No se ha hecho fácil entrar al redil el desorden institucional y social que por 20 años tuvo la sociedad dominicana bajo los nefastos gobiernos del PLD. Pero se suponía que sustituyéndolo en la capitanía del Estado esa situación cambiaría, la población votó por un cambio. Me parece que la idea no era el cambio de caras.
Si queríamos un cambio, debemos ser todos parte de él, esto es, recoger el desorden administrativo y conductual que llevábamos, y dejar de pensar que ahora es nuestro turno para destietar el gobierno, la administración y todo cuanto aparezca a nuestro paso como restricción al denme lo mío. Y esto se aplica tanto a la administración pública como a la ciudadanía.
Es menester tomarnos de los libritos para llevar a cabo las medidas que nos ayuden a conseguir el cambio, para que el mismo no se quede en simple eslogan, o una buena intención de campaña. Y que se haga de manera eficiente y productiva para todos, no para unos cuantos. El asunto es que necesitamos ese cambio, esos cambios. Por ejemplo en ser más organizados y concienzudos en las medidas que tomamos para corregir tal o cual problema.
Ejemplos como el control de los contagios de covid 19, que deberían preocupar así como al gobierno, también a la población. Ya ven que los muertos los aporta la ciudadanía, y deberíamos no querer que nos ocurra a nuestros familiares. Y no estoy hablando de obligar a vacunarse, pero sí de ser cuidadosos en evitar los contagios.
Otro ejemplo es el tema de la reforma fiscal que amenaza con elevar los ya altos precios de la canasta básica, sin tener una fundamentación en los controles del gasto público y las recaudaciones en las exenciones fiscales. En el artículo del Listín diario de fecha 22 de octubre “En los últimos 40 años se han hecho al menos 15 reformas fiscales” se explica de manera detallada que los motivos de las reformas fiscales frecuentes son la necesidad de recaudación, pero al mismo tiempo expone que la administración de los bienes recaudados no son ni fiscalizados, ni invertidos de la manera más adecuada para que dichas recaudaciones cumplan con sus objetivos. Y esta situación es una de las más acuciantes en que el cambio que buscamos debe darse. Porque la economía de los ciudadanos de a pie ya no resiste seguir pagando el despilfarro y el descontrol del gasto público de un gobierno que ofreció un cambio que va, pero que al parecer no iba.
Y así como estos asuntos importantes, de mayor envergadura institucional, hay muchos detalles y detallitos de la gestión pública que deben ser amarrados para que los funcionarios encargados no se crean que lo que ocurre es que les llegó su oportunidad de hacer riqueza, sino de que, por ejemplo, le llegó su momento de casarse con la gloria y organizar e implementar una nueva forma de gestión de residuos, por ejemplo en su municipio, que beneficie a su comunidad, que se le reconozca su labor y que toda la sociedad pueda decir que de verdad estamos cambiando. Hay muchos ejemplos que se pueden exponer, y hablar del tema educación me produce dolor de cabeza, así que lo omitiré. Pero es que sin olvidar que todos tenemos que mejorar nuestra calidad de vida, no es a base de chupar la teta del Estado que debemos hacerlo, sino poniendo todos y cada uno de nosotros nuestro granito de arena en la organización y cumplimiento de lo debido, porque entonces, el cambio no va, el cambio iba.