En el imaginario de millones de personas se construido la idea de que los musulmanes tienen una suerte de ADN que los lleva a la violencia, la intolerancia, el atraso y ahora al terrorismo y que el islamismo es la base constitutiva de ese ADN. Una falacia que no resiste el más elemental examen de esa religión. Falsa porque magnifica los grupos islámicos que recurren a la violencia, que además de ser una exigua minoría en todo el mundo árabe, justifican sus acciones y pensamientos violentos a través de una interpretación y unas leyes o principios absolutamente inexistentes en el Corán, libro sagrado de los musulmanes.

Las propuestas básicas del islamismo, según Fatema Mernissi, destacada  socióloga marroquí, descansan en tres valores que nada tienen que ver con la violencia. Son éstos: raham, la misericordia, musavat, la igualdad y la ra´y, la libertad de opinión y de creatividad. La existencia de estos principios fue la clave para el esplendor de la cultura y civilización árabes, que en su momento fue la de mayor producción de conocimientos y fuente del desarrollo de las matemáticas, las artes, la arquitectura y la ciencia, que constituyeron la base del desarrollo de la civilización occidental.

Sólo la tolerancia y saber relacionarse con “lo diferente” pudo haber permitido que los árabes fueran los traductores del legado griego, de los persas y de los hindúes. Fueron quienes desarrollaron la agricultura, de elementos claves de la comida occidental, del principio de la higiene, los mercados y las medinas que dieron lugar al desarrollo de las economías urbanas. Un conocimiento que según Maaluf, occidente, durante su vinculación con el mundo árabe durante las cruzadas, copió y posteriormente superó, sin los árabes hayan podido imitar o asimilar la tradición del culto a las reglas de la institucionalidad política que desarrolló Occidente..

El islamismo, no se identifica con el terrorismo, con la llamada guerra santa, la llamada jihad. Esos grupos, generalmente tienden a descargar la violencia contra los infieles islámicos, no contra los cristianos como lo fue durante los cruzados invasores

Cierto es que en nombre de la religión, en el mundo árabe se han cometido las más brutales acciones. Las grandes matanzas que se han cometido en este mundo casi siempre tienen como contencioso los temas la identidad nacional y la “limpieza étnica”, generalmente justificadas en nombre de la religión. Pero eso no es privativo del islamismo, las hogueras, las muertes a los llamados herejes en las más sofisticadas cámaras de torturas durante las cruzadas cristianas, las guerras motivadas por la intolerancia religiosa azotaron Europa durante siglos y eso no permite decir que el cristianismo tiene como base la violencia y la intolerancia.

También, es cierto que los países árabes y/o de predominio islámico en los últimos años han surgido grupos violentos que recurren al terrorismo incrementando las expresiones de intolerancia religiosa en el mundo árabe. Varios autores atribuyen esta circunstancia a la violencia y humillación a que estos han sido sometidos a lo largo de su historia, limitando la potencialidad de ese espíritu de convivencia que lo llevaron a fundar esplendorosos reinos donde la convivencia de moros, cristianos y judíos era la regla.

El islamismo, no se identifica con el terrorismo, con la llamada guerra santa, la llamada jihad. Esos grupos, generalmente tienden a descargar la violencia contra los infieles islámicos, no contra los cristianos como lo fue durante los cruzados invasores. El Islamismo no es una religión monolítica, al igual que el cristianismo y judaísmo las manifestaciones de violencias de algunos minúsculos grupos no pueden ser atribuidas a la esencia de esa religión, sino a lo que algunos autores denominan el Islam político que utiliza que en nombre de esa religión comete actos de intolerancia, como igualmente es practicada por algunos grupos cristianos y judíos.

Sentirse permanente acorralados, invadidos, ver el saqueo a sus recursos naturales y culturales, ver destrucción de enteros países, como hicieron los norteamericanos con Irak, o apoyar a clanes reaccionarios en Afganistán y en todo el mundo árabe,  ha sido la causa principal de la existencia de pequeños grupos que recurren a la violencia, al terrorismo y a la intolerancia (ajenas al islamismo coránico) como forma de defensa de sus identidades, algo condenable.

Pero, desafortunadamente, el único recurso que los imperialistas de diversos signos les han dejado a esa pequeñísima, pero peligrosa  parte del mundo árabe.