El 30 de junio se celebra el día de los maestros y maestras en República Dominicana, y por tal ocasión quiero plasmar esta reflexión.
Recuerdo que en mis años de escuela este día tenía un gran sentido por dos cosas: primero era el día de entrega de las calificaciones, momento en que se verificaba el resultado de todo un año de esfuerzo, ¡que alegría! ¡pasé al siguiente grado! Y el segundo motivo para un niño o una niña era poder entregar un regalo a esa persona que se había convertido en el segundo padre o madre, que era el o la maestra.
¿Qué es un maestro o maestra?
La definición del diccionario es muy puntual y dice que es una persona que se destaca por su perfección y relevancia dentro de su género porque está hecho con maestría, enseña de forma muy valiosa.
Que un maestro sea una persona hecha con “maestría”, preparado para modelar a alguien unas enseñanzas, es digno de ser reconocido y esto le aporta unas características únicas que le diferencian de cualquier otra profesión. Ya que una maestra /o se prepara para construir, para formar, para preparar hacia la vida.
Los maestros son una especie de arquitecto que van diseñando la ingeniería de una plataforma que guiará la vida de unos pequeños, los y las estudiantes. Un maestro puede construir una vida, pero también puede destruirla. Muchos maestros y maestras se han convertido en Pigmalión y han sacado de la roca y de la nada grandes figuras, han hecho de aquellos niños que viviendo en el rechazo y la exclusión, han encontrado un ser que le devuelto su condición de seres humanos de bien y de amor.
Educar es un arte
Un maestro, una maestra es un artista, y si su profesión está guiada por una vocación, entonces, ellos constantemente estarán haciendo con cada niño y niña una obra de arte. Y las obras de artes son hermosas, son destacadas y admiradas por quienes las ven, así, un estudiante que ha pasado por la mano de un artista llamado maestro/maestra, será conocido por sus frutos.
Recuerdo con mucho cariño mi maestro de 6to grado, que una vez me dijo “tú eres muy inteligente y hablas muy bien” y desde ese día, nunca más he vuelto a soltar esas dos expresiones, y gracias a todos mis maestros y sobre todo a ese de 6to grado, hoy siento que puedo animar en positivo a otras personas y a veces hacer de Pigmalión, y donde muchos dicen, no hay que buscar nada en ese muchacho o muchacha, poder yo decir, si, se puede.
Es claro que la educación de un ser humano no depende 100% de una persona externa a su sistema familiar, como son las y los maestros, pero también es muy claro que estos seres tienen un porcentaje muy alto en el comportamiento, la educación y las opciones de vida de niños y niñas que luego serán los adultos del mañana. Está en las manos de estos profesionales la forma en como las personas somos en lo adelante, y esto debería poner en el corazón de un maestro/a un sentido de gozo, responsabilidad y un gran deseo de hacer de esta profesión una perenne vocación, pues ser maestro es una de las profesiones más completa que puede existir en cuanto al impacto en la vida humana.
La valoración de las y los maestros
Al hacer esta conciencia, entonces, los y las maestras deben creerse su vocación, saberse arquitecto en el destino de tantos seres humanos, son coceadores de la humanidad, constructores de buenos modales, de buenas costumbres, de una vida competente, constructores de hombres y mujeres de ciencia, de bienestar, de plenitud, de humanidad, de espiritualidad.
Por la mano de un maestro/a pasan todos los seres humanos y salen todas las profesiones. Y cuando se ve lo bien que este ser hace de su opción de vida, se convierte en un orgullo de quien fue su maestro/a.
Que valiosa profesión, que inmensa vocación. Maestro/ maestra, eres un arquitecto, eres un artista, en ti está el poder construir las mejores obras de arte que necesita y merece la humanidad.