultura de fraude sin consecuencias, en la cual muchos derivan beneficios menos los que carecen de padrinos, al tiempo de señalar que no se explica que el Colegio Médico muestre sorpresa ante una práctica que califica de “harto conocida” desde hace muchos años.
En el mismo orden, señaló que se hacen publicaciones en revistas médicas creadas con ese propósito y cuando los supuestos autores de tales trabajos científicos eran entrevistados para optar por las plazas quedada al descubierto el fraude al mostrar una total ignorancia de su contenido.
Pero los tentáculos de las prácticas escandalosas se extienden hasta los concursos donde además del fraude por parte de los que pretenden optar por una plaza, también los practican los organizadores del mismo hasta el punto de poner a ganar aspirantes que ni siquiera concursaron.
Por su parte, otra voz autorizada y con vasto conocimiento de las entre telas del mundo médico, el destacado cardiólogo Bernardo Defilló, reclama mayor controles para evitar la falsificación y el fraude en ese importante sector profesional.
Y agrega que aquí cualquiera se inventa un título, una tesis y hasta una especialidad, práctica a la que es preciso ponerle coto al tiempo de advertir que el fraude en la clase médica es una señal de que vamos mal.
Por su parte el médico internista y educador Jorge Marte revela que las escasas publicaciones médicas que existen legalmente en el país ofertan el servicio de inserción en sus páginas a cambio de dinero y quienes pagan por ello muchas veces no tienen la menor idea de lo publicado.
Mientras la Procuraduría General anuncia que procederá a abrir una investigación que comenzará por el Distrito Nacional, y dependiendo de sus resultados se extenderá a otras jurisdicciones. En el reportaje firmado por Altagracia Ortíz que puso al desnudo el escándalo en la edición de ayer del matutino HOY, figura que la mayoría de los casos se han producido en Santiago y en la región este e involucra a dirigentes del Colegio Médico en esas jurisdicciones.
La depuración de los miles de casos de fraude representa por otra parte un serio problema desde el punto de vista práctico, en tanto anular dichas subespecialidades ya en proceso, crearía serios trastornos a los centros de salud que requerirían de personal para brindar atención a los pacientes.
En suma, y aún cuando sea considerado una herejía gramatical y trastorne la digestión de los muy sapientes miembros de la Real Academia Española de la Lengua, la única frase que se nos ocurre para reflejar la gravedad y complejidad del problema es de tal magnitud que “el escándalo es mucho mas peor.”