En la República Dominicana hay un alto índice de jóvenes que se aprestan a emprender, en diferentes áreas del comercio, la innovación, los servicios, y hasta las profesiones en las que están titulados por una universidad.

Y emprender significa empezar de cero un sueño o una visión para plasmarla en una realidad que genere beneficios económicos y satisfacciones personales.

Como hemos dicho, el verdadero emprendedor empieza desde cero, con muy poca ayuda financiera o a veces sin ninguna. Puesto que en el oficio o servicio que pretende ofrecer, primero es necesario desarrollar su propuesta de valor que lo diferencie de los demás. Y que esta propuesta sea rentable.

Sea que se trate del desarrollo de alguna aplicación tecnológica, servicio profesional, o negocio, el mismo de be ser rentable y auto sostenible.

Pero que sucede con el que luego de graduarse en una casa de altos estudios en derecho, decide ejercer o emprender la practica privada, sin haber sido paralegal, o trabajado como abogado asalariado en un firma legal ?

Si bien no todos se van a encontrar un Harvey Specter, que les brinde la oportunidad de convertirse en Super Lawyers, en una reconocida firma legal tipo boutique. La gran mayoría se convierten en emprendedores legales contando solo con ellos mismos.

Y que necesita un abogado para brindar sus servicios legales emprendiendo de cero?; pues una profesional con la conciencia de que su oferta es dar soluciones legales que sumen a sus clientes, y que lo hagan diferente de la multitud de colegas que básicamente ofertan lo mismo en principio.

Pero mas que el conocimiento de eso, se necesita un profesional pensante. Bastante famosa dentro de la comunicad jurídica es la frase “El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando”.   

Si bien todo profesional necesita de un establecimiento donde recibir a sus clientes, es decir una oficina para despachar con los que les confían sus casos, el emprendedor legal dominicano, no tiene al comenzar su practica legal, de ese empuje económico para hacer tal inversión inicial.

Decía un reconocido profesor que un abogado en tiempos modernos solo necesita de una laptop, una impresora y el deseo de hacer las cosas. Fijémonos bien que el emprendimiento legal no exige la constitución de una compañía por acciones, par ofrecer servicios y facturar; puesto que la abogacía es una profesión liberal. 

Claro, la dirección general de impuestos internos puede exigir de una declaración anual de ingresos. Pero lo que quiero significar es que emprender como abogado es un asunto muchas veces intangible en donde solo se precisa que él o la abogado este simplemente dispuesto a solucionar los casos o problemas que sus clientes le presentan.

Para pensar no hay que hacer un mayor esfuerzo que eso precisamente, ponerse a pensar. El ejercicio del pensamiento es el que trae las ideas de soluciones que mas tarde han de plasmarse en el valor obtenido por los clientes. Y esa es tarea de todo emprendedor del mundo jurídico. Napoleón Hill, el escritor norteamericano sugería siempre como el titulo de uno de sus libros mas conocidos: “piensa y hazte rico”. 

Claro, para que el mobiliario de la mente este bien amueblado con pensamientos enriquecedores, el abogado ha de estar dotado de la habilidad de haber pasado muchas paginas de los miles de libros a los que esta llamado a devorar. Y ojo, un abogado emprendedor que desee ser efectivo y clamado por muchos clientes debe leer de todo. Todo escrito cuanto caiga en sus manos. No importa la materia, el abogado emprendedor debe saber de todo.

Recordemos el prologo del libro: La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, cuando comienza diciendo: “(…) y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena”.

Y para concluir al fondo y que sea acogida en cuanto a la forma este escrito; un abogado emprendedor no es mas que: mente, pensamiento, lectura, disposicion, valentia, profesionalismo, respeto, coraje y Fe.