Independientemente de la pandemia producida por el Covid-19 que azota a todos los países en general y a este en particular, es pertinente preguntarse: ¿Hacia dónde se encamina la educación dominicana?, ya que esta sociedad necesita estar cada día mejor formada de cara a los retos del futuro y la educación actual, aunque ha incorporado algunos cambios que los fenómenos mundiales provocan, todavía no alcanza el grado de desarrollo necesario para satisfacer las demandas, por el contrario, está señalada como la peor en las evaluaciones internacionales.
En el proceso de cambios que vive el mundo, hay muchas innovaciones que sin llegar a probarse científicamente, se convierten en moda y se extienden por las aulas de los distintos países.
Las modas educativas son un fenómeno creciente, que a menudo no han estado acompañadas de pruebas de investigaciones que justifiquen su uso. Han existido siempre y cada época ha tenido las suyas. Pero ojo, no hay que confundir moda educativa con innovación educativa.
Las innovaciones educativas se refieren a cualquier elemento novedoso que se introduce en las escuelas o en el sistema educativo y produce un cambio en las ideas y prácticas pedagógicas. Este cambio puede estar o no respaldado por la evidencia.
Con la innovación educativa se trata de adquirir prácticas transformadoras, orientadas a mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje, porque innovar en educación no significa introducir cosas nuevas, sino acciones profundas y transformadoras que mejoren las ya existentes, afirma Patricia Peyró (2018)
En cambio, las modas educativas son propuestas metodológicas o recursos educativos que se cuelan con furor en un momento determinado y, transcurrido un tiempo más o menos extenso desaparecen sin dejar prueba sólida de haber contribuido al aprendizaje de los alumnos (Marta Ferrero, 2018).
Las modas educativas se clasifican en inofensivas y perjudiciales. Un ejemplo de las primeras es lo que ocurrió en algunos países al introducir la música de Mozart en las aulas para mejorar el rendimiento cognitivo de los alumnos. Ante su ineficiencia comprobada se le denominó “Efecto Mozart”. Una perjudicial fue la aplicación de la teoría de las Inteligencias Múltiples en las aulas, según comprobaron algunos investigadores.
Los estudiosos afirman que la difusión de las modas educativas viene de la mano de determinadas empresas o personas afines que logran popularizarla entre los responsables de la formación continua del profesorado, las autoridades educativas o los propios docentes a través de libros, publicaciones periódicas o estudios preliminares de baja calidad.
Aquellas modas educativas que no se apoyen en ninguna teoría válida ni estén respaldadas por estudios científicos que demuestren su eficacia, deben ser puestas a prueba en las aulas para aceptarlas o rechazadas. De ahí la necesidad de la formación permanente de los docentes, para que evalúen su práctica e identifiquen aquellas metodologías que no favorecen los aprendizajes de sus alumnos.
Los investigadores de la Universidad John Hopkins, Robert Slavin y Nancy Madden plantean la importancia de la evidencia educativa al tomar decisiones fundamentadas para saber qué funciona en educación. Para ellos, la transformación educativa basada en la evidencia se define como la práctica de tomar decisiones a partir de los resultados de investigaciones y evaluaciones rigurosas. Esto así, porque muchas veces se adoptan determinadas metodologías y herramientas por moda, o se mantienen determinadas prácticas ineficaces y costosas por la complejidad de cambiar el modelo de escuela y la práctica docente.
Según David Rabadà (2016), pocas modas han permanecido como mejoras, al contrario, han desaparecido bajo su ineficacia por la falta de fundamentos reales. Expresa este autor, que durante las últimas décadas muchas modas educativas se incorporaron a los sistemas de enseñanza. Como ejemplos de ellas la enseñanza con fichas y la matemática de conjuntos. “Hoy en día hay que tener perspectiva de futuro para saber si las modas educativas actuales son meras teorías sin eficacia probada o si, por el contrario, ellas se convertirán en la solución a nuestro flagrante malogro escolar”.
Páramo (2014) afirma que esta es la era de la educación basada en la evidencia, pues la sociedad espera que las políticas educativas que se diseñen en los programas de gobierno tengan un resultado favorable en la calidad de la educación y para ello se requiere de pruebas. La aspiración es una educación basada en las mejores pruebas disponibles y no en modas que vienen y van. De ahí que es fundamental mejorar la cultura científica de todos los agentes de la comunidad educativa (Ferrero (2018).
Páramo (2014) expresa, también, las enormes dificultades que hay en convertir la pedagogía, la enseñanza y la educación en disciplinas basadas en la evidencia. Este es el camino que propone la ciencia para el futuro y, aunque no puede ni debe ser considerado único ni mucho menos hegemónico, sí tiene que ser reconocido como de fundamental importancia en el mejoramiento de las condiciones educativas de la población de cada país.
Finalmente, los expertos recomiendan que las escuelas y colegios trabajen evitando experimentos, modas y tendencias educativas no contrastadas científicamente.
En este sentido, Rabadà (2016) considera que los defensores de las actuales modas educativas deben ser apartados del sistema educativo, dejando que los centros usen lo que denomina Enseñanza Múltiple Contrastada. Enseñanza que es el objetivo de todo buen educador, Múltiple por las numerosas variables que afectan el aprendizaje escolar, y Contrastada porque tales prácticas han demostrado su eficacia universalmente. Es decir, se utilizarán aquellas prácticas de éxito demostrado, tradicionales o innovadoras, más un elevado nivel curricular, un mejor aprendizaje de la lengua desde la educación infantil y un tratamiento rápido a las disfunciones de los alumnos. Todo para formar buenas personas, profesionales competentes y humanos orgullosos de servir correctamente a la sociedad que los ha educado.