El mundo deviene constantemente. Todo cambia de continuo. Todo fluye, nada permanece. El ser es transcurrir, fluir incesante. El ser es tiempo, historia. Seres históricos, vivimos en un horizonte de temporalidad. Instalados en el presente, en este instante eterno, no vivimos, sin embargo, sólo en presente. Dialogamos con el pasado, con la tradición, con la cultura, con los textos y los signos de una determinada tradición histórica y cultural. El signo que somos no se constituye solo, desligado de la experiencia humana. El signo sólo se puede constituir a partir de un acto de interpretación, de donación de sentido. Somos intérpretes de sentido: interpretamos: construimos, damos sentido. Somos seres interpretantes, seres dadores de sentido. Del mundo, de la vida, de la experiencia, del acontecimiento, de la relación, del texto.

Vivimos sometidos al imperio de lo actual. Pero la actualidad es siempre problemática; es tan imperiosa como efímera y tan tiránica como evanescente. Se desvanece en el mismo instante que surge, se disuelve apenas se instala. Pronto pasa y deja de ser. A fin de cuentas, ¿qué es lo actual? Hace dos años era el Mundial de Fútbol en Rusia. Lo actual era hablar del Mundial, seguir el Mundial. El mundo entero siguiéndole, pendiente de él. Pero ya el Mundial pasó, a nadie le interesa, nadie habla de él, ya no es noticia, no es tema de conversación, sólo olvido y lejanía. Y así todo lo demás: las elecciones, la política, las guerras, los crímenes, el espectáculo, los escándalos por corrupción, los chismes de patio, las plagas y enfermedades…El tema-tragedia de hoy es la pandemia del coronavirus. Pero hasta eso pasará en algún momento (tarde o tempano tendrá que pasar), y luego dará lugar a otro tema mayor o menor que ocupará nuestro tiempo y atención.

Edickson Minaya

Edickson Minaya es un joven filósofo y profesor universitario dominicano que piensa el mundo y piensa la tradición filosófica desde su perspectiva teórica: la hermenéutica. En otras palabras: la teoría de la interpretación de los textos, sagrados o profanos. Desde mediados de 2018 y hasta el año 2022 dirige la Escuela de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

En su más reciente obra, Ser-en-(la)-relación, ensayos para una hermenéutica relacionista, se propone repensar el horizonte cultural y filosófico de nuestro tiempo. En ocho capítulos bien hilvanados y 121 páginas de lectura fácil, despliega su rigor intelectual en un notable ejercicio de escritura filosófica. Estudioso de la obra de Hans George Gadamer y de Gianni Vattimo, Minaya edifica su filosofar en diálogo abierto y permanente no sólo con la tradición hermenéutica en cuya fuente abreva, sino también con disciplinas y corrientes del pensamiento contemporáneo como la antropología, la semiótica, el posestructuralismo, la deconstrucción y el pensamiento débil.

Minaya nos propone aquello que llama “hermenéutica u ontología relacionista”, o a veces, también “hermenéutica ontológica”. Por tal entiende la comprensión del sentido de la experiencia del mundo y de la experiencia humana en el mundo; la cuestión de la relación entre ser y logos; la cuestión de la “relación”, del “ser-en-relación”. Entiende ontología como “análisis de la constitución del sentido”, o bien –siguiendo a Vattimo- como interpretación de nuestra condición o situación, en el sentido del ser como acaecer o acontecer.

¿Pero de qué clase de discurso se trata? Hablar del ser es hablar de ontología; pero hablar de ontología es incurrir en la vieja metafísica, cuya crítica radical comparten tanto la razón ilustrada como el pensamiento posmoderno. ¿Recaída, pues, en la ya “superada” metafísica? ¿Se trata de hablar del ser en general y de sus propiedades trascendentales? ¿O más bien del ser histórico, temporal, limitado y finito, condicionado por su experiencia del límite y la finitud, destinado a morir?

Minaya concibe justamente la filosofía como conciencia de la apertura y del límite. Conciencia de la finitud, de la temporalidad y la historicidad del ser, de la existencia humana. Su propuesta de una ontología relacionista trata de comprender nuestro mundo, situado y definido hoy como el mundo global y digital (“el mundo de la globalización, de la tecnología de punta, del bullicio de las redes sociales o del mundo del celular“). La ontología sirve de herramienta para entender la tecnología. (¿La ontología como herramienta?).

Inspirado en el pensamiento de Vattimo, el filósofo Minaya nos propone también una “ontología de la actualidad”. Por tal entiende una ontología del ser, del ser en relación, del ser entendido como lenguaje, historia, tiempo, tradición y evento. Se trata de una filosofía del presente, de una filosofía del ahora, del devenir hoy, de lo que nos pasa. La filosofía del presente es una ontología de nosotros mismos, de lo que somos aquí y ahora (Foucault). No de lo eterno, seguro y estable (Platón), sino de lo histórico-temporal, incierto y cambiante; de nuestra condición y situación como existentes, como sujetos en el mundo: sujetos de discurso y sujetos de experiencia.

Portada del libro