Ciertamente, un presidente de la república habla si quiere pero no en una democracia. En las democracias el poder necesita gobernar con argumentos y como tal necesita también explicarse constantemente, asumiendo la perspectiva de la democracia en términos de debate público, como gobierno a través de la discusión que no puede estar ajeno a un proceso de diálogo público y de rendición de cuentas.
Es la misma democracia la que obliga al presidente a prestar atención a la opinión de los demás y a los conflictos que experimentan los ciudadanos cotidianamente, y de la misma manera, lo obliga a dar sus opiniones, puntos de vista y orientaciones sobre las expectativas, inquietudes y necesidades de los ciudadanos. Y hay que hacer públicas estas opiniones para que los ciudadanos las evalúen, las cuestionen y ponderen su grado de veracidad.
La democracia requiere de una opinión pública vigorosa y bien informada. La opinión pública guarda una relación muy estrecha con la democracia en la medida que la ciudadanía asume su papel de agente de cambio que todo gobierno requiere para manejar de manera correcta los asuntos públicos. En este marco los medios de comunicación adquieren importancia como facilitadores de la conciencia y de la participación democráticas.
Haciendo caso omiso de la vocación al diálogo que impone la democracia, el presidente Danilo Medina se niega a dar declaraciones a la prensa, olvidando que no se trata de la violación de una simple norma de cortesía, sino de un principio democrático que impone estar al servicio del pueblo, lo cual requiere de una comunicación fluida y permanente con el mismo, principalmente a través de los medios de los medios de comunicación, no sólo de los que son afectos al gobierno, sino también a través de aquellos independientes y plurales.
El presidente Medina ha optado por ignorar a los medios de comunicación. Pareciera que concibe los mismos, sobre todo los independientes, como de oposición a su gobierno. Por eso los evade para evitar las confrontaciones argumentadas sobre una serie de escándalos protagonizados por su gobierno, olvidando que gobernar de espaldas a los medios de comunicación es gobernar de espaldas a la democracia. El “secretismo” es enemigo de la transparencia.
Muchos medios de comunicación y los comunicadores que hipotecaron sus lealtades sólo repiten los mensajes enlatados que elabora el propio con lo que quiere que se diga y que se sepa. Sólo presentan los monólogos recitados en los actos del gobierno. Obedecen sin cuestionar, “sin hacer preguntas”. La sumisión recompensada prepara para la “actuación” en la tragicomedia gubernamental (y electoral).
Hay dos Danilo. El presidente y el candidato. En nombre de la democracia, el Danilo presidente “tiene el deber” de hablar con los ciudadanos, siempre. Fue elegido para hablar la verdad siempre. Sin embargo, el Danilo presidente decidió callar las verdades que el pueblo le está pidiendo a voces. Utiliza el silencio para evitar situaciones complejas. Puso distancia entre él y los medios de comunicación independientes, entre él y los ciudadanos.
El Danilo candidato tiene el derecho a callar. Tiene el derecho de elegir sus temas y sus escenarios. Es su campaña, es su segundo trabajo. Aquí se puede ser presidente y ser candidato al mismo tiempo sin diferenciar los deberes del primero ni las limitaciones que el cargo impone al segundo. En las democracias autoritarias como la nuestra las cosas se manejan así.
Porque el Danilo presidente “no habla”, resulta poco creíble el slogan de campaña del Danilo candidato: ¡Siempre con la gente! No habla aunque fue elegido para hablar la verdad a los ciudadanos, siempre. Este “siempre con la gente” se refiere “a su gente” que no tiene preguntas y que por eso no le importan las respuestas negadas a los medios.
Y aunque el Ministro Peralta diga que el presidente “no está para hablar, sino para hacer obras…”, le recordamos el viejo adagio que dice: “entre el dicho y el hecho hay mucho trecho”. El presidente debe hablar, el candidato que hable si quiere.
El reclamo de la Sociedad Dominicana de Diarios de que el presidente hable con la prensa es un recordatorio serio de este deber. Y en las democracias el cumplimiento de los deberes por parte de los ciudadanos no es discrecional, es mandatorio. ¡El candidato puede callar, el presidente tiene que hablar!