Si en lugar de agresiones verbales y descalificaciones entre unos y otros, sobre la cuestión haitiana, se examinaran las actuaciones de nuestros últimos cinco gobiernos al respecto descubriríamos que éstos, los gobernantes, han sido los principales responsables del vigoroso nuevo curso de la llamada “invasión pacífica”.

Hice un bosquejo de ese enfoque en un anterior artículo (“El PLD y la inmigración haitiana”, 9 enero 2018), pero el virulento perfil que va tomando esa polémica en la actualidad motiva insistir sobre algunos aspectos todavía no suficientemente destacados.

Por ejemplo, en agosto del 2004, días antes de dejar la presidencia de la Republica, Hipólito Mejía promulgó la Ley No. 285, ley de migración, destinada a regular el ingreso de extranjeros al territorio nacional. El inicio de la aplicación de dicha ley requería la aprobación de su reglamento a más tardar en seis (6) meses a partir de la promulgación; sin embargo, el presidente entrante, Leonel Fernández, tardó siete (7) años en aprobarlo.

Algo parecido sucedió con el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros que debía entrar en vigencia tres (3) meses después de la primera reunión del Consejo Nacional de Migración, previsto ser convocado por iniciativa de la presidencia de la República. Pero Leonel Fernández terminó su segundo gobierno en el 2012 y nunca hizo convocar dicho Consejo. Finalmente, fue en noviembre del 2013, mediante el Decreto No. 327 de Danilo Medina, que se instituyó el reglamento que permitía iniciar tan importante plan.

Los resultados prácticos de esa dejadez, de ese dejar hacer y dejar pasar de los gobiernos de Leonel y el PLD, quedaron retratados en la Primera Encuesta Nacional de Inmigrantes en la Republica Dominicana (ENI-2012) con la colaboración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Unión Europea y UNFPA, y publicada, precisamente, en el año 2012.

Según la referida encuesta, entre el 2004 y el 2012 ingresó el 62.2 % de los 524,632 haitianos que, según la ONE, vivían en el país para esa fecha.

Del 2006 al 2009 llegó el 23.6%, y del 2010 al 2012 vino un 38.6%. En resumen, en los hechos, los dos últimos gobiernos de Leonel Fernández representan el inicio y aceleración del desorden migratorio que hoy padecemos.

No obstante esos hechos y datos recientes, en días pasados el presidente Fernández escribió un largo artículo matutino en el que hacia hermosas explicaciones sobre la preocupante avalancha inmigratoria. Escribió Fernández como si no tuviera nada que ver con el desarrollo y agravamiento del problema, como todo un académico venido del exterior.

Naturalmente, algunos líderes políticos “cuentan el cuento a su manera” favorecidos por el ambiente de exaltada y desviada discusión entre nacionalistas y “traidores”.