Con la suspensión general de la educación presencial en escuelas, universidades y otras instituciones de ese sector, por la pandemia del coronavirus COVID-19 en marzo de 2020, la educación que se sirvió para continuar la docencia utilizó indistintamente las denominaciones educación a distancia, enseñanza en línea o virtual. Pero se advirtió el error de cómo se estaban usando esos términos, porque se estaba, más bien, ante una situación que requería poner en marcha un programa de Enseñanza Remota de Emergencia, afirma Julio Mosquera (2020).
Los estudiosos resaltan que sin dejar de reconocer el trabajo que las instituciones, profesores, estudiantes y familias realizaron para llevar adelante la educación, no significa que se haya transformado la educación presencial en un modelo de educación abierta, a distancia o en línea. Sí se debe reconocer que se hizo lo mejor que se pudo para llevar lo esencial durante la emergencia. Asimismo, es importante distinguir entre el tipo cotidiano de educación en línea y lo que se está haciendo a prisa, con recursos limitados y poco tiempo: la enseñanza remota de emergencia (ERE o ERDE), en inglés Emergency Remote Teaching (ERT).
Muchos países, incluyendo a RD, para responder al cierre de sus escuelas y universidades, implementaron modelos como el aprendizaje móvil, conocido como M-learning, la radio, la televisión, el aprendizaje combinado (mezcla de educación tradicional con el uso de tecnologías digitales modernas) y otras soluciones adecuadas a cada contexto.
En el artículo La diferencia entre la “Enseñanza Remota de Emergencia” (ERDE) y el “Aprendizaje En Línea” (AEL), traducido con autorización por Raúl Santiago, los autores Hodges et al., plantean: “Las experiencias de aprendizaje en línea bien planificadas son significativamente diferentes de los cursos ofrecidos en línea en respuesta a una crisis o desastre. Los colegios [escuelas] y universidades que trabajan para mantener la instrucción durante la pandemia de COVID-19 deben comprender esas diferencias al evaluar esta enseñanza remota de emergencia”. También refieren que una característica asociada a esta modalidad es que la rapidez con la que se necesita el cambio a la ERDE puede disminuir la calidad de los aprendizajes.
Este concepto nació con la crisis mundial de la COVID-19 en marzo de 2020, momento en que la educación se vio ante una situación de extrema dificultad y tuvo que adaptar sus métodos en un plazo muy corto de tiempo para continuar las clases a sus estudiantes. Su principal objetivo es trasladar los cursos que se Imparten presencialmente a un aula remota, virtual, a distancia o en línea. De modo que es importante destacar que la ERDE es un cambio temporal de la entrega de educación de forma alternativa debido a circunstancias de crisis. Implica el uso de soluciones didácticas para la enseñanza que, de otro modo, se entregarían cara a cara o como cursos mixtos o híbridos y posiblemente volverán a ese formato una vez que la crisis o emergencia disminuya o concluya.
El objetivo principal en estas circunstancias no es recrear un sistema educativo robusto, sino más bien proporcionar acceso temporal a la enseñanza y a los apoyos instructivos de una manera rápida y fácil de configurar. Los cursos creados no deben aceptarse como una alternativa a largo plazo, sino como una solución para un problema inmediato, ya que una de las cuestiones que preocupan en el contexto de la ERDE es la accesibilidad a los materiales de aprendizaje.
Como el término ERDE es completamente nuevo, los roles y las herramientas no se encuentran definidos. En Estados Unidos, por ejemplo, unas instituciones educativas están trabajando de manera presencial con restricciones y otras online. De manera que depende de cómo el país o la institución hayan decidido manejar la crisis es cómo se definiría su tipo de ERDE. Este tipo de enseñanza también ha recibido otras denominaciones: Docencia no Presencial de Emergencia en Colombia, Aprendizaje Remoto en Estados Unidos y algunas agencias de cooperación la denominan Educación en Emergencias.
Aunque esta situación es estresante, cuando termine, las instituciones tendrán la oportunidad de evaluar cómo implementaron la ERDE para dar continuidad a su labor docente. En ese momento, será importante evitar equiparar la ERDE con el aprendizaje en línea de calidad. Con una planificación cuidadosa, el personal de cada centro podrá evaluar sus esfuerzos, lo que les permitirá identificar las fortalezas y debilidades, y con ello estar mejor preparados para la posible necesidad de acudir a la ERDE en el futuro, afirman Hodges et al.
Entre sus ventajas de la ERDE se citan que prioriza la situación de emergencia y vela por el bienestar de sus estudiantes. Además, este nuevo término agrupa a todas las acciones provenientes de los gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y personas para encontrar soluciones y mantenerse actualizado constantemente, por lo que puede modificarse repentinamente si la situación de emergencia cambia.
Por último, resaltar que tanto la educación a distancia como la educación online requieren de planificación cuidadosa y de recursos para que cumplan sus propósitos. Mientras que la ERDE no deja mucho espacio para la planificación y, por las dramáticas situaciones en que se activa, se debe realizar por lo general con limitados recursos. En todo caso, es muy importante no permitir que la adopción de una determinada tecnología o método aumente la brecha entre las mayorías y los privilegiados. Además, la lección que debe quedar de esta situación es que el Ministerio de Educación debería diseñar planes de ERDE para futuras crisis similares y que los profesores y el personal de los centros educativos del país tengan los recursos, las habilidades y competencias para responder.