En medio de los disturbios y manifestaciones que recién han tenido lugar en varias ciudades de Cuba, un hombre de 88 años de edad, reconocido como el ministro de Interior de más larga carrera y mayor influencia comparece ante un gentío en Santiago a Cuba. Está tratando de llegar a algún lugar, pero en el video no nos dicen dónde. Uniformado, atildado y sin perder la compostura, Ramiro Valdez, el hombre, se enfrenta a la muchedumbre una parte de la cual le grita: ASESINO mientras la otra vocea con igual intensidad: DIERON GOLPES.
Pido al lector poner la máxima atención a estos dos gritos.
Ramiro Valdez, uno de los comandantes históricos ha tenido a su cargo controlar durante muchos años la represión al interior mientras dirigía todas las intervenciones cubanas en el extranjero. Que le griten asesino es enteramente comprensible y no me imagino ningún ministro de interior, en cualquier país en situación parecida a la de Cuba, que pudiera escapar de ese calificativo. Ahora bien, que también le griten a manera de denuncia coreada DIERON GOLPES es desconcertante porque en todo el mundo lo primero que hace la policía o las fuerzas armadas es justamente dar golpes y disparar y no hay un solo país latinoamericano donde manifestaciones de protesta no hayan sido reprimidas a sangre y fuego; solamente el número de muertos diferencia unas de otras. Quejarse y denunciar que los policías DIERON GOLPES evidencia que no acostumbran a hacerlo.
El descontento al interior de Cuba acumula la escasez de bienes, las precariedades del diario vivir y el descontento político. No se trata solamente de la falta de medicamentos, comida y energía cuya escasez, en los niveles actuales, es coyuntural y configura una especie de tormenta perfecta. Hay pobreza, hay hastío y hay pandemia. Hay también pérdida de legitimidad de una parte de la dirección del partido y del gobierno. Sobre todo, hay un cambio de época. Si son ciertos los videos que andan por ahí mostrando el derroche, la opulencia y el lujo insensato de algunos hijos y nietos de los grandes iconos revolucionarios, bastaría con encarcelarlos y/o ejecutarlos por corruptos para que el país se someta a una disciplina oriental. Pero, claro, no es el caso.
Los videos de las manifestaciones muestran, al menos a la vista mía, un pueblo cubano diferente en su demografía, muchos negros y pocos blancos, mucho tigueraje y desorden, mucha chusmería en el atuendo, desfachatez en los modales y las actitudes. Una parte de esa Cuba que mientras duró la Revolución nunca se integró, gente descreída que fue sometida al amparo del extraordinario prestigio, autoridad y control de la Revolución, pero a la que ahora nadie sabe cómo manejar ni aquí ni allá porque se han erigido en la norma, han destacado como un modelo alternativo y, en casi todas partes, controlan las calles.
Gente insubordinada como aquí con el teteo, pero no rebeldes como fue antes con la Marcha Verde. Hay una protesta real y en forma, pero con vocación de saqueo igual que aquí. Nada de lo acontecido se parece a las manifestaciones de otros países y nuestras Marchas Verdes donde el descontento enarboló una bandera de cambios y estaban presentes posibilidades de liderazgo alternativo. Si se prolongaran como creo que va a suceder, estas mismas manifestaciones terminarán gestando cambios que pondrán al frente de la protesta a una parte de la misma elite actual.
La geopolítica puede jugar un papel importante en la situación cubana. Sin turismo, sin divisas, sin crédito internacional y con la hostilidad renovada de los EEUU, Cuba necesitaría una inyección de comida, medicamentos y energía de China o de Rusia. Pero, ¿están interesados los chinos? No lo se. ¿Podrán los rusos? Tampoco lo se. Luego, Estados Unidos, por cuyo modelo deliran millones de cubanos ¿que puede ofrecerle? ¿Una invasión absurda? ¿Mas sanciones?
El descontento al interior de Cuba no tiene organización, lideres ni un proyecto de poder. El exilio cubano no ha sido nunca ni es ahora una opción de poder y la situación actual tiene ya ese olor de insostenible que caracteriza algunos procesos históricos.
¿Qué puede pasar en Cuba próximamente? Creo que los dirigentes actuales han emprendido reformas, pero empezaron tarde y la pandemia los ha golpeado duramente.
Las reformas solamente abren el apetito por más reformas y eso creo que sucederá. Las protestas entrarán en pausas parciales y temporales, pero volverán y crecerán hasta poner la gobernabilidad en peligro. Cuando eso suceda, una parte del gobierno asumirá una disidencia abierta, desafiará a los más recalcitrantes y se impondrá abriendo las puertas políticas a un exilio que ha sido económicamente exitoso, pero cuyo apego a la política exterior de los EEUU lo ha enfrentado a todas las fuerzas que han conformado las estructuras de poder en Cuba.
Habrá cambios en Cuba, pero esos cambios serán planteados y protagonizados por una parte de la marginada elite actual y serán amplios como para abrirle paso al exilio cubano, pero sin adoptar como propia la agenda de este.