Primero de enero de 2024. Las Naciones Unidas y la OMS declaran el fin de la Pandemia del SARS-CoV-2. Con un saldo de más 20 millones de fallecidos y la economía mundial arrasada. Las variantes posteriores como la llamada Delta, Delta Plus o Gamma, diezmaron el mundo en desarrollo. Además de los fallecidos, 1.200 millones de afectados y secuelas enormes en los sobrevivientes.

En América Latina ha fallecido una tercera parte de las víctimas con más de 7 millones, con Brasil, México, Colombia y Argentina en la cabeza. África, relativamente aislada al inicio de la pandemia, aportó otros 7 millones de muertos, mientras que el resto de los fallecidos vinieron de India, Irán, Pakistán e Indonesia. China, Japón, las dos Coreas, Vietnam y Taiwán, han sido apenas afectadas. ¿La tradición y la disciplina social típica del confucianismo será la explicación?

Lo cierto es que la pandemia de Covid ha creado un mundo nuevo y distinto al existente al 31 de diciembre de 2019. El mundo desenfadado desapareció. El incremento de la industria del ocio y el turismo se ha visto devastada. Regiones como el occidente de Europa, El Caribe, Norteamérica y Asia Oriental, con crecientes cifras de negocios turísticos no llegan al fin de la pandemia con un 20% de sus infraestructuras hoteleras en explotación. Los sistemas democráticos en crecimiento hasta 2019 han observado un retroceso marcado. Los estados de excepción, la militarización de la vida social, la reducción de los parlamentos como sistemas de control y la reducción de la transparencia en las compras y obras públicas han sido de las primeras víctimas políticas de la pandemia. 

Está descripción, quizás pesimista y exagerada, nos puede poner a pensar cuál será el mundo posterior al fin de la pandemia. ¿Cuándo saldremos de la pandemia? ¿Será una economía más pequeña y más encerrada en sí misma? En fin, ¿Cómo será El día después? Muchas pandemias en pasado reciente en el siglo XX han pasado y los recuerdos son pocos. No existían los medios de comunicación de hoy en día. El poder de las redes sociales y la comunicación al instante, son aceleradores del presente. 

La salida de la Pandemia más letal del siglo XX, la llamada Gripe Española de 1918 a 1920, con un estimado de 50 millones de víctimas, luego de una guerra mundial devastadora de 1914 a 1918, destruyó muchas vidas pero también muchos modos sociales anteriores a la guerra. Con el 1918 también se presentó el mayor cataclismo de la historia del siglo XX hasta ese momento: la Revolución Bolchevique en la Rusia zarista, primera revolución socialista del mundo. Se disolvieron los imperios austro-húngaro, otomano y alemán. Surgió en Italia, un movimiento autoritario que modeló el mundo hasta al menos 1945: el fascismo y sus continuadores el nazismo alemán, el franquismo en España y muchas variantes fascistas en Europa, Asía y América Latina. Las economías pre guerra y los movimientos sociales, fueron transformados por los efectos de la guerra y por los efectos de la pandemia.

Grandes saltos tecnológicos sucedieron, como la masificación del fordismo, la producción en cadena masiva, el dominio creciente de la banca y las finanzas –se establecen la mayoría de los bancos centrales- la irrupción de la aviación comercial que terminaría de imponerse a las demás formas fe transporta y otras formas masivas de desplazamiento, y en el caso de la aviación, también su uso militar. Nadie pensó en los efectos de la pandemia, a diferencia de los efectos de la guerra y la economía, después de su fin.

Hoy tenemos muchos pensadores y ensayistas tratando de imaginar “cómo será el mundo post pandemia”, del Covid 19. Los dominicanos necesitamos pensar ese mundo post pandemia, y el nuevo paradigma que nos tocará vivir y construir. A partir de los años 80 comenzamos a transitar de la sociedad rural y primaria exportadora –azúcar, café, cacao- a una sociedad urbana, basada en exportaciones de zonas francas industriales, salida masiva de emigrantes dominicanos y envío de remesas, turismo y servicios. ¿Podemos seguir pensando en reconstruir ese paradigma? ¿O por el contrario hay que enfocar la reconstrucción social, política y productiva hacia otros horizontes, sin abandonar por ello las actividades anteriores? Eso es lo que nos depara El día después.