La educación es un bien público y un derecho humano del que nadie debe estar excluido. Concebirla como derecho y no como servicio, exige del Estado asegurar una educación obligatoria y gratuita a todos los ciudadanos, porque los derechos no se compran ni se transan, establece y defiende la UNESCO.

Existen bienes públicos y privados. Un bien público es aquel que pertenece o es provisto por el Estado. En economía un bien público es todo producto o servicio en cuyo consumo no hay rivalidad, ni   exclusión, es  decir, puede ser consumido por todos, o por nadie. En este tipo de bienes surgen externalidades, porque algo que tiene valor carece de precio para los consumidores.

Los bienes o servicios privados son aquellos provistos por organizaciones económicas, a los cuales sólo se puede acceder pagando el precio, si no queda excluido.

El Estado tiende a ofrecer bienes públicos puros e impuros o incompletos. Un bien no rival y no excluyente, se dice que es puro porque la exclusión de un individuo es imposible. En la práctica estos bienes son pocos, citándose entre ellos: la defensa nacional, el alumbrado público, los paisajes, la luz solar, el conocimiento, la innovación, la biodiversidad, entre otros. Mientras que los bienes y servicios públicos que establecen condiciones de cualquier naturaleza para su consumo  son denominados impuros o incompletos, o sea, permiten la exclusión de individuos. Algunos ejemplos son: las carreteras con peajes, transmisión por satélite, el servicio postal, protección a ciertas a especies, y otros.

Esta distinción es fundamental para comprender el concepto de externalidad, que se puede definir como la situación en la cual los costos o beneficios de producción y/o consumo de algún bien o servicio no son reflejados en el precio de mercado de los mismos. En otras palabras, son externalidades aquellas actividades que afectan a otros para mejorar o para empeorar, sin que éstos paguen por ellas o sean compensados.

Las externalidades pueden ser  positivas, si las acciones de un agente aumentan el bienestar de otros agentes de la economía. Por ejemplo, un cultivo de árboles frutales cercano a un apiario, ambos dueños, sin haber pagado por ello, se benefician mutuamente por la cercanía. Las negativas ocurren cuando las acciones de un agente reducen el bienestar de otros agentes de la economía. Ejemplos representativos son: la contaminación y sus efectos sobre la salud, el cambio climático o la escasez de agua potable; el ruido de un aeropuerto próximo a un vecindario; el humo del tabaco en un restaurante o conducir bajo los efectos del alcohol.

Las teorías del capital humano consideran que la rentabilidad dominante de la educación es individual, aun cuando hay externalidades para la sociedad. Por ejemplo, si una empresa prepara a sus empleados invirtiendo en formación, esto genera una externalidad positiva, pues beneficia al trabajador y a la empresa, y cuando cambie de trabajo esta mayor formación beneficia a la sociedad en su conjunto, al disponer de una mano de obra más cualificada.

Sin embargo, el beneficio general que aporta la educación es superior a la suma de beneficios que proporciona a cada individuo. En este sentido, se identifican  cuatro externalidades positivas: (a) Individuos con más educación, cobran más y pagarán más impuestos. (b) Efecto canguro: el Estado a partir de una corta edad se ocupa de atender los hijos y por lo tanto, la mujer puede ir a trabajar y se producen más ingresos. (c) Externalidad de producción: un individuo con más educación producirá más producción y por lo tanto más ingresos.            (d) Externalidad cultural: una comunidad con una fuerte base cultural puede contribuir a fomentar valores como la tolerancia y a incrementar la cohesión social, contribuyendo a la reducción del conflicto social.

En la actualidad se plantea que la educación también puede tener externalidades negativas. Según un reporte de Ervant en notasmarginales.com (2012), Bryan Caplan, economista de la universidad George Mason, razona: (1) Educación, salud y medio ambiente son la “Santísima Trinidad”  de la sociedad; se supone que todos quieren más y mejor calidad de cada uno. Y tanto el público en general como los economistas están de acuerdo en que no se está invirtiendo lo suficiente. (2) Muchos de los temas que se enseñan en las escuelas no tienen aplicaciones en el mercado de trabajo. ¿Cuántos empleos necesitan que se conozca de historia, matemáticas avanzadas, o que se haya leído a Cervantes? (3) El modelo de señalización de la educación (signaling model) propone que la educación no eleva la productividad, solamente es una manera de mostrarle a otras personas tu inteligencia, ética de trabajo y capacidad de obedecer órdenes. (4) De acuerdo al modelo, los empleadores premian a aquellos con buen récord académico por lo que eso señaliza acerca de las personas. Los buenos estudiantes tienden a ser listos, trabajadores, y saben obedecer órdenes (lo que los empleadores necesitan). Si a un individuo le fue bien en la escuela, los empleadores inferirán que será un buen trabajador. (5) Si el modelo de señalización es correcto, entonces la educación tiene externalidades negativas. Por tanto, el gasto en que incurren los individuos y el gobierno para financiarla es un desperdicio de recursos, asignación no eficiente en la economía.

Si Caplan está en lo correcto, entonces los individuos y el gobierno deberían gastar MENOS en educación, afirma Ervant. ¿Comparten ustedes, amables lectores, esta opinión?