Ya lo dijo el Cardenal: consumado está. Sin consenso, sin confianza y con mucho disgusto social el gobierno peledeísta entregará en la jornada y al Senado de la República el paquetazo fiscal del Halloween morado cuyo objetivo es recaudar más de 50-mil millones de pesos, es decir, el 2.2 porciento del PIB.

El contenido de esa manzana envenenada nadie lo conoce. Es como el parto de los montes. Luego del golpe mediático de la destitución del Contralor, para aplacar un poco el furor público por el castigo fiscal en ciernes a la productividad individual, la maquinaria morada absolutista y aplastante prosigue su agitada marcha. La convocatoria al Consejo Económico y Social, los empresarios, sindicatos, industriales y hasta la iglesia, pareció ser sólo una coartada.

El flemático ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montas, el mismo que anunciara antes que el paquetazo sería aprobado tomando en cuenta el consenso, se negó a dar detalles del contenido del proyecto tras una reunión el lunes del equipo económico del presidente Danilo Medina. Sólo dijo que se acogió algunas sugerencias hechas por varios sectores, entre los que mencionó las licoreras y los transportistas.

El doble discurso y la doble moral entre políticos dominicanos, salvo algunas excepciones, es una constante en la historia de la nación. Hace dos meses, para ser precisos, el 17 de septiembre, el mismo presidente del Senado que ahora aprobará el paquetazo, declaró a la prensa que “el gobierno encabezado por Danilo Medina no va hacer nada que no sea concertado con lo sectores involucrados si se trata de una reforma fiscal integral”. Reiteró que no hay que adelantarse en torno al proyecto de reforma y esperar a ver si el gobierno firma con el FMI.

¿Cómo se explica esa conducta irracional y anti lógica dentro de la moral peledeísta, que consiste en decir una cosa hoy y hacer lo contrario mañana, a contrapelo de las consecuencias?

Una de las razones podría estar descrita en La genealogía de la moral, donde Friedrich Nietzsche enfoca la moral desde un doble punto de vista:

Etimológico: busca las raíces de las palabras “bueno”y “malo” y encuentra que su significado ha cambiado respecto a lo que significaron en un principio. Bueno significaba “noble”, “dominador”, “de clase o rango superior”, “aristócrata” (areté, bonus, gut) y malo era el débil, el simple, el vulgar, el plebeyo, el sometido o de rango inferior.

Histórico: Nietzsche investiga el origen de los conceptos “bien” y mal”. En su origen encuentra una doble moral. La moral de los señores: es la de los fuertes, creativos, dominadores. Estos forman una casta o clase social que se impone a la clase de los débiles, de los inferiores, de los vulgares y sometidos. El dominador ama la vida, es duro para sí y para los demás, y desprecia la debilidad y la cobardía, el miedo, la humildad y la mentira. No se compadece ni es piadoso.

Entiende que la moral de los esclavos privilegia la igualdad, la compasión, la dulzura y la paciencia. Es propia de los oprimidos y los débiles que a menudo desprecian esta vida y se refugian en al más allá. La propuesta de Nietzsche parte de esta destrucción de la moral y de su crítica a la religión.

Así, al político no se le critica por su egoísmo innato, sino por su alto egocentrismo antepuesto al bien común. Esto llevado al campo de la política tiene como resultado una

doble moral porque por un lado se hablará del bien de los demás mientras que en el otro solo se buscará el beneficio propio de modo desproporcionado en relación a su cargo.

Y es que la política propiamente dicha posee la peculiaridad de dar cierta sensación de poder sobre la gente, cuestión que no se vería siendo un simple funcionario público. Visto de esta manera, el político se enfrenta ante una gran tentación relacionada al poder. De dejarse llevar, esto haría que se corrompa y solo obre en función a sus intereses y de los suyos, lo que incrementaría la tensión política ya conocida entre amigo-enemigo.

De modo que el problema principal del doble discurso moral del político peledeísta tiene raíces en su propia naturaleza, no en ser egoísta nada más, sino en superponer ello en detrimento de sus otras cualidades, específicamente las altruistas, situándose más allá del bien y del mal.

Las consecuencias de esta –podría llamársele-corrupción, son las que se pueden ver al momento de la competencia por llegar al poder en la política. Esto –la superposición de intereses- carcome no solo su propio ámbito de grupo –ya que entre iguales confabularán para lograr objetivos de beneficio propio, sino que perjudica asimismo a la sociedad entera en la forma de incredulidad política y desconfianza por parte de la población.

De igual forma, también a la motivación de que exista esa misma corrupción en las personas, puesto que lo más resaltante a la vista del público es que el único que sale favorecido en la política es aquel cuyo obrar sea más en función al interés privado que al público. Allí yace el debate medular interno entre danilistas y leonelistas.

Las consecuencias de seguir una política con discurso de doble moral son previsibles y perjudiciales para el bien principal que se supone la política ha de cuidar, es decir la población.

Por suerte, Halloween es la fiesta de los demonios, donde la simulación suele salir a la luz pública con la máscara, el disfraz y el antifaz. Donde el mal intenta imponerse al bien, y donde los ebrios de poder buscan cobrar a un pueblo la factura de un aquelarre morado donde el contribuyente no fue invitado.