Danilo Medina traicionó, en la cúpula de su propio partido, a los aspirantes a la nominación presidencial que el mismo había alentado a competir; decepcionó a millares de peledeistas que respaldaban a Leonel Fernández y “embarcó” (en Cubano, meterlo en un lio) a Gonzalo Castillo. Tan grande es el lio que Gonzalo es tóxico como yerbicida e ilegítimo de pies a cabeza. Ningún país reconocería una presidencia de Gonzalo ni siquiera en el caso de que la hubiera obtenido lícitamente. ¿Donde podría ir este señor y el propio Danilo sin el riesgo de ser apresado, extraditado y enjuiciado? O ¿es que se creen que en otras partes hay un Jean Alain para protegerlos?
El frenesí de última hora del señor Medina, su exhortación abierta al fraude electoral persigue evitar una catástrofe electoral de la cual, en primer lugar, él y solo él, es responsable. Esa expresión con cara de alarma de las últimas horas: “ lo que está en juego, no tiene precio” es veraz en todas sus partes y en todo su alcance. El sabe muy bien todo lo que está en juego y de ahí el impulso irresistible al fraude. ¿De que tamaño será? Muy sencillo, depende de los niveles de obediencia que el consiga de sus subordinados. Depende de cuanta gente esté dispuesta a echarse vainas para falsear actas, tachar votos, hacer trampas. Depende de cuan flojos sean los delegados de otros partidos y depende del nivel de complicidad efectiva del personal civil y militar de las mesas. Porque no es lo mismo un fraude electrónico que se instrumenta con un equipos reducido de personas a un fraude que involucra a miles de personas y ha de ejecutarse mesa por mesa y son unas 17 mil en todo el país.
Por lo tanto, si fracasa la escala del fraude los peledeistas, no van a ser condescendientes con Danilo Medina sino y siguiendo su propio ejemplo, rencorosos. Le van a pedir cuentas y pasarle factura porque Medina descendió, en menos de un año, del estatus de gran estratega a estorbo estratégico, pasivo táctico y amenaza operacional que se lleva al PLD de paro y arrastra al país a una catástrofe que los sensatos tratan de evitar y que los imprudentes cortejan. Están creídos que pueden hacer lo que tienen planeado y que no les pasará nada. Equivocan el comportamiento de algunos dirigentes con el humor nacional. No entienden que la insubordinación popular, la irreverencia y el hartazgo ya definieron conductas mas radicales que las de todos los dirigentes.
El Penco nunca fue un proyecto del peledeismo sino de Danilo Medina y nunca tuvo otra justificación que cerrarle las puertas a Leonel. Eso, como ya señalé en artículos anteriores, era del interés de Danilo pero no lo era del PLD. El fue quien arrastró al peledeismo a una lucha insensata contra Leonel que le costó la división del partido, pronto le costará la perdida del poder y apenas escombros sobrevivirán y esos escombros es lo que Abel Martinez planea indisimuladamente heredar. Cualquier peledeista de a pie sabe que, si hubieran llevado a Leonel de candidato, el PLD unido tenía posibilidades de poder que ahora no existen mas que como fraude descomunal. Como dije antes, por su responsabilidad en haber propiciado y protagonizado esa división le estamos agradecidos a Danilo Medina.