Al final de su mandato, nadie sale a matar ni a secuestrar un Presidente que, auto excluido de las elecciones del 26 de septiembre del 2021 le quedan menos de 6 meses en el cargo. No existió el peligro reeleccionista, tampoco sospechas de fraude, trampa o interrupción del proceso electoral. El Presidente Jovenel Moise, se iba para su casa y eso lo tenía claro todo el mundo. Entonces, ¿para que asesinarlo?
Hay dos maneras de abordar el análisis de ese asesinato. Una siguiendo la tradición criminalista francesa de buscar el culpable ente los beneficiarios directos del crimen y otra que es el examen pericial, el experticio policial, el análisis de los hechos y la evidencia disponible.
Moise no era candidato a las próximas elecciones PERO había dispuesto que ese día se votara también un referéndum que modificando la CONSTITUCIÓN alteraría profundamente el equilibrio del poder fortaleciendo la presidencia a expensas del congreso. La importancia de esto es crucial. En Haití, el voto es muy fragmentado, nadie logra mayoría absoluta ni se acerca lo cual obliga a una serie de transacciones, negociaciones y acuerdos eminentemente corruptos que terminan mutilando el poder y autoridad del Presidente. Modificar ese equilibrio era una aspiración de muchos y un sueño de Moise. El referendum despojaría al Congreso del poder que tiene y debilitaría a los grandes empresarios, sobre todo del sector eléctrico que son un puñado de muy ricos recalcitrantes. El referéndum invertiría la posición negociadora de las partes. Ni los protagonistas de la vieja política ni ese empresariado lo querían. Por lo tanto, abortar ese referéndum protegería la vieja política y los convertiría en beneficiarios del crimen.
Ahora bien. ¿estamos seguros que el asesinato de Moise destruyó toda posibilidad de ese referéndum? NO PODEMOS ESTAR SEGUROS, pero tampoco lo elimina como motivación principal del magnicidio.
La policía haitiana, la gente de seguridad, interpol y otros medios han estado mostrando informaciones que apuntan a: la culpabilidad de los mercenarios colombianos. No digo que no pero para asesinar un presidente no hace falta tanta gente ni quienes van a hacerlo andan retratándose como turistas. Otros ya acusan a Charles el primer ministro actuante mientras el señor Sanon es sindicado como autor intelectual de la conjura y tanto este como otros componentes de la misma juran que jamás se habló de asesinato lo cual puede ser cierto además de ser políticamente conveniente ahora. El gobierno de los EEUU acaba de informar que no reconoce legalmente a ninguno de los que se han propuesto u ofrecido y mientras tanto, la viuda del presidente asesinado sigue en un hospital de EEUU y a todas luces bajo control de las autoridades de ese país. (u4ltimo minuto: ya regresó a Haití)
Una parte de las informaciones que llegan del caso resultan mentiras piadosas de gente bien intencionada pero sin acceso a la trama. Otros comentarios son intencionalmente difundidos para confundir, parte del ruido necesario para oscurecer el hecho y proteger autores y beneficiarios.
Todo parece indicar que el asesinato del Presidente Moise resulta de una conjura de varios niveles. El actual primer ministro señalado como culpable es ciertamente beneficiario pero muy transitorio. ¿Se iba a arriesgar por menos de 6 meses de poder? El jefe de seguridad del palacio y el jefe de seguridad de Moise, tipos jóvenes e identificables por la viuda ¿que ganarían? Solamente un grupo de los mercenarios colombianos según confesión y testimonio sabían del asesinato.
En conspiraciones de envergadura es frecuente acudir a este tipo de engaño. Todos, mercenarios, políticos, empresarios, militares, policías, jueces estaban en la conspiración pero no todos sabían lo mismo ni todos tenían los mismos objetivos; así que unos sabían del asesinato, otros creían en el secuestro o el golpe de estado pero, además y sobre todo, unos sabían menos que otros. La información fue compartimentada por nivel y por tipo y alcance de la misión.
El asesinato de Moise fue una conspiración de envergadura, planificada en varios niveles y con una serie de condicionantes. De alguna manera creo en la culpabilidad de todos los que hasta hoy han sido implicados, pero no en los roles que les han sido asignados y mucho menos en el alcance último de la conjura. Gente con la cabeza muy bien puesta fraguó esta trama y es particularmente notable que hasta ahora no han salido a relucir los nombres de algunos empresarios poderosos que odiaban a Moise ni tampoco se ha mencionado al narco. Creo que ambos sectores además de beneficiarios del asesinato participaron pero no veo claro aun quien armó el rompecabezas e instrumentó todo.