A lo interno de la sociedad dominicana parecería que lo que ocurre en la política local está desconectado de los movimientos y fuerzas del escenario internacional. El control mediático de la prensa nacional presenta los acontecimientos dominicanos como "partes aisladas" y desconectadas del contexto mundial y del juego de "ajedrez imperial" en marcha. Sin embargo, la realidad de los acontecimientos actuales nos demuestra que todo lo que ocurre dentro de la sociedad dominicana, en todos los ámbitos (políticos, económicos, culturales, etc.) se encuentran inmersos en la lógica de las luchas comerciales, tecnológicas, empresariales y políticas que hoy enfrentan a las principales potencias (EE. UU., RUSIA, CHINA, UE, G20).
Para entender el rompecabezas de los hechos que ocurren dentro de la coyuntura actual de la política dominicana hay que ponderar holísticamente los fenómenos, identificar sus interconexiones y "buscar bajo la alfombra" los intereses que mueven y subordinan la dinámica de la política interna.
Antes de plantear mi reflexión quiero contextualizar históricamente un poco para apoyar mis ideas. Cuando la revolución haitiana (1791) desencadena la liberación de los esclavos y la posterior independencia (1804), rompiendo el patrón de opresión blanca que había dominado el escenario imperial capitalista; se convierte en el primer país gobernado por los antiguos esclavos, esto significó una revolución socio-política y un abierto desafío al status quo de la esclavitud y el poder imperial blanco. En lo adelante, los imperios y los esclavistas difundieron "el temor haitiano" como bandera mediática y extorsiva en el escenario de las independencias latinoamericanas (1809-1821) contraponiéndose al avance de la abolición de la esclavitud.
A lo interno de las emancipaciones hispanoamericanas el tema central y determinante para su constitución soberana fue la abolición de la esclavitud. Haití, pasó a la centralidad de las luchas imperiales de la época, siendo a su vez, víctima del aislamiento económico y de severas e impagables indemnizaciones.
Lo mismo ocurrió con Cuba, después de la revolución castrista de 1959, el "temor cubano" y el comunismo pasaron a la centralidad de las luchas imperiales en América Latina, siendo víctima también de un bloqueo comercial por parte del bloque de países capitalista.
En la actualidad, la Venezuela chavista-madurista, se encuentra en el centro de las disputas imperiales. Lo que simbólica y mediáticamente representó Haití en el siglo XIX, Cuba en el siglo XX, lo es Venezuela para el siglo XXI. El poder imperial estadounidense ha llevado a la centralidad mediática el tema venezolano, y lo ha usado como un instrumento para polarizar el contexto internacional multi-imperial. El escenario de esas luchas fue el consejo de seguridad de la ONU y la aplicación de mecanismos de apriete a los países latinoamericanos para que encabezaran las acciones de sus planes.
La presión política ha sido de tal magnitud que los gobiernos latinoamericanos de derecha han tenido que conformar el grupo Lima, como entidad latinoamericana anti-chavista-madurista, siendo a su vez la cara visible del Plan Abrams-Bolton, que buscaba deslegitimar mediáticamente y derrocar al gobierno de Maduro y su socialismo del siglo XXI, símbolo de rebeldía y resistencia al poder imperial.
El fracaso de Guaidó y del plan Abrams-Bolton, encarna una humillante "tumbada de pulso" para la política exterior estadounidense, sin embargo, esto no significa que se hayan quedados de brazos cruzados. Han trazado un nuevo plan que busca "arrancar de cuajo" las bases económicas y financieras que sostienen al gobierno de Maduro. Es ante este escenario que emerge en la prensa mediática a nivel internacional el tema dominicano, justificado por los vínculos de los gobiernos del PLD con el socialismo latinoamericano.
El nexo de los gobiernos del PLD con el socialismo latinoamericano se remontan a los gobiernos de Leonel Fernández (2004-2012) cuando establece sus "coqueteos" y vínculos con el chavismo; su inserción a Petrocaribe; ocupa un lugar importante en la "mediación" del golpe de Estado y posterior exilio en RD, de Manuel Zelaya; comienzan aparecer las grandes inversiones venezolanas en suelo dominicano; y se designa a Miguel Mejía, presidente del Movimiento Izquierda Unida (MIU), como enlace dominicano con el gobierno de Chávez.
Mientras que, en los gobiernos de Danilo Medina (2012-2019) los vínculos con el chaviamo-madurismo continuaron fluidas. La supuesta "neutralidad" mediadora (desplazando a Leonel de ese papel) sobre el tema venezolano y su posición no abierta sobre el apoyo al plan Abrams-Bolton y a Guaidó, que junto con sus fuertes vinculaciones con Lula Da Silva y los empresarios brasileños que habían monopolizado la obra pública dominicana mediante negocios turbios y sobornos; y la nueva vinculación con China, estableciendo canales de articulación financiera para sostener políticamente a los gobiernos, han despertado la furia del tío Sam.
En ese orden, la nueva ruta planteada por el Departamento de Estado es cortar con los canales de financiamiento que desde República Dominicana obtienen empresarios venezolanos cercanos a Maduro. Es en el marco de está lógica que aparecen las denuncias (ordenadas por el gobierno estadounidense) del periodista peruano Jaime Bayly, sobre la vinculación de Leonel Fernández con empresarios y militares "narcotraficantes" chavistas-maduristas; y la campaña contra el turismo dominicano que encabeza la cadena de televisión republicana FOX, utilizando esto como un instrumento de presión y castigo, tanto a Leonel como al gobierno de Danilo Medina, que se resistía a cortar las actividades empresariales venezolanas en Rep. Dom. y entregar algunos "trofeos" para el tío Sam.
En ese sentido, la lucha entre danilistas y leonelistas va más allá de lo que representa para ellos la unidad del PLD, llevan a cabo una encarnizada disputa por la impunidad. Si bien, el papel del procurador Jean Alain, un funcionario colocado en la centralidad de la política dominicana por el poder que le ha conferido el "armado" del caso Odebrecht, donde los leonelistas son los más visibles, no es garantía de que tanto Danilo Medina, Leonel Fernández e Hipólito Mejía, consigan librarse de la embestida imperial que los acecha. Menciono a Hipólito Mejía (con quien inicia Odebrecht a operar en RD construyendo las instalaciones deportivas de los juegos panamericanos 2003), porque él y su "superministro" de obras públicas Miguel Vargas Maldonado son tan danilistas como Gonzalo Castillo o Reinaldo Pared Pérez, por sus vínculos con Odebrecht. Están dispuestos hacer todo lo posible porque la reelección de Danilo sea un hecho, deben garantizar la impunidad que el poder del Estado les garantiza, no importa si eso significa “dar luz verde” a los diputados del PRM-PPH para que voten a favor de la reelección o someter a los jueces del TSE a un juicio político para que la ilegitimidad del manejo sobre el PRD mantenga su cuota de participación en el aparato estatal.
Igualmente, los leonelistas ante la posibilidad de volver al poder y asegurar la inmunidad necesaria para librarse de la cárcel van a luchar con todo para impedir la reelección de Danilo y controlar ellos mismos el "montaje" y la utilización de la justicia para encubrir todo lo ocurrido en el caso Odebrecht y librarse de la embestida estadounidense por sus antiguos vínculos chavistas. Por eso, tanto Henry Merán, desde el Congreso Nacional, Roberto Rosario, en los medios de comunicación, la familia Castillo (FNP), quienes gestionaron las declaraciones del senador de Florida, Marcos Rubio, para denunciar la posible reelección de Medina, llevan cabo la supuesta campaña de "defensa" a la Constitución.
Cuando ocurre la acción de sicariato contra David Ortíz, el gobierno de Medina, dando manotazos al aire y con la soga en el cuello, aprovecha la ocasión de este triste hecho para elaborar guiones con propósitos políticos y vincular a supuestos venezolanos como parte del atentado; armando y entretejiendo forzosamente todos los hechos, con la finalidad de perseguir e incautar el dinero de los "narcotraficantes venezolanos" para entregar como trofeos al gobierno estadounidense y detener la embestida internacional.
Estamos ante un escenario muy turbio, en donde el Estado dominicano y la cosa pública (tratados, presupuestos, contratos, endeudamientos, etc.) es manejado en la más absoluta discreción, en secreto y constantemente mutilando cualquier intento de transparentar "los negocios" del Estado. Gobiernos que se han sostenido a base del ocultamiento, la mentira, la manipulación y sobre estructuras de corrupción, extorsión e impunidad, no existe ejercicio de ciudadanía y la población contempla lo que pasa a su alrededor con desconcierto, indignación y desesperanza.