El Ayuntamiento del Distrito Nacional ha tomado la delantera al adoptar la auspiciosa iniciativa de llevar a cabo un Programa de Educación Ciudadana para lograr la participación responsable de los munícipes en la construcción de una ciudad organizada, limpia, segura, incluyente y más vivible, respondiendo de esa manera a los nuevos desafíos de la democracia participativa.
Otros ayuntamientos del país deberán seguir los pasos del ADN. Pero el éxito de este nuevo emprendimiento cívico dependerá de su visión y su capacidad para elaborar “programas inteligentes” y bien estructurados para tales fines. No se trata solamente de “repetir a los munícipes las normas de civismo y de buen vivir en la ciudad mediante mensajes radiales, televisivos y vallas o mediante el anuncio de medidas restrictivas, penalidades o sanciones.
De lo que se trata es de conseguir que los ciudadanos se “sientan realmente parte del municipio”, del que no sólo tienen derecho a reclamar beneficios, oportunidades y servicios de calidad para llevar una vida digna y segura, sino con el que les une un compromiso que los obliga a asumir unos deberes o unas obligaciones que lo vinculan con el interés público. La Educación Ciudadana es el camino idóneo para crear una fuerte relación entre ambos.
Los municipios, en tanto constituyen la instancia de gobierno más próxima a los ciudadanos, a sus inquietudes, sus problemas, sus necesidades y modos de vida, “deben establecer los mecanismos para que la gestión sea participativa y democrática. Las ciudades no existen sin la ciudadanía”.
La educación de la ciudadanía para que participe en los procesos de toma de decisiones “no puede convertirse en una mera declaración de intenciones, sino que debe ser una obligación reconocida por los mismos ayuntamientos para facilitar a la ciudadanía formar parte del proceso participativo, garantizando así el ejercicio de sus derechos y sus deberes”.
El propósito fundamental de la “Educación Ciudadana Municipal” es la promoción de la “participación ciudadana” en el gobierno local. Asumiendo la participación como todo aquello que posibilita a los munícipes estar informados, ser escuchados y decidir directa o indirectamente sobre el futuro de su ciudad, así como establecer vínculos con las organizaciones comunitarias existentes.
En este sentido, un Programa de Educación Ciudadana que sólo haga énfasis en la participación en actividades folclóricas, en “campañas coyunturales y epocales”, en actividades “asistencialistas” y en el cumplimiento de reglamentaciones municipales, no puede considerarse como tal si no cuenta con mecanismos para la participación sistemática y permanente en la toma de decisiones sobre asuntos, “tanto simples como fundamentales”, del municipio.
Hay que abrir nuevos y mejores espacios de participación ciudadana en la gestión pública local. Pero la apertura de estos espacios no puede hacerse de manera improvisada. Es necesario elaborar un verdadero Programa de Educación Ciudadana con una visión amplia que vaya más allá de los muros de los ayuntamientos. El programa debe ser inclusivo desde su concepción.
El primer paso para la elaboración y puesta en práctica de un Programa de Educación Ciudadana en el municipio implica que el Ayuntamiento asuma el liderazgo del proceso participativo y manifieste, mediante algún tipo de legislación o reglamento, la voluntad política de dar paso a una actuación pública participada y que al mismo tiempo defina y precise los procedimientos y formas de participación de los munícipes en la gestión municipal, tanto individualmente como a través de organizaciones comunitarias.
La acción del Ayuntamiento en materia de participación ciudadana deberá dirigirse, entre otros, al logro de los siguientes objetivos:
1. “Impulsar procesos participativos y de inclusión de la ciudadanía, que faciliten el que los ciudadanos puedan participar de forma activa y efectiva en la elaboración y seguimiento de políticas públicas relacionadas con su municipio”.
2. “Establecer mecanismos que garanticen la participación del mayor número de ciudadanos, así como de garantizar la respuesta oportuna de los representantes municipales a las demandas ciudadanas”.
3. “Propiciar la capacitación de los ciudadanos y asociaciones en su propia gestión y favorecer la interrelación y apoyo entre las mismas”.
4. “Establecer mecanismos de mejora para que la relación ciudadano-ayuntamiento sea más ágil tanto de forma personal como digital”.
5. “Fomentar la convivencia, la solidaridad, la tolerancia y una cultura de paz”.
7. “Capacitar a la ciudadanía para la toma de decisiones públicas en las que participa”.
8. “Mejorar la eficacia y transparencia de los canales de información entre la ciudadanía y el gobierno local”.
Para realizar una verdadera Educación Ciudadana capaz de contribuir a consolidar buenos gobiernos municipales, eficientes, inclusivos y democráticos, es necesario que los mismos gobiernos generen credibilidad en la ciudadanía, y demuestren que son honestos, transparentes, eficientes y democráticos.
Es posible que algunos ayuntamientos, que sospechen que no podrán superar esta prueba, pasen por alto el desafío de asumir la Educación Ciudadana como una prioridad democrática.
Los que sí puedan superarla se pondrán a trabajar en esta importante tarea tomados de la mano con todos los ciudadanos que conforman su entorno municipal. ¡Si los ayuntamientos no escuchan el desafío, que los ciudadanos griten más fuerte en nombre de la democracia municipal!