Estamos estrenando el año 2016. Al encontrarnos con familiares, amigos y amigas, nos hemos felicitado y nos hemos deseado lo mejor. Sobre todo que el año que comienza sea venturoso y lleno de bienestar. Sin embargo, el año por sí mismo no será capaz de mejorar las relaciones entre las personas y los seres vivos sobre el Planeta Tierra. Por eso las felicitaciones conllevan el compromiso con el mejoramiento de la calidad de vida en cada territorio y espacio vital y socio-comunitario en donde hacemos vida.

Nada mejor que al principio del año para examinar y evaluar las actitudes, principios, valores y acciones prácticas que promueven el cuidado de la Casa Común en el territorio en donde vivimos, que es donde establecemos relaciones con todo lo existente: de armonía, de cuidado, o de violencia y desinterés hacia la Madre Tierra y todos los seres vivos que ella habitan.

En nuestros dos artículos anteriores habíamos presentado las problemáticas principales que dificultan la vida en la Casa Común, así como las raíces o causas que provocan el deterioro ambiental y de relaciones sobre el Planeta Tierra. En este artículo queremos proponer algunas líneas de acción que deben ser asumidas a nivel local, nacional y mundial para preservar la vida amenazada de todos los seres vivos, habitantes de nuestro Hogar Común.

Dos documentos importantes – La Carta de la Tierra (2000) y la Carta sobre el Cuidado de la Casa Común (2015)- nos plantean algunos principios, líneas de acción y estrategias  para el Cuidado de la Casa Común. Éstos nos pueden servir de orientación para definir las prácticas que pueden ser asumidas desde nuestras familias, grupos y comunidades organizadas y a nivel de las políticas públicas que deben asumir los diferentes gobiernos. Entre los principios y grandes compromisos que deben guiar  nuestra acción, podemos señalar:

1. Respetar la Tierra y la vida en toda su diversidad.

2. Cuidar la comunidad de la vida con entendimiento, compasión y amor.

3. Construir sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y pacíficas.

4. Asegurar que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las generaciones presentes y

futuras.

Para poder realizar estos cuatro compromisos generales, es necesario promover:

A. Una ecología integral: ambiental, económica y social.

-Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la Tierra, con especial

preocupación por la diversidad biológica y los procesos naturales que sustentan la vida.

-Evitar dañar como el mejor método de protección ambiental y cuando el conocimiento sea

limitado, proceder con precaución.

-Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades

regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.

-Impulsar el estudio de la sostenibilidad ecológica y promover el intercambio abierto y la

extensa aplicación del conocimiento adquirido.

B. Justicia social y económica y priorización del Bien Común.

-Erradicar la pobreza como un imperativo ético, social, político y ambiental.

-Asegurar que las actividades e instituciones económicas, a todo nivel, promuevan el

desarrollo humano de forma equitativa y sostenible.

-Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y

asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica.

-Defender el derecho de todos y todas, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los derechos de

los pueblos indígenas y las minorías.

C. Fortalecimiento de la cultura democrática y pacífica

-Fortalecer las instituciones democráticas en todos los niveles y brindar transparencia y

rendimiento de cuentas en la gobernabilidad, participación inclusiva en la toma de decisiones y

acceso a la justicia.

-Integrar en los diferentes niveles del sistema educativo y en el aprendizaje a lo largo de la vida, las habilidades, el conocimiento y los valores necesarios para promover un modo de vida sostenible.

-Tratar a todos los seres vivientes con respeto y consideración.

-Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz.

En definitiva, estamos ante un momento crítico en la historia de la humanidad, con relación a nuestro descuido con la Casa Común. Como nunca antes en la historia, la necesidad de orientar nuestros pasos hacia un objetivo común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo, a emprender nuevas iniciativas, ante los inmensos desafíos que tenemos por delante. El proceso requerirá un cambio de mentalidad y de corazón; de prácticas comprometidas; requiere también de un nuevo sentido de interdependencia global, de responsabilidad y cuidado universal. Debemos desarrollar y aplicar imaginativamente la visión de un modo de vida sostenible y responsable a nivel local, nacional, regional y global. Esta puede ser una perspectiva pertinente para comenzar el nuevo año.