Los resultados de las recién finalizadas elecciones legislativas en Venezuela, ganadas abrumadoramente por la oposición, marcan el final de la forma de dominación política instaurada por Hugo Chávez hace 17, a través de la cual se impulsó un profundo proceso de transformación de la sociedad venezolana cuya trascendencia será el punto de referencia para cualquier cambio en ese país. Esta derrota electoral del chavismo permitirá una más objetiva valoración de ese proceso y una reflexión sobre el final de otra ilusión de revolución política/social.

El declive del chavismo se inició con un Chávez plenamente saludable salud. Las razones de ese declive son esencialmente las mismas que han determinado el final de varios proyectos de transformaciones sociales a través de la ruptura: una voluntad de justicia en la distribución de la riqueza, sin desarrollar la capacidad de crear los medios para producirla, un deseo de inclusión política y social de la población en los procesos de cambios, sin crear mecanismos realmente democráticos para hacerlo, haciendo que el impulso de estos descansara básicamente en la voluntad de un líder carismático, despreciando la institucionalización democrática del proceso.

El chavismo no sólo ha sido autoritarismo, errores, incapacidad, corrupción, burocratismo absurdo y dirigismo personalista. También ha sido capaz de someter su mandato a la voluntad popular a través de elecciones, ha sido un proyecto de inclusión social que ha permitido que millones de venezolanos hayan accedido a bienes, servicios y hasta renta, que por más de un siglo jamás tuvieron acceso; como ha ocurrido en Cuba y en otras experiencias de transformaciones profundas que han terminado en tragedias. Sectores importantes de la oposición son conscientes de esa realidad y por eso han incorporado a su discurso el tema de las conquistas populares logradas y ampliadas por el chavismo.

El reconocimiento de ese hecho, de parte de esos sectores y el aprovechamiento  de la crisis social, económica y política, provocadas básicamente por el autoritarismo y dirigismo chavista, han sido claves para el diseño de una estrategia política que ha posibilitado que hoy en Venezuela se haya producido una coyuntura de nueva mayoría política, sin que aún pueda llamársele  una nueva mayoría social. La oposición bordea la mayoría calificada en la Asamblea Nacional y con el mandato que ha tenido del pueblo podrá tener un poder tal, que hasta podría amenazar el periodo de mandato del presidente Maduro.  Sin embargo, no está claro que esa oposición sabrá administrar correctamente ese poder, no puede soslayarse el hecho de que, al ser un amasijo de siglas, intereses, posiciones políticas y de egos difícilmente manejables, que son los gérmenes de su eventual disolución.

En el proceso de transición que se inicia en hacia un régimen que debería basarse en la institucionalidad y el estado de derecho, el chavismo es una pieza clave. Acorralarlo podría  conducir a una confrontación traumática, una verdadera tragedia, sucedería lo mismo si este no asimila su derrota y no se replantea una nueva lucha política, reconocimiento sus errores, erradicando la cultura de la intolerancia política, del abuso y la corrupción en sectores de sus filas. Borracho de poder, con absoluto control del Estado, el chavismo perdió las elecciones, una oposición unida se lo arrebató.

Una nueva lección que nos dice que ningún poder puede perpetuarse desconociendo valores esenciales de la democracia, que si ése poder descansa básicamente en una figura carismática y no en reglas respetadas, en primer lugar por quienes lo controlan y en segundo lugar por quienes lo disputan su final trágico es seguro. Que ningún proyecto político tiene futuro si este descansa en la voluntad de una persona o de un grupito que controla todas las instancias de la esfera pública y que, aún controle esas instancias,  una unión inteligente de la oposición puede derrotarlo en cualquier escenario. Una lección por aprender, allá  y más aún aquí….

Ojalas que los sectores sensatos de la oposición venezolana impongan una estrategia política que posibilite la gobernabilidad, sin retaliaciones, con sentido de responsabilidad respetando las conquistas del chavismo en un estado de derecho.