“Seamos honestos. Una enfermedad como esta solo destaca las desigualdades… La lucha por la igualdad y la justicia comienza con la conciencia, la empatía, la pasión, incluso la ira justa… El cambio requiere estrategia, acción, organización, marcha y votación en el mundo real como nunca antes”. (Barack Obama: Discurso virtual ante egresados universitarios).
Esta pandemia ha de ser reflexionada de manera holística, desde la perspectiva de la interdisciplinaridad y multidisciplinariedad, cuasi todas las ciencias adentran sus miradas y profundas deliberaciones (Ciencias sociales, Ciencias humanas, Ciencias de la Salud y las Ciencias Pétreas) en una conjugación y configuración que penetra para su asunción real, en la complejidad.
En la reflexividad sociología nos apunta que tanto desde la visión de la Microsociología (el estudio del comportamiento cotidiano en situaciones de interacción cara a cara) como la Macrosociología (el análisis de grandes sistemas sociales o de procesos de cambio a largo plazo) inexorablemente mutarán, transmutarán. La normalidad de hace 4, 3, 2 meses nunca será igual, como la dinámica social y las distintas formas de interactuación se llevarán a cabo, en gran medida, de manera diferente.
El COVID-19 ha sido como una ola terrorista. El terrorismo en sí no es necesariamente el número de muertes que ocasiona sino el miedo, el pánico, la escalada emocional que concita allí donde se produce y al mismo tiempo, la proporcionalidad y equilibrio con que se le responde. En Bélgica hubo un acto de terrorista donde murieron 31 personas en el 2018, igualmente en Francia con 19 para el periodo del 2016, en España con 17. Toda Europa quedó petrificada, anonadada y ello se produce porque en el alma humana ocasiona incertidumbre, pavor. El espanto, terror es una derivación de que me puede pasar a mí y no sé cuándo ni dónde ni cómo ni la visibilidad de los actores.
El COVID-19 más que su letalidad, mortalidad y nivel de contagio, es el desconcierto de su operatividad e irradiación, algo biológico, se instrumentaliza como la infección más social, en tanto las relaciones sociales que se construye en los seres humanos. El Covid es una epidemia, pandemia. Una epidemia es una infección, diría un sociólogo “que se extiende más de lo esperado en una determinada comunidad. La diferencia con la pandemia es que esta ocurre por todo el mundo o es muy extensa”. En el mundo de hoy, merced a las grandes conexiones de las comunicaciones y el proceso de globalización, se reproducen con mayor velocidad. Esto quiere decir que, en gran medida, el mundo tendrá de manera más sistemática y permanente estas dolencias de infecciones.
¿Por qué de la escalada terrorista emocional y la Sociopatología? Veamos:
- En el Siglo XIV se produjo en China la peste bubónica, en 5 años, esto es, de 1347 a 1352, murieron 25 millones de personas; había para ese entonces 460 millones en el tamaño de la población;
- Después de la Primera Guerra Mundial, 1918-1919, se produjo la Gripe Española que matando alrededor de 50 millones. Teníamos en esa ocasión una población de 2,000 millones. En Estados Unidos fallecieron para esa época 675,000. Fue una verdadera crisis de mortalidad donde una tercera parte de la población quedó infectada;
- La tuberculosis mata diariamente 3000 personas. En el 2018 enfermaron 10 millones de personas de las cuales 1.5 fallecieron;
- 78 millones de personas desde que irrumpió en los años 80 del siglo pasado, han sido contagiados por el SIDA y han muerto 39 millones. ONUSIDA establece que actualmente 36.9 millones de seres humanos padecen de este virus;
- La malaria causa 1.2 millones de muertos anuales;
- En Liberia, Sierra Leona y Guinea, el virus ébola ha causado cientos y decenas de miles de muertos;
- La gripe porcina, que surgió en el 2014, mató alrededor de 18,000 personas;
- En Europa, mueren alrededor de 80,000 personas por accidentes de tránsito anualmente, en Estados Unidos 40,000, en China 270,000, en República Dominicana 3000 y en el mundo 1.25 millones.
La crisis de liderazgo mundial llevó a que la pandemia, más por su impacto emocional que por su materialidad (muertes), a una especie de terrorismo que como muy bien nos dice Yuval Noah Harari “… De ahí que los terroristas se parezcan a una mosca que intenta destruir una cristalería. La mosca es tan débil que ni siquiera es capaz de mover una simple taza de té. Así pues, ¿cómo destruye una cristalería? Encuentra un toro, se introduce en su oreja y empieza a zumbar. El toro enloquece de miedo e ira, y destruye la cristalería”. Lo que pasa con el Covid, más que sus efectos (muertes), ha sido su escalada emocional, es que la situación socioeconómica de los países afectados tiene relación directa con la escala, la gravedad y, en último término, el control de cualquier epidemia. Doherty lo ejemplifica gráficamente “… en lo referente a las pandemias, el patógeno – la causa de la infección – es solo la mitad de la ecuación. La otra mitad es quienes somos y lo que hacemos. Pensar de esa manera debería hacer que nos preocupáramos mucho más por las pandemias y por el desafío que suponen: conseguir un planeta más equitativo y ambientalmente sostenible. A largo plazo, nuestra supervivencia como especie depende de que lo logremos. Las pandemias son solo parte de la historia, y quizá no la parte más terrible”.
En el mundo han sido infectados 4,858,850 y han muerto 329,300. La población mundial actualmente es de 7,800 millones de personas. Esto significa que entre los afectados y la población mundial, significa un porcentaje 0,0006% y entre el número de muertos representa con el universo poblacional solo un 0.00004%. La crisis de liderazgo mundial trajo consigo el miedo, el pánico, más allá de operar en la instrumentalización de su prevención, mitigación y control. No hay vacuna, empero si como evitarla (mascarilla, lavado de manos con jabón, gel, distanciamiento físico). Ese era y es el desafío que se tenía que asumir en la dimensión de ejecutivos proactivos, que son aquellos que rápidamente asumen nuevas responsabilidades y obtienen nuevos resultados en función del contexto. No se amilanan frente a la crisis, sino que obtemperan en la búsqueda de soluciones y oportunidades.
La pandemia como escalada terrorista ha ocasionado “miedo y confusión”. Como nos diría Harari, en el terrorismo “el miedo es el argumento principal, y existe una desproporción asombrosa entre la fuerza real de los terroristas y el miedo que consiguen inspirar”. Es sólo que la mayoría de los presidentes en el mundo actúan como anacoreta en un mundo que exige nuevos involucramientos y la simple obviedad de la asunción de la diversidad y de nuevas rearticulaciones de participación. Es aquí donde las exclusiones, las desigualdades tan extremas ya no deben tener espacios.
La crisis de liderazgo y la aparición de la pandemia generó, como resultado del enanismo, la estrategia política de la sobredimensión de una agenda particular. Para muchos presidentes, la eclosión del virus vino a ser como una bendición para sus proyectos políticos. Sus búsquedas de soluciones atraviesan por subordinar lo técnico, lo sanitario, en función de su agenda electoral. Se encandilan de manera ensimismada creyendo que el peso del voluntarismo per se es el único horizonte para trastocar la realidad.
La Sociopatología, que es el estudio de las interacciones patológicas que se producen entre un individuo o una colectividad y el medio social, se recrudecen con la aparición del virus y su modo de enfrentarlo. La reactividad condujo, como correlación, la crisis económica y social y en nuestro país, una Sociopatología desde el poder que ha coadyuvado a cuasi una tormenta perfecta: crisis sanitaria, económica, social y política institucional; esta última como consecuencia de desconocer las normas y de crear miedo permanente. Por suerte, ya nos decía el querido Carlos Marx “la humanidad no se plantea sino aquellos problemas que puede resolver, pues considerado las cosas más de cerca encontraremos que el problema solo surge cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o, al menos, están en trance de crearse”.