Junio es un mes dedicado a recordar y a celebrar la acción y el compromiso de las maestras y de los maestros dominicanos, que día a día se desgastan en las aulas y en los centros educativos para ofrecer lo mejor de su persona; y de sus saberes y experiencias. Anualmente, se desarrollan actividades que destacan y difunden los aportes de muchos docentes que han cambiado la historia y la vida de comunidades, de grupos y de instituciones. Contamos con una cantidad importante de maestros y maestras que desarrollan un trabajo excelente sin ninguna estridencia y sin deseos de protagonismos. Les importa el aprendizaje de los y las estudiantes. A pesar de que, en las últimas décadas, para diversos sectores gubernamentales y de la sociedad, el único responsable de los males de la educación en lo que concierne a calidad de los aprendizajes es el docente, es necesario celebrar esta fiesta; y hacerlo con dignidad y responsabilidad. Hay varias razones que justifican esta posición. Entre las más importantes está que los y las docentes continúan realizando un trabajo propio de súper mujeres y de súper hombres, por tener que trabajar históricamente en condiciones deficitarias de asistencia y de acompañamiento técnico; de presiones e inseguridad política, por no formar parte del partido gobernante; y, además, por la carencia de espacios para la reflexión e investigación, situación que provoca un vacío conceptual y un desarrollo intelectual con poca consistencia. Trabajar en estas condiciones violenta el derecho al desarrollo humano y científico de los y las docentes.
Se ha de reconocer la cantidad y la diversidad de cursos, jornadas y seminarios organizados por el Ministerio de Educación en función de la formación de los y las docentes. Pero el problema está en que se antepone la cantidad de acciones y se postergan dos factores claves: a) la planificación de la formación docente integrando a los maestros y las maestras en la determinación de los contenidos y de los procesos de su propia formación; y b) el acompañamiento de su práctica educativa para mejorarla y hacer que los aprendizajes propios como educador y de los y las estudiantes anticipen transformaciones en la vida del aula y del centro educativo que a su vez impacten la comunidad.
Una novedad en la fiesta de la maestra y del maestro de junio de 2020 es encontrarse inserta en un escenario bordado con los múltiples colores de los partidos políticos que dentro de unos días medirán sus fuerzas en las elecciones presidenciales y congresuales. Este panorama constituye para los y las docentes una ocasión propicia para reflexionar sobre sus derechos y responsabilidades como ciudadanos; para analizar los programas de gobierno de los candidatos e identificar cuáles son sus propuestas para mejorar las condiciones profesionales y académicas de los y las docentes; qué piensan hacer para fortalecer el sistema educativo dominicano, de tal manera que los procesos y resultados respondan a las necesidades del país; qué proponen para que la inclusión y la igualdad sea una realidad en la educación dominicana. Asimismo, el contexto electoral ha de llevar al maestro y a la maestra que están de fiesta a fortalecer su capacidad proactiva para poner en acción el pensamiento crítico. Así podrán identificar cuál o cuáles son las propuestas de los candidatos que apuntan al desarrollo integral de la sociedad. Las reflexiones y los análisis ayudan a los maestros y a las maestras a tomar posición ante los hechos que favorecen el avance de la nación y el desarrollo pleno de los ciudadanos.
El período de las elecciones los urge a prestar mayor atención a su formación sociopolítica. Esta modalidad de formación los prepara para definir posturas y optar conforme a criterios propios. Su voz adquiere fuerza y tiene más posibilidades de reducir la instrumentalización que se genera en los partidos políticos, en los sindicatos y en la sociedad en general. La visión y la comprensión geopolítica de los acontecimientos por los maestros y las maestras alcanzan un mayor nivel; y su incidencia social puede transformarse significativamente. ¡Muchas felicidades a todas las y los docentes dominicanos! Gracias por su trabajo y su interés en aportar lo mejor. Pedro Poveda aprovecha esta fiesta para preguntar: “¿Habeis pensado, profesores, cuánto es vuestro poder en medio de vuestra pobreza; y cuánta la fuerza que tiene una legión de maestros fieles cumplidores de sus deberes?” Esperamos que esta fiesta fortalezca la articulación entre derechos de los y las docentes y sus responsabilidades personales y colectivas.